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| sábado noviembre 23, 2024

Por qué los árabes ya no confían en los Hermanos Musulmanes


Desde su fundación, en 1928, el lema de la Hermandad Musulmana ha sido «El islam es la solución» (a todos los problemas). En el último decenio, sus adeptos lo han utilizado para llegar al poder en países como Egipto, Túnez o Sudán.

Sin embargo, en las últimas semanas ha quedado de manifiesto que en los mundos árabe y musulmán son muchos los que ya no confían en la capacidad de la Hermandad para gobernar, o en que el islam sea la solución.

«La Hermandad Musulmana llevó a Marruecos a una década de oscuridad», afirma el escritor marroquí Said Nashed. Los egipcios, los tunecinos, los marroquíes y los sudaneses, que dieron a la Hermandad la oportunidad de gobernar, descubrieron que es tan incompetente y corrupta como los dirigentes y regímenes árabes laicos.

En dos meses, los Hermanos Musulmanes han sufrido dos graves reveses, primero en Túnez y más recientemente en Marruecos. En Túnez, el desalojo del poder del partido islamista Ennahda («Renacimiento») el pasado julio fue celebrado no sólo por los tunecinos sino por otros muchos árabes, que acusan a los islamistas, específicamente a la Hermandad, de sembrar el caos y la inestabilidad en la región. En Marruecos, el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), islamista, ha cosechado una formidable derrota en las elecciones legislativas. El PJD, que había formado parte de los dos últimos Gobiernos, se hizo con sólo 12 de los 395 escaños. Se trata de una derrota humillante, pues previamente contaba con 125 bancas.

También son muchos los árabes que están celebrando la derrota de este partido marroquí afiliado a los Hermanos Musulmanes. Denuncian que los islamistas no llevan más que miseria y corrupción a los países que caen bajo su férula. Y dicen que han aprendido la lección y que ya no volverán a confiar en ellos ni en sus «eslóganes vacíos».

La magnitud de la derrota revela que los islamistas que gobernaron tras la Primavera Árabe han fracasado: sólo ofrecen proclamas religiosas.

Según Sami Brahem, la Hermandad Musulmana no ha conseguido procurar planes y programas a la gente. «Ha fracasado a todos los niveles», dice este especialista tunecino en el mundo islámico. «Se trata también de un fracaso político y moral. Se ha asociado con partidos corruptos».

La analista libanesa Hoda Rizk destaca que la Hermandad trató de demostrar a los decisores políticos de Washington que, como organización moderada, era capaz de lidiar con el mundo de la política con eficacia y pragmatismo. «Sabían que Washington estaba más preocupada por la cuestión de la seguridad que por la democracia en los países árabes, especialmente durante la etapa del presidente Obama», comenta. Y añade que en Túnez y Marruecos los islamistas demostraron pragmatismo y flexibilidad, lo que les ayudó a integrarse más en el panorama político.

«Diez años después de la Primavera Árabe, ¿ha terminado la época del islam político en los países árabes?», se pregunta. «Sin duda, las razones que llevaron a su fracaso fueron la inercia y una falta de auténtica voluntad para asumir el mando».

Amr al Shobaki, investigador del Centro de Estudios Al Ahram de Egipto, cree que no es posible meter en una sola cesta todas las manifestaciones del islam político, si bien hay denominadores comunes en los fracasos que ha experimentado en varios países árabes.

Shobaki declaró a Al Hurra TV que una de las razones fundamentales del desplome de los Hermanos Musulmanes tiene que ver con el componente ideológico de sus agrupaciones, y atañe a la falta de separación entre religión y política, su pretendido monopolio sobre la verdad absoluta y su pretensión de que representa el auténtico islam. Para este estudioso, los árabes

rechazaron la idea de que se les tutele en nombre de la religión y empezaron a distinguir entre la sagrada religión y los programas de los partidos políticos y su capacidad para satisfacer sus intereses.

Según Shobaki, otra de las razones es que, tras la denominada Primavera Árabe, los islamistas andaban diciendo a la gente que ya se había probado con los sistemas socialista y capitalista, y que había llegado la hora de que se aplicara el programa islámico para la resolución de todos los problemas. «Sin embargo, diez años después, el proyecto [islamista] ha fracasado y no ha conseguido resolver los problemas económicos y sociales de la gente».

En Al Hurra TV, el jordano Marwan Shehadeh adujo que la causa del desplome de los islamistas fue su falta de experiencia política y que no consiguieron pasar de fuerza opositora a gobernante. También, que adoptaron los modos y maneras de los gobernantes y regímenes a los que reemplazaron.

Los grupos y partidos [islamistas] se contagiaron de los males que padecían los otros, especialmente de la corrupción (…) No consiguieron gestionar los asuntos de los países, solucionar los problemas o brindar a la gente aquello que precisa. Además, no prepararon a sus cuadros para la función pública.

Amin Sosi Alawi, especialista marroquí en geopolítica, describió la derrota islamista en su país como «un terremoto que quebrará el espinazo de la Hermandad Musulmana en el mundo islámico». La experiencia con los islamistas en el último decenio, dice, permitió finalmente a sus compatriotas «descubrir la falsedad de los eslóganes populistas que el Partido de la Justicia y el Desarrollo explotó para infiltrarse en el Gobierno».

El escritor libio Milad Omer Mezoghi escribió que los árabes que votaron en el pasado a partidos vinculados con la Hermandad Musulmana puede que cometieran un error, pero que sabrán cómo «castigar a quienes les han decepcionado».

En el Norte de África, los Hermanos Musulmanes no se preocuparon del pueblo. Llevaron a cabo los actos más odiosos, ligaron el destino del pueblo a Turquía, importaron todo de allí para revivir su economía [la turca], y en consecuencia vaciaron las arcas de sus países y empobrecieron a sus compatriotas, lo que condujo a un incremento de la criminalidad y el desempleo (…) La gente a veces comete errores en sus decisiones por falta de claridad de ideas, y porque los políticos le suministran información falsa; pero, desde luego, los corrige en cuanto se le presenta la ocasión. Las elecciones parlamentarias dejaron meridianamente claro que los marroquíes están hartos de la Hermandad Musulmana.

El escritor y analista político saudí Fahd al Shoqiran atribuye el hundimiento de la Hermandad Musulmana en Marruecos a «la indignante extensión de la corrupción, que propició la ira popular». Muchos votantes ven a la Hermandad como una organización oportunista que aventa eslóganes vacíos para sacar tajada cuanto antes.

Y así se manifestó en el masivo nivel de corrupción, el fracaso a la hora de combatir el desempleo y la falta de estrategias para combatir la pobreza. Es bien sabido que la Hermandad Musulmana triunfa cuando está en la oposición y siempre fracasa en el Gobierno. Es buena para destruir, no para hacer cosas.

Ahora bien, Shoqiran advierte de que si los musulmanes no aprenden de las «experiencias letales» de la Hermandad, el fracaso se repetirá cada pocas décadas.

Tras una década de Gobiernos islamistas en Túnez y Marruecos, la Hermandad Musulmana no ha hecho más que contribuir a la extensión de la corrupción, el descrédito del Estado y sus instituciones y el robo de la vida y la hacienda de la gente.

La estrella mediática libanesa Nadim Koteish sostiene igualmente que los islamistas marroquíes fueron severamente castigados por no mejorar la vida del pueblo.

Los marroquíes votaron en función de los resultados, no de la retórica. Las elecciones dieron al país una oportunidad para librarse de la extorsión islamista.

El periodista palestino Hafez Barguti también ha reflexionado sobre el batacazo de la Hermandad Musulmana en Marruecos:

Los partidos ligados a la Hermandad siempre denunciaban que no habían tenido la oportunidad de gobernar para aplicar sus programas. Pero se hicieron con el Gobierno en Marruecos hace diez años y no han conseguido nada para los marroquíes, engañados por sus eslóganes religiosos.

Según Barguti,

la experiencia demuestra que los partidos de la Hermandad Musulmana valen para demoler, no para construir, y la prueba es que gobiernan sin dar a sus gobernados otra cosa que victorias ilusorias y corrupción.

A su juicio, Túnez se sacó de encima a los islamistas porque destruyeron la economía y «se robaron el dinero del pueblo». En Marruecos, abunda, la Hermandad estuvo en el poder durante muchos años y llevó el país a la crisis económica y social. Los partidos islamistas, afirma, creen que su régimen debe perdurar mientras sigan aireando sus proclamas religiosas. «Pero anteponen sus propios intereses y se ocupan sólo de sus partidarios», sostiene. «Esta es la razón de la rápida caída de la Hermandad Musulmana, que carece de un historial de construcción y tolerancia».

El egipcio Munir Adib, experto en movimientos islámicos, dice que la caída de los islamistas en Marruecos es un reflejo de la que sufrieron en Egipto, Túnez y otros países árabes.

Este batacazo no es político, sino el colapso de la ideología del grupo, que se ha convertido en indeseable en los países árabes. Política e intelectualmente, la hecatombe de la Hermandad Musulmana empezó en Egipto y siguió en Sudán, Túnez y, finalmente, Marruecos. Debido a su espectacular fracaso en esos países, se espera que fracase también en Libia en las próximas elecciones legislativas y presidenciales.

El colapso de la Hermandad Musulmana en varios países árabes no significa que sea probable que desaparezca pronto. Ahora bien, los habitantes de esos países están diciendo que están hartos de los islamistas, que se han demostrado incapaces de velar por los intereses del pueblo. La cuestión, pues, sigue siendo esta: ¿Tomarán nota los apologetas occidentales de los islamistas y dejarán de tratarlos como si fueran unos buenos chicos que tratan de mejorar las condiciones de vida de los árabes y los musulmanes?

 

Traducción del texto original: Why Arabs No Longer Trust the Muslim Brotherhood
Traducido por El Medio

 
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