La alambrada a la altura de Meitar, en la carretera entre Beerseba y Hebrón, en la Judea meridional, sur de Cisjordania. Wikipedia
Cualquier política de un país puede ser criticada, pero lo que no se puede es deslegitimar su derecho a la defensa amenazando la existencia física y espiritual de millones de personas. La defensa de la vida es también fuente de legitimidad del Estado de Israel y su existencia garantiza la estabilidad regional y global frente a las amenazas de alcance mundial.
Siguiendo las definiciones de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, IHRA por sus siglas en inglés, el antisionismo es la nueva forma de antisemitismo por una razón: existen países, como Irán, cuyos líderes religiosos y políticos amenazan con borrar del mapa a Israel. Esto implicaría, a priori, borrar del mapa a las 9 millones de vidas humanas que habitan el estado y dar lugar a que también se persiga al resto de los millones de judíos que habitan en otros países. Quien luche por la desaparición del Estado de Israel está trabajando, junto a Irán, por la eliminación física y espiritual de millones de personas.
La desinformación y las miradas tendenciosas en el conflicto árabe-israelí son escenario de los discursos antisemitas que utilizan la táctica de utilizar cualquier concepto o adjetivo sin importar que la evidencia empírica demuestre lo contrario. Entre otras cosas, banalizan el concepto de apartheid y hablan del muro, que en realidad es una valla de seguridad como hay en otros países, como una política de segregación racial.
No se dimensiona en los países occidentales, muchos de ellos sumergidos en la propaganda iraní o palestina, que se está acusando sin justificación a un país miembro de la ONU de crímenes y actos que valieron en el pasado la vida de millones de personas.
Como vivimos en una sociedad donde la información fluye con cada vez más velocidad y donde los datos son fácilmente contrastables gracias a las investigaciones de fuentes abiertas, las que cada uno puede realizar desde su teléfono móvil, vamos a derribar uno de las más grandes mentiras y estigmatizaciones contra Israel: el muro. Muchas veces no prestamos atención al silencioso y muy dañino trabajo subterráneo que el antisemitismo realiza, horas tras hora, para acrecentar el contenido negativo contra Israel y la comunidad judía. Es necesario que expliquemos todo, incluso hasta lo que nos parece obvio, y que podamos discutirlo también porque la evidencia empírica puede derribar cualquier tipo de discurso antisemita.
No es un muro de segregación sino una valla de seguridad
Hablar de un muro de segregación para una valla cuyo 90% de longitud no llega ni a los 8 metros de largo en material de hormigón es un falseamiento discursivo, pero asombrosamente, una de las frases más repetidas en círculos académicos y políticos, además del BDS.
La valla de seguridad o defensa, como verdaderamente es denominada, fue la consecuencia, estipulada en el artículo 51º de la Carta de Naciones Unidas (el derecho a la defensa de los estados), a la II Intifada, momentos en los que el activismo palestino más justifica la violencia y los atentados suicidas contra los israelíes, que arrojó más de mil israelíes muertos en cinco años y de los que 7 de cada 10 eran civiles.
Desde el comienzo de su construcción al final de la Intifada, se redujeron los atentados suicidas de forma considerable e Israel pudo garantizar su seguridad exceptuando atentados suicidas aislados.
Como si el derecho a la defensa fuera poco, un derecho utilizado por todos los países miembros de la ONU, esta construcción no es permanente y tampoco es una frontera, dos acusaciones que también soy muy frecuentes. Sin embargo, la investigación de fuentes abiertas nos permite ir un poco más allá de los datos técnicos sobre la valla e incorporar algunos otros elementos que desmienten otra de las infundadas acusaciones: Israel no es el único estado que ha construido una valla de seguridad.
Las otras vallas en Oriente Medio y la nueva doble vara
Nadie ha acusado a Irán de apartheid y segregación racial por la valla de 3 metros de alto y con más de 700 km que está construyendo desde 2007 en su frontera con Pakistán. Ante el silencio de muchos, Irán sí ha vulnerado el territorio pakistaní al separar en dos a la población de una región que se llama Baluchistán y en donde hay grupos insurgentes y nacionalistas según las versiones persas.
Tampoco se habla de la valla que separa Kuwait e Irak y que es consecuencia directa de la invasión iraquí en la década del noventa. Con el aval de la ONU, construyeron los primeros 190 km con cercos electrificados, alambre de púas y fosas que tienen entre cinco y seis metros. En 2004, Kuwait inició su propia construcción de otros 217 km para evitar la inmigración pobre que llegaba desde Irak.
Egipto, que comparte una frontera con la Franja de Gaza, hizo lo propio en 2009 cuando comenzó a construir una valla de 10 km y en 2020 cuando continuó con la misma. El motivo de la valla egipcia era también de seguridad por dos motivos: la vinculación del grupo terrorista Hamas con los Hermanos Musulmanes egipcios y los túneles que conectan Gaza con el Sinaí y que son combatidos también por las tropas del presidente, El Sisi.
En Turquía, donde el presidente Erdogan ha lanzado en los últimos años feroces campañas contra el Kurdistán, comenzó en 2021 a construir su propia valla para contener a los exiliados afganos después de la toma de Kabul por parte de los talibanes. Con tres metros de altura y tres metros de ancho, se parecía bastante a la que había iniciado solamente tres años atrás cuando anunció la construcción da la tercera más grande del mundo que lograría cubrir 781 km de los más de 900 km que tiene la frontera con Siria.
¿Qué harían entonces para defender a los más de 9 millones de personas que están bajo la amenaza de ser borrados del mapa? Es la pregunta que cualquiera debiera contestar antes de cuestionar no solo la legitimidad de Israel sino el uso a su derecho a la defensa cuando miles de cohetes lo apuntan desde el Líbano, desde Gaza y desde Teherán en caso de que los Ayatollah ganen el poder nuclear. Por lo tanto, si no es la valla ¿qué?
Winston Churchill, casi en la soledad más absoluta, alertó antes que nadie el poderío militar y los planes de la Alemania Nazi. Como la historia tiende a ser cíclica, las amenazas y agresiones deben ser prevenidas antes de que el monstruo se vuelva imparable.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.