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| domingo diciembre 22, 2024

Evidencia del Éxodo.

Un examen de la historicidad del Éxodo bíblico.


Gracias a Internet y a la ubicuidad de los medios sociales, la exposición popular a los hallazgos del criticismo bíblico se ha incrementado exponencialmente. Y gran parte de esto se enfoca en un tema: la historicidad, o específicamente la no historicidad, del éxodo bíblico. Aquí me gustaría ofrecer una defensa académica de la plausibilidad del evento del Éxodo.

El caso contra la historicidad del Éxodo es sencillo, y su esencia puede formularse en tres palabras: falta de evidencias. En ninguna parte de los registros escritos del antiguo Egipto hay alguna mención explícita de los hebreos ni de los esclavos israelitas, mucho menos de una figura llamada Moshé. No hay ninguna mención de que las aguas del Nilo se transformaran en sangre, ni de ninguna serie de plagas que correspondan con las de la Biblia, ni de un faraón derrotado en la escala que sugiere la narrativa de la Torá, en donde todo el ejército egipcio se ahogó en el mar.

Ningún erudito ni arqueólogo competente negarán estos hechos. ¿Caso cerrado? Para aquellos que quieren defender la plausibilidad de un éxodo histórico, ¿qué posible respuesta puede haber?

Comencemos por la falta de evidencia de la existencia de los hebreos en los registros egipcios. Es cierto que esos registros no contienen una referencia clara y no ambigua a los «hebreos» o «israelitas». Pero eso no debería sorprendernos. Los egipcios se referían a todos sus esclavos semitas occidentales simplemente como «asiáticos», sin ninguna distinción entre los grupos, tal como los esclavizadores en el Nuevo Mundo nunca identificaban a sus esclavos negros por el área específica de África de donde provenían.

De forma más general, hay un límite a lo que puede esperarse de los registros escritos del antiguo Egipto. Noventa y nueve por ciento de los papiros producidos durante el período en cuestión se han perdido, y no ha sobrevivido ninguno del delta oriental del Nilo, la región donde la Torá afirma que residían los hijos de Israel. En cambio, tenemos que confiar en inscripciones en monumentos, las cuales son principalmente reportes a los dioses sobre los logros reales, y están lejos de ser completos o confiables como registros históricos. Ellos se asemejan a los currículums actuales, y son igualmente notables por su incapacidad de registrar cualquier clase de contratiempos.

Más adelante tendremos razones para revisar estas inscripciones. Pero ahora consideremos la ausencia de evidencia arqueológica especifica del Éxodo. De hecho, muchos grandes eventos registrados en diversos escritos antiguos son arqueológicamente invisibles. Las migraciones de los celtas en Asia Menor, de los eslavos en Grecia, de los arameos a través del Levante (todos ellos descriptos en fuentes escritas), no tienen ninguna huella arqueológica. Y tampoco eso es sorprendente: la arqueología se enfoca en el hábitat y las construcciones. Los migrantes, por definición, eran nómadas.

Un silencio similar encontramos en el registro arqueológico respecto a muchas conquistas cuya historicidad por lo general es aceptada. Esto incluye muchas batallas grandes y significativas, incluso algunas relativamente recientes. La conquista anglosajona de Bretaña en el siglo V, la conquista árabe de Palestina en el siglo VII, incluso la invasión normanda de Inglaterra en 1066: todo esto dejó pocos restos arqueológicos, si es que hay alguno. ¿Esto se debe a que la conquista generalmente va acompañada de destrucción? No realmente: los libros bíblicos de Iehoshúa y Jueces, por ejemplo, relatan una infiltración gradual a la tierra de Israel, y sólo un puñado de ciudades fueron destruidas. Lo que es cierto respecto a la antigüedad también es cierto para muchos períodos en la historia militar en donde la conquista de ninguna manera implicaba una destrucción automática.

De hecho, hay mucho más para decir al respecto. Muchos detalles de la historia del Éxodo parecen reflejar sorprendentemente las realidades de Egipto a finales del segundo milenio, el período en el que probablemente tuvo lugar el Éxodo, y hay toda clase de detalles que un escriba que viviera siglos más tarde e inventara la historia no hubiera podido saber:

  • Hay rica evidencia de que poblaciones semitas occidentales vivieron durante la mayor parte del segundo milenio en el delta oriental del Nilo, lo que la Torá llama Goshem. Algunos eran esclavos, algunos fueron criados en la corte del Faraón, y algunos, como Moshé, tenían nombres egipcios.
  • Hoy sabemos que el gran faraón Ramsés II, que reinó del 1279 al 1213 AEC, construyó un enorme centro administrativo de adobe en un área donde vivieron grandes poblaciones semíticas durante siglos. Este fue llamado Pi-Ramsés. Éxodo (1:11) especifica que los esclavos hebreos construyeron las ciudades de Pitom y Ramsés, una posible referencia a Pi-Ramsés. El sitio fue abandonado por los faraones dos siglos más tarde.
  • En el relato del Éxodo, los faraones son llamados simplemente «Paró» (faraón), mientras que en pasajes bíblicos posteriores, los monarcas egipcios son llamados por su nombre particular, por ejemplo «Paró Nejo» (Reyes II 23:29). También esto hace eco de la costumbre de Egipto, donde desde mediados del segundo milenio hasta el siglo diez AEC, sólo se usaba el título «Paró».
  • Los nombres de diversas entidades nacionales mencionadas en el Cántico del Mar (Éxodo 15:1-18), tales como filisteos, moavitas, edomitas, etc., se encuentran también en las fuentes egipcias poco antes del 1200 AEC. También sobre esto, el libro de Éxodo es exacto respecto al período.
  • Las historias del Éxodo y el subsecuente deambular de los israelitas por el desierto, reflejan un conocimiento sólido de la geografía y las condiciones naturales del delta oriental del Nilo, de la península del Sinaí, el Neguev y Transjordania.
  • El Libro de Éxodo (13:17) señala que los israelitas eligieron no atravesar la península del Sinaí por el norte, por la ruta costera hacia lo que hoy es Gaza, porque eso hubiera implicado encuentros militares. El descubrimiento de extensas fortificaciones egipcias a lo largo de esa ruta del período en cuestión, confirma la veracidad de esta observación.
  • Los arqueólogos han documentado cientos de nuevos asentamientos en la tierra de Israel a finales del siglo XIII y del siglo XII AEC, congruente con el testimonio bíblico de la llegada al lugar de los esclavos liberados. Sorprendentemente, en estos asentamientos no se encontraron los huesos de cerdo que normalmente se encuentran en tales lugares. Gran destrucción se encontró en Bethel, Iokneam y Hatzor, ciudades tomadas por Israel de acuerdo con el libro de Iehoshúa. En Hatzor, los arqueólogos encontraron estatuas de culto mutiladas, lo que sugiere que eran repugnantes para los invasores.
  • La primera mención escrita de una entidad llamada «Israel» se encuentra en la inscripción de victoria del faraón Merneptah de 1206 AEC. En ella, el faraón enumera las naciones que venció en el curso de una campaña al sur de Levante; entre ellas: «Israel fue asolada y su simiente ya no existe». Israel está escrito de forma tal que connota a un grupo de personas, no una ciudad ni una región establecida, lo que implica que todavía no había una entidad completamente asentada con control contiguo sobre toda la región. Esto concuerda con la descripción de la Biblia en Iehoshúa y Jueces respecto a una conquista gradual de la Tierra.

Para resumir lo que hemos dicho hasta ahora; no hay evidencia explícita que confirme el Éxodo. Lo más que tenemos es un texto (el Tanaj) que muestra una buena comprensión de una amplia gama de aspectos bastante estandarizados de las realidades del antiguo Egipto. Definitivamente esto es algo y no debemos negarlo. ¿Pero podemos decir todavía más? Yo creo que sí.

Uno de los pilares del estudio crítico moderno de la Biblia es lo que se llama el método comparativo. Los eruditos elucidan un texto bíblico notando las similaridades entre él y textos encontrados en las culturas adyacentes a la antigua Israel. Si las similaridades son muchas y claramente distintivas a las dos fuentes, se vuelve plausible mantener que el texto bíblico pueda haber sido escrito bajo la influencia directa o en respuesta al texto extra bíblico. ¿Por qué esta dirección unilateral de lo extra bíblico a lo bíblico? La respuesta es que Israel en gran medida era una parte débil, rodeada política y culturalmente por fuerzas mucho mayores, y nunca se ha encontrado ningún texto hebreo de la época previa al exilio babilónico (586 AEC) traducido a otros idiomas. Por lo tanto, por lo general se entiende que las similitudes entre textos en idioma acadio o egipcio y el Tanaj reflejan la influencia de los primeros en los últimos.

El método comparativo puede producir resultados deslumbrantes, agregando dimensiones de comprensión a pasajes que alguna vez parecían poco claros o evidentes y poco excepcionales. Por ejemplo, considera cómo en la mesa del Séder recordamos cómo Dios sacó a Israel de Egipto «con mano fuerte y brazo extendido». Muchos se sorprenderán al descubrir que esta frase bíblica de hecho tiene origen egipcio: en las inscripciones egipcias rutinariamente se describe al Faraón como «la mano poderosa» y sus actos como los de «el brazo extendido».

¿Por qué el Libro de Éxodo describiría a Dios con los mismos términos usados por los egipcios para exaltar a sus faraones? Aquí vemos la dinámica de la apropiación. Durante gran parte de su historia, el antiguo Israel estuvo bajo la sombra de Egipto. Para los pueblos débiles y oprimidos, una forma de resistencia cultural y espiritual es apropiarse de los símbolos del opresor y usarlos para propósitos ideológicos competitivos.

Un buen ejemplo de esto en tiempos contemporáneos lo encontramos en Israel durante la Operación Borde Protector, en el conflicto con Hamás en el año 2014. Los líderes de Hamás en Gaza produjeron videos de propaganda en idioma hebreo dirigidos al público israelí. Con un jingle que decía: «¡Levántate! ¡Ataque!», se veía a los terroristas de Hamás lanzar misiles contra objetivos civiles israelíes. Pero el video fracasó. De inmediato los israelíes comenzaron a producir parodias de «¡Levántate! ¡Ataque!» con conmovedora música de piano y a capella. «¡Levántate! ¡Ataque!» se convirtió en un hit imprescindible en todas las bodas. Los israelíes estaban demostrando la dinámica de la apropiación: tomaron los símbolos de propaganda de quienes los amenazaban y los emplearon como herramientas de resistencia cultural.

Pero en su relato del Éxodo, la Torá se apropia de muchas más frases y símbolos individuales. De hecho, ella adopta y adapta uno de los más conocidos relatos de uno de los más grandes de todos los faraones egipcios. El logro supremo de Ramsés II (reinó entre 1279-1213 AEC), también conocido como Ramsés el Grande, tuvo lugar a comienzos de su reinado, con su victoria sobre el archirrival de Egipto, el imperio hitita, en la batalla de Kadesh: un pueblo ubicado en el Río Orontes, en el límite actual entre Líbano y Siria. Se cree que esta fue la mayor batalla con carretas de la historia. Al retornar a Egipto, Ramsés inscribió relatos de esta batalla en monumentos por todo el imperio. Diez copias de la obra, conocidas como el Poema de Kadesh, existen hasta el día de hoy. Estas múltiples copias hicieron que la batalla de Kadesh fuera el evento más publicitado en el mundo antiguo. Muchos egiptólogos creen que el Poema de Kadesh fue un «pequeño libro rojo» ampliamente difundido, con la intención de despertar la adoración pública respecto al valor de Ramsés el Grande.

Hace 80 años, los eruditos notaron en varios bajo relieves que acompañaban al poema de Kadesh una inesperada afinidad entre las descripciones bíblicas del Tabernáculo y las ilustraciones del campamento de Ramsés en Kadesh. En la imagen inferior de la batalla de Kadesh, el campamento militar amurallado ocupa el mayor espacio rectangular de la parte inferior del bajo relieve.

La tienda del trono de Ramsés II en Abu Simbel. W. Wreszinski, Atlas zur altägyptischen Kulturgeschichte Vol. II (1935) pl. 169

El campamento es el doble de largo que de ancho. La entrada está en medio del muro oriental, a la izquierda. (En las ilustraciones egipcias, el este está a la izquierda y el oeste a la derecha). En el centro del campamento, después de un largo corredor, se encuentra la entrada a una tienda rectangular 3:1. Esta tienda cuenta con dos secciones: un 2:1 es la tienda de recepción, con figuras arrodilladas en adoración y hacia el occidente (a la derecha) de ella, un espacio cuadrado abovedado que es la tienda del trono del faraón. Todas estas proporciones se ven reflejadas en las prescripciones para el Tabernáculo y el campamento que lo rodeaba en Éxodo 25-27, como queda claro en los dos siguientes diagramas:

El campamento de batalla de Ramsés II

Para completar el paralelo, las cuatro divisiones armadas de Egipto en Kadesh acampaban a los cuatro lados del campamento de batalla de Ramsés. El libro de Números (capítulo 2) dice que las tribus de Israel acampaban a los cuatro lados del campamento del Tabernáculo.

Algunos eruditos sugieren que la Biblia reformó ideológicamente la tienda del trono, con Dios desplazando a Ramsés el Grande como la fuerza más poderosa de la época.

Cuando se despertó mi interés por las similitudes entre el Tabernáculo y la tienda del trono de Ramsés, decidí observar más detenidamente los componentes textuales de las inscripciones de Kadesh, para aprender qué podían enseñarme sobre Ramsés, los egipcios y la batalla de Kadesh. Lo que comprendí fue que las similitudes se extienden a toda la trama del poema de Kadesh y al Cántico por la división del mar en Éxodo 14-15.

Es razonable afirmar que el relato de la división del mar (Éxodo 14) y el Cántico del Mar (Éxodo 15) reflejan un acto deliberado de apropiación cultural. Si las inscripciones de Kadesh dan testimonio del mayor logro del más importante faraón del mejor período de la historia egipcia, entonces el libro de Éxodo clama que el Dios de Israel subyugó a Ramsés el Grande y lo derrotó en su propio juego.

Los dos relatos siguen secuencias similares de motivos e imágenes que no se ven en ninguna otra parte en los antiguos relatos de batallas del Oriente Cercano. Estos son los principales elementos del paralelo: las tropas de Ramsés rompen filas al ver la fuerza de los carros hititas y también Israel se acobarda al ver los carros egipcios que se aproximan. Ramsés ruega ayuda Divina, tal como lo hizo Moshé, y fue animado a seguir adelante con la victoria asegurada, tal como Dios le aseguró a Moshé. El bajo relieve muestra los cuerpos de los hititas flotando en el río Orontes.

Lo más sorprendente es que las tropas de Ramsés regresan para inspeccionar los cadáveres enemigos. Asombrados por el logro del rey, las tropas ofrecen un himno de victoria que incluye alabanzas a su nombre, referencias a su brazo fuerte y un tributo a él como la fuente de su fuerza y de su salvación. Así también los israelitas inspeccionaron los cuerpos de los egipcios y ofrecieron un himno de alabanza a Dios (el Cántico del Mar en Éxodo 15), que contiene muchos de los motivos que encontramos en el himno de alabanza de las tropas de Ramsés. Ramsés consumió a su enemigo «como paja» (cf. Éxodo 15:7). Tanto el poema de Kadesh como el Cántico del Mar concluyen con el «rey» (Ramsés y Dios, respectivamente) guiando a sus tropas tranquilamente a casa, intimidando a lo largo del camino a las tierras foráneas, llegan al palacio y obtienen un reinado eterno.

Las últimas copias del poema de Kadesh en nuestra posesión son del reinado mismo de Ramsés, y no hay referencias a él, ni claros intentos de imitarlo, en la literatura egipcia posterior. No hay evidencia de que ninguna inscripción histórica del antiguo Egipto haya llegado alguna vez a Israel. Esto sugiere que es poco probable que un escriba israelita que viviera siglos más tarde haya podido conocer el Poema de Kadesh, mucho menos tomarlo prestado para inspirar a su propio pueblo.

Las pruebas existen en geometría, y a veces en las leyes, pero raramente dentro de los campos de estudios bíblicos y de la arqueología. Como suele ocurrir, el registro que tenemos es sumamente incompleto, y la especulación sobre la transmisión cultural debe permanecer como algo contingente. Hacemos lo mejor que podemos con lo poco que tenemos, invocando la plausibilidad más que la prueba. Los paralelos aquí presentados no «prueban» la veracidad histórica del relato del Éxodo, por cierto no en su totalidad. Pero la evidencia aquí aducida puede tomarse razonablemente como una indicación de que el poema fue transmitido durante el período de su gran difusión, que es el único período en el que parece que alguien en Egipto le prestó atención, es decir durante el reinado del mismo Ramsés II. Al apropiarse y «traducir el valor» de la conocida composición del Poema de Kadesh de Ramsés II, la Torá declara que el Dios de Israel venció el máximo logro del mayor potentado de la Tierra.

Si bien esto puede despertar una discusión respecto a la historicidad del Éxodo, ¿es kasher? ¿Realmente podemos decir que Dios toma prestados textos paganos, aunque sólo sea para polemizar contra ellos, y los incorpora a Su Sagrada Torá? Eso fue lo que pensó Maimónides. Maimónides escribió que había investigado mucho para aprender cuanto pudo sobre el antiguo Oriente y en su «Guía para los perplejos», lamenta no saber más sobre el tema. Para Maimónides, muchas de las mitzvot relativas al servicio de los sacrificios en el Templo, de hecho eran adaptaciones de prácticas paganas. Maimónides creía que la Torá tomó formas de adoración idólatras que eran conocidas a los israelitas en Egipto y las modificó de manera que se acercaran a la creencia monoteísta. El exégeta medieval, Rav Levi B. Gershom (Ralbag), afirma que la Torá de Dios fue escrita utilizando las convenciones literarias de la época (Comentario sobre la Torá, al final del Séfer Shemot). Rav Abraham Isaac Kook se sentía perfectamente cómodo con la idea de que pudiera haber historias inspiradoras y leyes justas que preexistieran a la Torá, y que fueran elegidas por Dios para incluirlas en su sagrada Torá.

Cuando nos reunimos en la noche de Pésaj para celebrar el Éxodo y la liberación de la opresión de Egipto, podemos decir las palabras de la Hagadá con honestidad e integridad: «Fuimos esclavos del faraón en Egipto».


Adaptado del libro: «Ani Maamim: Biblical Criticism, Historical Truth and the Thirteen Principles of Faith». Prof. Joshua Berman (Maggid, 2020)

 
Comentarios

La historia Sagrada, viene refrendada por hallázgos arqueológicos que en relacion a ella se han hecho, y por evidencias de todo tipo, que a ellos se han ido añadiendo …la Biblia no es cierto un libro de «história» en sentido estrícto, al no ser ésta su «funccion»ni objetivo , pero trascurre a lo largo de ella, y recoge pasajes que investigaciones muy posteriores, y otros escritos han validado …

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