Afganistán, en sanscrito y persa antiguo “tierra de gente dedicada a criar caballos”, entre 1996 al 2001 fue escenario de la barbarie medieval de sus gobernantes talibanes quienes solo dejaron el poder en medio de la intervención estadounidense a raíz de los atentados del 11 de septiembre del 2001 perpetrados por Al Qaeda, cuyos extremistas islámicos utilizaron a Afganistán como base de operaciones y refugio para sus fanáticos líderes y militantes.
Sin embargo, hoy en día, cuando las redes sociales juegan un rol fundamental, vemos como el reciente triunfo talibán genera una estampida de ciudadanos indefensos que buscan huir del nuevo infierno desatado. Las primeras imágenes llegadas muestran las terribles violaciones a los derechos humanos perpetradas por los radicales estudiantes de la Sharia, ley islámica, desde que se convirtieron en los nuevos amos del país luego de la abrupta y aun en curso evacuación de la fuerza militar liderada por Estados Unidos, en donde aparentemente han dejado a sus antiguos aliados locales a su propia suerte.
Los talibanes buscan y asesinan casa por casa a quienes consideran han colaborado con occidente. Vemos personas que escapan desesperadamente colgándose de los aviones, fusilamientos de antiguos funcionarios del extinto gobierno, asesinato de familiares de aquellos que lograron escapar, prohibiciones a las mujeres para que hablen en público, estudien, trabajen o salgan a la calle sin un familiar masculino como acompañante.
Para entender mejor el contexto de lo que hoy sucede, expliquemos tres conceptos de la Sharia y su peculiar interpretación hecha por estos fanáticos. En primer lugar, está la Takia, lo cual es el permiso de mentir para lograr un objetivo supremo posterior, por ello, las promesas de moderación de los talibanes caen en el pozo de las dudas conociéndose su pasada ferocidad hacia sus opositores derrotados. Sigamos con la Hudna, lo cual es una tregua momentánea ante la imposibilidad de triunfo militar, esperando la futura debilidad del enemigo para romper el acuerdo, atacarlo y vencerlo. Y, por último, la Yahiria, que es la contaminación que produce todo aquello no islámico, en este caso, toda influencia occidental que debe ser erradicada sin importar el método empleado.
Takia, Hudna y Yahiria, interpretada por fanáticos para engañar y mentir al mundo en lo que será una bomba de tiempo, tanto así, que la Organización de la Cooperación Islámica emitió una declaración conjunta en la que llaman a la reconciliación nacional y lamentan el sufrimiento del pueblo afgano, “en especial el grave daño a las mujeres y los niños”. Por eso, tristemente, podríamos considerar que el mundo de hoy es más inseguro que el que teníamos antes de la entrada triunfal del talibán en Kabul junto a sus promesas vanas y espurias.
Sumemos la irresponsable complicidad de muchos, empezando por Rusia, China, Irán, Qatar y Turquía que presurosos apoyaron al régimen talibán en razón a los importantes recursos mineros y posición estratégica del país, siguiendo por occidente y Estados Unidos mismos que, agotados humana y materialmente de pelear una guerra en la cual el corrupto gobierno afgano dio la espalda a su país robándose los recursos asignados, no realizaron una retirada de forma ordenada y responsable buscando salvar la mayor cantidad de vidas de aquellos que por espacio de los últimos 20 años trabajaron a su lado.
Nadie pide democracia, no seamos ilusos. Ese jamás fue el objetivo. Pero no nos podemos quedar de brazos cruzados viendo la imposición de un régimen medieval en pleno siglo XXI. ¿En donde están las ONG´s defensoras de los derechos humanos? ¿Por que tanto silencio del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas? ¿Estarán acaso sus miembros esperando turno para firmar jugosos contratos con los talibanes? ¿Y en donde está esa izquierda con sus sindicatos que se jactan de progresistas y defensores de las libertades? ¿Vale más su conciencia que un puñado de dinero y beneficios mercantiles? ¿Les habrán prohibido desde Moscú, Pekín, Teherán, Doha y Ankara, sus centros de financiamiento, a que protesten?
Mientras los talibanes sigan recibiendo la indiferencia de Occidente, así como el apoyo de los líderes de las capitales arriba citadas, las ejecuciones seguirán en curso en Afganistán. Así de injusto, ilógico y difícil es el mundo en el que nos ha tocado vivir.
***Alberto Jabiles Schwartz -Lic. en Educación e Historia, Universidad Hebrea de Jerusalén
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