Pasaron 66 horas desde que el primer ministro Yair Lapid autorizó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y al Shin Bet a eliminar a Tayseer Jabari, comandante de alto rango de la Yihad Islámica Palestina, hasta que el grupo terrorista se vio obligado a aceptar un alto al fuego el domingo por la noche.
La palabra clave es “obligado”. Ziyad Al Nakhalah, líder de la Yihad Islámica que se encuentra actualmente en Teherán, así como otros líderes de organizaciones en Gaza y Damasco, no tuvieron más remedio que aceptar la oferta de los mediadores egipcios, a pesar de que no implicaba ningún sacrificio significativo de parte de Israel. Fue esencialmente una rendición incondicional por el bien de Hamás y los residentes de Gaza. Debido a la moderación que demostró Hamás durante los últimos días, Israel retomó de inmediato sus compromisos respecto al enclave palestino.
No hay dudas de que la Operación Amanecer fue un rotundo triunfo israelí en todos los frentes: militar, político y financiero. Demostró la impresionante capacidad israelí de manejar una crisis de seguridad, no solamente de las FDI y el Shin Bet sino también del gobierno y una ciudadanía que demostró una gran determinación y obediencia. Todos participaron en esta memorable victoria israelí.
El ánimo de la Yihad Islámica se hubiera envalentonado ante cualquier señal de debilidad de Israel. Bajas del lado israelí habrían provocado que el grupo terrorista prolongue su ofensiva. Esta vez no estamos llorando pérdidas que hubieran empañado los logros. Los misiles disparados por nuestros aviones aterrizaron exactamente donde se suponía que debían hacerlo y la inteligencia fue impecable.
El daño colateral, es decir el efecto sobre los civiles inocentes de Gaza, fue mínimo. Menos de un tercio de las bajas palestinas se debieron al fuego israelí. Esto es una mejora en relación a operaciones anteriores, en las que la mitad de las bajas fueron civiles no involucrados. Y también es destacable si se compara con los resultados en este campo que obtienen otros ejércitos de países democráticos.
No hay dudas que la Operación Amanecer fue un rotundo triunfo israelí en todos los frentes: militar, político y financiero.
El gobierno y las FDI deben investigar y aprender lecciones de esta campaña. No solamente de sus fracasos, sino también de sus logros, de cara a otras escaladas que están a la vuelta de la esquina. La conclusión principal es que operaciones de este tipo requieren preparativos políticos y militares precisos. Y que esta preparación demanda recursos, principalmente tiempo. Por eso el ejército debe prepararse para operaciones en la que no sean los iniciadores del combate, quienes siempre llevan la ventaja.
También es digna de aplaudir la moderación del primer ministro Yair Lapid y de Benny Gantz, ministro de Defensa, quienes respetaron un perfil bajo tras aprobar el ambicioso plan presentado por las FDI y el Shin Bet. Ambos se mantuvieron en silencio mientras el liderazgo militar sorprendía a la Yihad Islámica y otorgaban a Israel la ventaja operativa. Si Lapid o Gantz hubieran caído en una trampa política, el ataque sorpresa tal vez no hubiera sido posible.
Israel también demostró firmeza al rechazar los términos ridículos de la tregua propuesta por la Yihad Islámica a los mediadores, al mismo tiempo que demostraba su disposición a finalizar el combate. Las estrategias de entrada y salida de la operación fueron perfectas, especialmente considerando los errores comunes que suele cometer el bando ganador: descuidar los frentes políticos y diplomáticos.
De todas formas la operación no resolvió el problema de Gaza ni promovió una solución. La Yihad Islámica Palestina no fue eliminada. Todavía tiene la capacidad de causar daño en Gaza y Cisjordania. Además, en el análisis debe considerarse que la ronda de combates se desarrolló en circunstancias ideales: un enemigo cruel pero muy limitado, en un campo de batalla pequeño en el que Israel tiene la autoridad para imponer un bloqueo y recopilar información de inteligencia.
Una operación en Líbano o Siria, o en ambos países de manera simultánea, exigirá a las FDI activar todas sus unidades y funcionar en condiciones más difíciles. La Operación Amanecer no fue representativa de los conflictos potenciales en los que las FDI pueden verse atrapadas en el futuro. Fue simplemente un buen ejercicio para las tropas.
Israel salió de esta operación con tres logros importantes.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.