Disturbios en Lod 2021. Foto Policia de Israel
Los severos disturbios de mayo de 2021 abrasaron la conciencia pública en Israel, tanto entre judíos como árabes, con un dolor agudo y continuo.
Esto, a su vez, radicalizó aún más el ya muy polarizado discurso político y creó una nube de agudas acusaciones mutuas sobre la responsabilidad y la culpa por el estallido de los disturbios y sus implicaciones para el delicado y complejo tejido de las relaciones entre las mayorías y las minorías.
La sensibilidad sobre el tema ha aumentado, especialmente a raíz de la actual y radical crisis política en Israel, a pesar de la formación del actual gobierno poco después de los difíciles acontecimientos.
El cuadro de lo que sucedió hace un año era extremadamente vago en primer lugar y permaneció así, lleno de contradicciones internas y sujeto a profundas disputas multidimensionales.
Mientras tanto, la aguda crisis política y la inestabilidad del gobierno intensifican la tensión entre judíos y árabes, la sitúan en el centro del discurso mediático y contribuyen así a su extremismo.
Por un lado, la hostilidad y la desconfianza mutua, que se basan cada vez más en una peligrosa mezcla de componentes nacionales y religiosos, especialmente en torno a las afiliaciones a Jerusalén y los lugares santos, parecen estar más presentes ahora que en el pasado y sirven como plataforma para reiterados enfrentamientos verbales y de otro tipo entre las partes.
Al hacerlo, eventos difíciles como el terrorismo, algunos de los cuales son perpetrados por ciudadanos árabes de Israel, aumentan la explosividad y el peligro de nuevos brotes de varios tipos, como sucedió en torno al Ramadán y las festividades judías/israelíes en 2022, aunque con menor intensidad que el año anterior y con características diferentes a las que muchos anticipaban.
Por otra parte, es importante señalar las tendencias positivas, como la continuación del proceso de integración económica y social y la institucionalización de la cooperación política de los partidos árabes, como Ra’am en la coalición y la Lista Conjunta en la oposición.
También ha habido un éxito emergente en la respuesta de los organismos encargados de hacer cumplir la ley sobre los delitos graves en la sociedad árabe y el inicio de la implementación del segundo plan quinquenal para promover a esta última.
En este contexto, la cuestión de si las relaciones entre árabes y judíos en Israel avanzan hacia la integración o el conflicto, quizás violento, no ha sido resuelto en el último año.
Esto a pesar del hecho de que la mayoría en ambos campos sigue viendo que los procesos de integración contribuyen a ambas sociedades y a la prosperidad del estado.
Sin embargo, esta tendencia clara se ve desafiada por actos y una atmósfera de extremismo peligroso, inflamado por elementos radicales de ambos lados, que buscan llevar la situación al caos, para ralentizar el proceso de integración y cooperación.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
Traducido por Hatzad hasheni
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