Simon Wiesenthal perdió ochenta y nueve miembros de su familia en el Holocausto. Al borde de la inanición, casi se convirtió en el número noventa pero fue salvado por soldados estadounidenses en el campo de concentración de Mauthausen en mayo de 1945, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.
A Wiesenthal, que se convirtió en el famoso cazador de nazis que llevó ante la justicia a 1.100 criminales de guerra, a menudo se le preguntaba: “¿Te sorprendió la cantidad de nazis que había?”.
“No”, dijo Wiesenthal, “pero sí me sorprendió la poca cantidad de antinazis que había”.
¿Imagínense cómo se siente el sufrido pueblo de Irán que cada vez que se atreve a alzar su voz en protesta o salir heroicamente a las calles, y cada vez que canta públicamente Solidaridad (en lugar de Odio) por el ‘Gran Satanás’ -Estados Unidos-; cuando ve que cualquier eco de apoyo es ahogado por un silencio ensordecedor?
Desde 1979, el Régimen iraní ha dejado una estela de asesinatos y caos contra su propio pueblo, y ha desatado el terrorismo a través del Golfo y del mundo.
¿Cuántos de nosotros somos conscientes de que el Ayatolá Jamenei y sus secuaces deben pasar noches sin dormir a la par que estallan nuevas protestas en todo el país?
Entonces, ¿Por qué en 2022, parece haber tan pocas voces contra el Régimen iraní en Occidente?
Hagamos una prueba.
¿Cuántas personas son conscientes del coraje de los exiliados iraníes que han comenzado a aparecer en la puerta principal de las misiones “diplomáticas” iraníes alrededor del mundo pidiendo a los agentes del régimen que deserten?
Algunos de los que aparecieron frente a las puertas fuertemente blindadas eran manifestantes poco conocidos. Otros, como Masih Alinejad, han logrado cierta notoriedad en su oposición a la Mulacracia.
Alinejad fue el objetivo de un sofisticado complot de secuestro en los Estados Unidos a principios de este año, por parte de la IRGC- Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Sin embargo, eso no le impidió arriesgar su propia vida cuando recientemente llamó a la puerta de una misión iraní en Noruega para exigir justicia para las mujeres oprimidas en su tierra natal.
Alinejad miró fijamente al empleado de la embajada que finalmente abrió la puerta y suplicó: “toma mis manos en lugar de las manos manchadas de sangre del Régimen”.
El nervioso empleado de la embajada respondió llamando al Servicio de Seguridad iraní.
Alinejad, la activista contra el hiyab, tuiteó más tarde que el cobarde agente del Régimen en Noruega temía incluso “al cabello de una mujer”.
Esta vez no parece haber una protesta focalizada. Van desde minorías privadas de derechos que incluyen a los azerbaiyanos chiítas moderados, hasta los sufrientes árabes Ahwaz y varios grupos de oposición. Incluso un grupo visitado la semana pasada por el ex secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo en Albania (el MEK-Organización Muhayidin del Pueblo de Irán) y, por supuesto, aliados del hijo del Sha, todos ellos impulsados por una rabia desesperada contra sus torturadores.
Esta es la peor pesadilla del Régimen. Ha perseguido el terrorismo con éxito, y acompañado con maniobras diplomáticas astutas y de genuina arrogancia, todo con el fin de avanzar poco a poco hacia la energía nuclear.
Pero ahora, a medida que las sanciones contra Teherán se relajan drásticamente, no son Washington, Bruselas, Jerusalén, Riyadh y los otros Estados del Golfo a los que más teme el Ayatolá; es su propia gente.
El pueblo de Irán ha protestado antes.
Me vienen a la mente la Revolución Verde de 2009 y una serie de protestas en 2018 y 2019. Los gritos de la Revolución Verde desde las calles de Teherán al entonces presidente Obama fueron recibidos con un silencio gélido.
Esas protestas anteriores fueron silenciadas a través de la fuerza bruta, encarcelamientos masivos y cosas peores. Las imágenes y voces de los manifestantes quedaron aisladas del mundo cuando el Régimen clausuró Internet, habilidad que han perfeccionado en los últimos dos años.
La gente en Irán ahora se está rebelando nuevamente, desde las provincias del suroeste de Irán ricas en petróleo, hasta el norte y centro del país.
Las protestas se deben a diferentes motivos, pero la respuesta ha sido la misma: los falsos líderes religiosos de Teherán están ansiosos por aplastarlos, pero la gente sigue protestando; el pueblo de Irán nos suplica que lo escuchemos y ayudemos.
Hasta ahora no han atraído a un benefactor como Elon Musk, quien por sí solo se aseguró que las brutalidades y el heroísmo en tiempo real de los ucranianos a manos del ejército ruso, no pudieran bloquearse desde Moscú.
¿Elon Musk también salvará vidas en Irán?
Pero, ¿Por qué tendría que reducirse a la generosidad de una persona? ¿Dónde están los guardianes de las redes sociales?
En cambio, hemos sido testigos de la eliminación sistemática de imágenes y más imágenes de heroicos manifestantes iraníes que desaparecen de las redes sociales.
Esta semana hubo informes de que los agentes del Régimen habían intentado sobornar en Instagram a los moderadores de contenido en idioma persa para eliminar contenido y figuras contrarias al Régimen, incluida Masih Alinejad. Estaban dispuestos a pagar hasta USD 10.000 para eliminar una cuenta.
De una forma u otra, los videos de los manifestantes desaparecieron de múltiples plataformas de redes sociales.
Así es: poderosos guardianes autoproclamados en contra de las noticias falsas, no solo han bloqueado las noticias reales sino que también están borrando las imágenes de heroicos manifestantes en Irán y borrando sus esperanzas de cambio.
¿A quién sirve tanta duplicidad?
Quienes patrocinan el terrorismo, buscan el genocidio, aplastan los Derechos Humanos y niegan el Holocausto son matones en Teherán.
Y los líderes sedientos de petróleo, que han sido alimentados con narrativas políticas fatuas inventadas por enviados especiales de EEUU desesperados por llegar a un acuerdo con Teherán.
Ya sea que técnicamente brinden apoyo material a los terroristas o no, las empresas de redes sociales son ciertamente culpables de ayudar e instigar a Teherán al dejar operar las cuentas de la Guardia Revolucionaria de Irán y permitir que se eliminen los videos de las víctimas.
Gobiernos, influencers sociales y líderes religiosos, también le han fallado al pueblo iraní. Trágicamente, parece que los líderes estadounidenses y europeos todavía creen que apaciguar al Régimen atraerá un Líder Supremo más amable y gentil.
Solo un liderazgo fuerte y unificado de EEUU y la UE puede influir en el Régimen para que deje de masacrar a su propio pueblo. El apaciguamiento es un acelerador para los tiranos, que conspiran para usar armas de destrucción masiva y terrorismo contra Israel, los vecinos árabes de Irán y los Estados Unidos.
Con la ayuda de Estados Unidos, una Europa unida y las redes sociales, las personas decentes de todo el mundo continúan mostrando su solidaridad con el pueblo de Ucrania.
¿No le debemos al sufrido pueblo de Irán esa misma solidaridad?
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