Mezquita de Al Aksa
Los palestinos han vuelto a ser sorprendidos mintiendo al mundo al denunciar que los judíos están “profanando” los santos lugares islámicos, particularmente la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén.
Si alguien está profanando esa mezquita y otros lugares sagrados son los propios palestinos.
En 2002, terroristas palestinos irrumpieron en la Iglesia de la Natividad de Belén, pero el mundo cristiano prefirió no hacer ruido. Los terroristas permanecieron en el templo por espacio de 39 días y dejaron tras de sí sábanas y colchones sucios, colillas de cigarrillos y “la peste de la materia fecal”. Un sacerdote denunció que los terroristas habían profanado el lugar fumando y bebiendo alcohol.
En la mañana del pasado viernes 15, cientos de “feligreses” palestinos se atrincheraron en la mezquita de Al Aqsa y se enfrentaron a la Policía israelí. Armados con piedras, barras de metal y material pirotécnico, se les vio a primera hora metiendo esos objetos en el templo y bloqueando la entrada principal con barricadas de metal y madera.
Los ‘fieles’ acudieron a Al Aqsa porque sus líderes les mintieron; les dijeron que los judíos planeaban “irrumpir” en la mezquita y “deshonrar” sus patios.
En cuanto accedieron al complejo, en el Monte del Templo, y antes de enfrentarse a la Policía, los vándalos izaron banderas y emblemas de Hamás, organización terrorista para la UE, EEUU, Canadá, Australia y Japón, entre otros.
Al parecer, los palestinos no consideran una profanación llevar piedras, barras de hierro y otras armas ligeras a una mezquita.
Al parecer, los palestinos no consideran una profanación enarbolar banderas y estandartes de una organización terrorista.
Al parecer, los palestinos no consideran una profanación lanzar piedras y botellas de cristal contra la gente en las inmediaciones del Muro Occidental, el lugar más sagrado del mundo para los judíos, que acuden a él para rezar.
Al parecer, los palestinos no consideran una profanación lanzar piedras y objetos pirotécnicos a la policía desde una mezquita.
Los disturbios protagonizados por los palestinos en el Monte del Templo el pasado día 15 no estuvieron precedidos de provocación alguna. La violencia estalló luego de que líderes y organizaciones palestinos denunciaran falsamente que “extremistas judíos” estaban planeando realizar allí un sacrificio ritual animal para celebrar la Pascua.
Israel negó las acusaciones y aseguró a los palestinos que no permitiría a los judíos llevar a cabo “provocación” alguna en el Monte del Templo. Un dirigente de Hamás, Saleh al Aruri, admitió, horas antes de que se desencadenara la violencia, que su organización recibió dichas garantías. Según Aruri, Israel hizo llegar su mensaje a Hamás a través de “mediadores” no identificados.
Los intentos israelíes de refutar las falsas acusaciones de los palestinos no fructificaron.
El libelo de sangre palestino sobre la supuesta profanación judía de los santos lugares islámicos lo inició hace unos años el propio presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, que en 2015 afirmó:
La mezquita de Al Aqsa y la Iglesia del Santo Sepulcro son nuestras. Son completamente nuestras, y ellos [los judíos] no tienen derecho a profanarlas con sus sucios pies. Honremos cada gota de sangre derramada por Jerusalén. Esa sangre es pura, y se derrama por Alá. Cada mártir tendrá un lugar en el Paraíso, y los heridos serán recompensados por Alá.
Poco después de la arenga de Abás, los palestinos lanzaron una oleada de ataques terroristas que incluyó apuñalamientos, tiroteos y atropellos.
Los palestinos que se prestan a asesinar judíos piensan que están atendiendo el llamamiento de su presidente, defendiendo su mezquita contra los judíos y sus “sucios pies”. Al asesinar a decenas de judíos por la mezquita, son los terroristas los que están violando la santidad de Al Aqsa. Así, invocan la mezquita para justificar una espiral de asesinatos contra judíos inocentes.
Los muy pocos judíos que han visitado los exteriores del Monte del Templo en los últimos años jamás han puesto un pie en la mezquita de Al Aqsa ni en la vecina Cúpula de la Roca. Los visitantes judíos no van allí a asaltar o humillar a los musulmanes, sino en visitas guiadas coordinadas con las autoridades israelíes.
Si se asalta, acosa y humilla a alguien es a los visitantes judíos. En las redes sociales circulan desde hace años vídeos en los que se ve a palestinos insultándoles y gritándoles. Hasta han intentado atacarlos físicamente.
Llamativamente, las renovadas denuncias palestinas sobre la profanación de los santos lugares islámicos se producen cuando los palestinos acaban de vandalizar la Tumba de José, en la localidad palestina de Nablus.
El lugar, que según la tradición judía acoge los restos del conocido personaje bíblico, fue atacado en dos ocasiones la semana pasada por vándalos palestinos.
No fue la primera vez que sufrió un ataque palestino. Aunque algunas informaciones avanzaron que la AP prometió contribuir a la reconstrucción, al final fue el Ejército israelí quien tuvo que mandar un nutrido contingente a reparar los daños.
La Tumba de José fue atacada por los palestinos por una razón: para impedir a los judíos rezar en ella. Dos feligreses judíos que trataron de llegar hasta ella fueron tiroteados y heridos por palestinos.
Vandalizar y negar a los judíos el acceso a la Tumba de José es verdaderamente una profanación de un lugar sagrado, no como las visitas pacíficas de los judíos al Monte del Templo y la libertad de acceso de que disfrutan los musulmanes en todas las mezquitas jerosolimitanas.
La comunidad internacional sigue ignorando las profanaciones palestinas de lugares sagrados. Los periodistas informaron de que la Policía israelí “asaltó” la mezquita de Al Aqsa en la mañana del viernes sin advertir de que previamente vándalos palestinos la habían llenado de piedras y fierros.
Las denuncias palestinas de que los judíos profanan los santos lugares pretenden no sólo incitar a los palestinos a perpetrar ataques terroristas, sino poner a los musulmanes en contra de Israel. Las falsas acusaciones promueven el antisemitismo y procuran combustible a los israelófobos de todo el mundo, sobre todo y por desgracia en los campus de las universidades norteamericanas.
Todo esto sucede mientras la Administración Biden ignora frívolamente los incesantes libelos de sangre palestinos y su perniciosa incitación contra Israel y los judíos. Durante una reciente visita a Ramala, capital de facto de los palestinos, el secretario de Estado Blinken afirmó:
Trabajaremos para prevenir acciones de las partes que pueden incrementar la tensión. Eso incluye la expansión de los asentamientos, la violencia de los colonos, las demoliciones de hogares, los desalojos, los pagos a gente encarcelada por terrorismo y las incitaciones a la violencia.
Las palabras de Blinken revelan que considera la construcción de viviendas para judíos algo más peligroso que el asesinato de israelíes en las calles de Israel.
Llamativamente, Blinken no amenazó con suspender la ayuda financiera a los palestinos por los pagos a las familias de los terroristas asesinos de judíos y por la incitación a la violencia contra los israelíes.
Tomen nota: mientras Blinken considere la construcción de apartamentos para judíos una amenaza mayor que apuñalar o acribillar a hombres y mujeres israelíes que están de compras o tomando algo en un bar, los palestinos no abandonarán la incitación criminal ni dejarán de hacer esos desembolsos sangrientos.
Si la Administración Biden no deja meridianamente claro que pagarán caro el recompensar a los terroristas y a sus familias, los palestinos ni siquiera siquiera bajarán el ritmo de sus atentados y profanaciones.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
Nadie que afirme sentir veneracion hacia D- puede luego en conciencia, profanar un lugar santo, por mas que éste acoja un cúlto diferente al suyo …
Distinto es cuando esos lugares santos, son utilizados politicamente como árma arrojadíza, y no como los templos de oracion que en buena lid les corresponderia ser …cuando sirven tan solo como instrumento propagandístico y de confrontacion contra aquellos a los que se considera enemigos irreconciliables, por el simple hecho de abrazar un crédo diferente, y consiguientemente, no ser miembros de nuestra misma tribu
éxécrables e indignos son táles comportamientos, los cuales ponen ademas de manifiesto, una hipocresia y cinísmo, alejados por completo de todo atísbo de «espiritualidad» y de la idea misma que uno tiende a hacerse de la «santidad» y del temor de D- …
estamos en definitiva, ante unos falsários fanatizados y consumidos por el ódio, que nada saben de aquello que «predican», y cuyo único proposito, es dar rienda suelta a su insensatez y sed de venganza …
retratados quedan …