El Estado judío vuelve a vivir momentos difíciles. Entre el 22 y el 29 de marzo, once israelíes murieron en tres atentados distintos a manos de terroristas árabes. La ola de ataques es, según los corresponsales en la zona, la peor desde la Segunda Intifada, lo que no ha sido suficiente para que Israel haya merecido la simpatía, o al menos cierta justicia en el trato, de la mayoría de periodistas y medios.
En vez de contar el número de víctimas, algunos han optado por destacar el de terroristas abatidos en operaciones destinadas a evitar que siguieran matando. La injusticia mediática más escandalosa se produjo sin embargo el pasado jueves. Decenas de violentos palestinos hicieron acopio de piedras, objetos de todo tipo y material pirotécnico dentro de la mezquita jerosolimitana de Al Aqsa.
Desde dentro mismo de la mezquita, en pleno Ramadán y mientras una mayoría silenciosa de fieles intentaba rezar, los violentos pusieron en marcha su maquinaria de odio y atacaron a la policía. Para evitar que siguieran haciéndolo, y que lograran llegar con sus armas arrojadizas al Muro de las Lamentaciones, los agentes israelíes entraron a la mezquita para reducir a los terroristas.
Muchos de los medios más influyentes obviaron en sus titulares y sus entradillas el origen de la irrupción de la policía en el templo. El mensaje enviado era claro: Israel persigue a los palestinos hasta cuando rezan en sus lugares y sus fechas más sagradas. La verdad, naturalmente, está muy lejos de la versión de los hechos que presentó esa prensa.
No fueron los policías israelíes los que profanaron la santidad de la mezquita, sino los hooligans palestinos que prepararon y ejecutaron desde allí sus actos criminales contra la policía. Una vez sofocados los disturbios, decenas de miles de musulmanes rezaron en paz en Al Aqsa y sus alrededores, mientras la misma policía acusada sistemáticamente por los medios de islamófoba garantizaba su libertad religiosa –ninguna otra minoría religiosa disfruta de una protección parecida en ningún otro lugar de Oriente Medio.
La escalada de tensión protagonizada por los elementos radicales que tienen secuestrada a la sociedad palestina se tradujo después en el lanzamiento de piedras contra autobuses civiles en Jerusalén. Un grupo de jóvenes árabes la emprendió además a golpes con judíos religiosos que se dirigían al rezo.
Las imágenes muestran a la perfección el clima de terror que el terrorismo palestino quiere imponer a los judíos en todos los rincones de su propio Estado. Pese a su valor documental para explicar lo que pasa, los medios han ignorado convenientemente estos vídeos y el lector no muy informado seguirá con la sensación de que Israel es un Estado gratuitamente cruel que tiene en su ADN (judío) el hacer la vida imposible a los palestinos. Basta examinar con un poco de atención la secuencia de estos y todos los demás acontecimientos que vienen sucediéndose desde hace décadas en la región para darse cuenta de lo deformado que es ese relato.
Por desgracia, a los periodistas que lo construyen no les interesa lo más mínimo la verdad. Por fortuna, a los israelíes les interesa lo justo lo que digan de ellos esos periodistas, y la imagen que se forme de su Estado la audiencia mansurrona que les escucha.
Determinados «periodistas» tienen por desgracia, interiorizado el relato de los hechos, antes incluso de que éstos acontezcan …la realidad objetiva no parece interesárles, si la tal no se ajusta a su estrecha vision de las cosas y a su partidismo cerril, contrario desde luego a los principios deontológicos que son llamados a observar …
no vaya a ser, que la realidad venga a estropéarles el editorial escrito de antemano, y dé al tráste con la interpretacion (que no informacion) que se aprestan a traladar a su lectóres, oyentes o televidentes …
asi de escúesto y de lamentable …