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| viernes noviembre 15, 2024

¿Por qué llegó a su fin el gobierno de Israel?


El entonces recién formado gobierno, con el Presidente Reuven Rivlin (Foto: GPO)

El gobierno del Primer Ministro Naftali Bennet que está al frente de Israel desde el 13 de junio del 2021, no termina su camino por su heterogeneidad –aunque ésta no le facilitó las cosas-sino por su estrecha mayoría y por la actitud de una oposición que estuvo dispuesta a votar contra los intereses del Estado, con tal de derribarlo.

La votación clave fue contra lo que se conoce como “las regulaciones de Judea y Samaria”. Se trata de una ley que se está aprobando sucesivamente desde hace decenas de años, que regulariza la aplicación de la ley israelí a la población judía de los territorios en disputa, que al no ser parte integral del Israel soberano necesitan un estatuto jurídico alternativo que le permita regularse en forma ordenada. Eso, claro, al menos mientras no se llega a un acuerdo político que determine su estatuto definitivo.

Pero a fin de complicarle las cosas al gobierno, a pesar de tratarse de una ley clave para el manejo del país, Netanyahu determinó que la oposición votaría en contra. La lucha contra el gobierno le fue más importante que una ley de absoluta necesidad nacional. “Netanyahu jugó sucio”, recalcó el conocido analista político israelí Gil Hoffman en una rueda de prensa virtual este lunes organizada por Media Central, asegurando que su manejo de la oposición contra el gobierno fue clave en esta situación.

Y este lunes 20 de junio, al dirigirse a la nación, el Primer Ministro Bennett recalcó que tomó la decisión de dispersar la Kneset e ir a nuevas elecciones porque las regulaciones en cuestión sobre Judea y Samaria expiran a fin de mes, comprendió que no sería aprobada su renovacación y entendiendo que eso causaría “un caos constitucional”, optó por “lo que el país necesita”, a fin de lograr aprobarla. Es que estaba claro que la oposición votó en contra no porque no quiera renovar esa ley sino para causar problemas al gobierno, y que al anunciarse ya nuevas elecciones, votaría tal cual Israel lo necesita.

Lo que el jefe de la oposición israelí Biniamin Netanyahu presentó este lunes como “el peor gobierno en la historia de Israel”, celebrando que esté terminando su camino, fue en realidad uno de los más importantes en la vida política del Estado judío. Complicado por cierto, repleto de tensiones, pero con un mensaje esencial para la vida nacional.

La heterogénea coalición que encabeza Naftali Bennett desde hace un año y una semana, y que pasará ahora –hasta nuevo aviso, quizás por años- a encabezar el actual Canciller Yair Lapid, demostró que quienes tienen como objetivo servir al país y avanzar en temas claves para la sociedad, pueden trabajar juntos a pesar de sus discrepancias. Claro está que la extrema diversidad del gobierno-derecha, izquierda, centro, y árabes islamistas- es una seria fuente de problemas internos, pero el hecho es que esta coalición trabajó más de un año lidiando con no pocos desafíos nacionales, a pesar de sus diferencias. Si bien hubo puntos en los que las discrepancias fueron tan agudas que imposibilitaron seguir avanzando, este gobierno logró abocarse a atender numerosos temas que durante años habían estado abandonados por los anteriores gobiernos de Netanyahu: aprobó el presupuesto nacional, lanzó un importante programa para combatir la criminalidad en la sociedad árabe y llevó a cabo varias reformas estructurales que según distintos expertos en los respectivos campos, eran de gran importancia.

Un legado dramático, aunque-nuevamente-no exento de problemas, fue la inclusión, por primera vez en la historia de Israel, de un partido árabe como parte de la coalición de gobierno, Ra´am. Su jefe, el Dr. Mansur Abbas, resultó una figura con un mensaje clave de cooperación entre judíos y árabes. Fue terminante en su condena del terrorismo y proclamó claramente que “Israel nació como un Estado judío y seguirá siéndolo, y la única pregunta es qué rol tendremos los ciudadanos árabes en él”.

Eso, deberá ser tratado por separado en otra nota.

 
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