Israel vive tiempos dramáticos. No es ésta por cierto la primera crisis con la que se lidia en este país cuya existencia misma ha sido amenazada desde su nacimiento. Pero es a nuestro criterio la más seria, por sus diversas y complejas aristas. Y observando la envergadura de la protesta ciudadana , el hecho que abarca cada vez más sectores de la población, que va mucho más allá de la discusión entre el actual gobierno y la actual oposición, no tenemos duda: el pueblo se está despertando, y no sólo porla reforma judicial.
Creo que la “reforma judicial” –que en realidad es una revolución contra el régimen de Derecho en Israel – es visto con razón como lo más urgente y dramático, porque apunta, en cuestión de semanas, a convertir a Israel en algo muy distinto de lo que es hoy. Es presentada como una serie de leyes o enmiendas a leyes existentes que apuntan a corregir alteraciones en el equilibrio deseado entre los tres Poderes – hay sin duda lo que corregir – pero en realidad, no pueden conducir a otra cosa que no sea un gobierno con poder prácticamente absoluto, sin frenos, en sus manos. Mala receta para cualquier país, sea cual sea la identidad política del gobierno.
Decíamos sin embargo que la protesta no es solamente por la reforma judicial. Es la que más impulso ha dado a sacar a la gente a la calle. Pero creemos que se protesta no sólo contra eso, aunque sobre la reforma sean los carteles.
Para explicarlo, recurro a un concepto del General (retirado) Giora Eiland, ex Director del Consejo de Seguridad Nacional, gran analista , miembro de un grupo que se organizó para tratar de presentar una propuesta alternativa a la reforma judicial, dado que todos sus miembros están convencidos que tal cual está sobre la mesa, es inaceptable y nociva para el país.
Eiland explicó en una entrevista radial – no estamos citándolo literalmente sino transmitiendo el concepto central de sus palabras – que mucha gente entendió que al peligro de la reforma en sí se agrega el temor de la gente al ver que ésta sirva a un gobierno que incluye elementos con agendas y encares muy extremistas en diversos temas relevantes hoy. Nosotros nos permitimos agregar: tanto en temas de religión y Estado como en temas de discusión nacional en relación al conflicto con los palestinos.
Se trata de actitudes que no corresponden con Israel como Estado judío y democrático. Ese es el peligro central.
No pueden ser parte del pueblo judío como marco de hermanos que desean vivir juntos aún en discrepancias, quienes justifican el vandalismo violento que ocurrió en la aldea palestina Hawara, en la que extremistas atacaron el lugar para dañar a gente no involucrada, en venganza contra el terrible asesinato de los hermanos Halel y Yagel Yaniv horas antes. Claro que no es la norma, fue una excepción. Pero los límites deben estar claros. Esos no son mis hermanos judíos, no representan el judaísmo que yo llevo en mi corazón, que tienen tantos que no son religiosos pero aman sus raíces y tradiciones.
Y salvando las distancias, hay otro aspecto , relacionado a nuestro comentario al principio de estas líneas, que la protesta contra la reforma judicial, de hecho es más profunda que eso. Creemos que su mensaje es “no va más, así no podemos seguir”, un mensaje que aclara que la unidad del pueblo no puede ser un eslogan vacío. Y no puede haber unidad y vida normal en sociedad, con una toma de responsabilidad tan desigual de distintos sectores. Heterogeneidad y pluralismo, claro que sí. Pero debe haber una base que todos respetan, ya que de lo contrario, el resultado es injusto, nocivo, discriminatorio.
Hay un serio problema en la sociedad israelí respecto al tema de religión y Estado. Dos partidos ultraortodoxos que representan al 13% de la población, defienden una agenda que perjudica a su propio público y condena a Israel a una situación insostenible. Se trata de un público que en su mayoría no hace el servicio militar obligatorio, en el que los hombres trabajan mucho menos que los hombres en la sociedad en general, y todo porque su preferencia es estudiar las Sagradas Escrituras.
No subestimamos en absoluto el valor que eso ha tenido a lo largo de los siglos de la historia judía. Pero no es justo que unos arriesguen su vida para defender al país y otros sostengan que ellos lo protegen estudiando en la yeshivá, lo que hace que los primeros tengan que dedicar mucho más tiempo de su vida a ello.
La responsabiidad es de sus líderes que con ello los condenan a una vida sin los elementos necesarios para avanzar en una sociedad moderna, lo cual es peligroso también para el país, tratándose de una población que en gran medida es mantenida por subvenciones que se pueden pagar gracias a todo el resto que trabaja y produce.
En la población haredi hay una gran solidaridad. Es un público motivado por valores, por amor al prójimo, en cuyo seno hay numerosas iniciativas de preocupación por su comunidad. También iniciativas que salen de los límites de su sector, como ser los voluntarios de la organización de rescate Hatzalá, y tantos más.
Pero viven como un sector separado y eso es nocivo para el país.
La desigualdad en el reparto de la carga nacional es enorme dado que en general no van al ejército, aunque hay cierto proceso de cambio al respecto, muy lento. Pero es producto de iniciativas particulares, de todos aquellos jóvenes ultraortodoxos que quieren insertarse exitosamente y también salen a trabajar. Nunca es resultado del liderazgo, que quiere controlarlos y lleva como bandera una forma de vida que no les ayuda aunque lo presenten todo como un deseo de preservar los valores de la religión judía.
¿Acaso a alguna comunidad judía ultraortodoxa fuera de Israel se le ocurre vivir sin trabajar? No, en absoluto. Es una aberración, una violación de los prinicpios de la sabiduría judía.
Esta situación tiene que terminar.
Y a los que hablan de discriminación y élites que supuestamente quieren dominar al resto-un argumento incitador muy común en boca de algunos que quieren con ello justificar la “reforma” – les pregunto si intentaron estudiar y avanzar y alguien los bloqueó. Y cuando de los ultraortodoxos se trata, el problema está en la actitud de su liderazgo ante la sociedad. Quienes participan en el esfuerzo educativo, en el desarrollo científico y económico, puede ser parte. Quienes optan por otra vía, nunca lo lograrán.
Una persona muy querida, preocupada profundamente por el destino de la sociedad israelí a cuyo desarrollo él y sus hijos aportan, nos dijo una frase contundente: “Deben entender que tratar de tirar abajo las normas básicas sobre las que fue creado Israel, las leyes liberales del Estado judío y democrático que somos , para sumirnos en una oscuridad insoportable, es para nosotros tan terrible como si a los religiosos les obigaran a comer cerdo. No lo podemos aceptar. Por eso, esta protesta amplia y enorme, no va a parar”.
Ana una cosa estás equivocada
pusiste porque su preferencia es estudiar las Sagradas Escrituras. Y la verdad es que no es una cuestión de preferencia es una cuestión de creencia. ellos tienen otro concepto de la vida y creen que su obligación y una mitzva es estudiar la torá por y para otros porque eso trae la salvación al pueblo judío. Kol lsrael arebim ze laze. Y xq Ki hem jaieinu veorej iameinu, ubahem nehegué iomam balaila. Muchos viven en la pobreza para preservar su ideal.