Cuando me bajé del taxi en Tel Aviv este sábado de noche cerca de la avenida Moshe Dayan para seguir desde allí a pie hasta la manifestación central de la calle Kaplan, no pude menos que pensar en la famosa canción “Babóker babóker” cantada por Shlomo Artzi, más conocida por una frase de su estribillo: “Pitóm kam adám babóker, hu marguísh ki hu am umatjíl laléjet”. “Y de repente el hombre se levanta de mañana, siente que es un pueblo y comienza a caminar”*
Las calles se iban llenando de ciudadanos- hombres, mujeres y niños, jóvenes y adultos-que marchaban con la bandera de Israel al hombro en camino a la calle Kaplan. Salían de todas las esquinas. Familias enteras. Una pareja se dirigía al lugar con un cochecito de bebé. Al bajar un poco la temperatura, usaron la bandera para tapar al niño.A medida que nos acercábamos al punto central de la convocatoria, todo estaba más tupido de gente.No se veía el horizonte. Todo repleto de banderas.
Miraba para adelante y veía gente con las banderas en alto. Hacia atrás, multitudes caminando en medio de la calle ya cerrada al tráfico, irradiando la sensación que con la bandera a cuestas estaban seguros.
Personalmente, fue un privilegio haber podido ir con mi hijo mayor y saber que en otro punto de la manifestación estaban mi hija y mi yerno. Y en Modiin mi esposo y mis cuñados. Y la simultaneidad de las protestas en decenas de puntos en Israel, cuando de cada lado uno tenía claro cuántos más compartían la lucha también desde otro punto, era imponente.
Era notoria la participación de padres jóvenes con sus hijos pequeños. “Es importante que aprenda desde ahora cómo se lucha por nuestro país”, me dijo uno. “Ya está en edad de entender el desafío central, así que no es extraño que haya querido venir”, comentó otro con su hijo sobre los hombros.
Uno de los momentos más impresionantes fue la entonación del himno nacional de Israel “Hativa”, que signfica “La esperanza”. Más oportuno, imposible.
Los cánticos alentados desde el escenario central y bien combinados con las imágenes y frases que aparecían sobre las gigantescas pantallas, se alternaban con los gritos espontáneos de los manifestantes que con una mano hacía flamear su bandera y la otra la levantaban como señal de firmeza: “De-mo-kra-tia”,repetido una y otra vez. También gritos en favor de promulgar una Constitución y el muy asiduo “¡Bushá, bushá , bushá”, que significa vergüenza.
La lista de oradores fue larga. La batuta central la llevaba Shakma Bresler, científica del Instituto Weizmann, una de las líderes de la protesta que la semana pasada fue detenida por la Policía. Firme, terminante en su mensaje que la protesta a nivel nacional no tiene más remedio que resultar victoriosa, porque es por el país que lucha, afirmó.
También se dirigió a la multitud el Profesor Yuval Noaj Arari, quien entre muchos conceptos interesantes y fuertes, destacó la esperanza que el Pesaj que se aproxima- la Pascua judía- se señale realmente como fiesta de libertad. Y pidió que cuando llegue el momento en que hasta los encargados de la seguridad nacional tengan que decidir si acatar al gobierno o a los jueces, opten por los jueces, y que multitues salgan a las calles a apoyarlos. Un elemento complejo sin duda en el mensaje.
La ex Canciller Tzipi Livni criticó duramente al Primer Ministro Netanyahu , afirmando que sirve a sus intereses personales, y contó que nació en el seno de “la familia combatiente” – de derecha – y que no tiene ninguna duda que su obligación es salir a defender a la democracia israelí.
En otro punto del país, en Modiin, un ex ministro del Likud , Meir Shitrit, se contó entre los oradores.
Un expiloto de combate que estuvo en servicio activo en Iom Kipur, en la guerra de 1973, dijo en la manifestación de Kaplan en Tel Aviv que la guerra que hay que librar hoy por israel es mucho más peligrosa que cualquier otra en la que él haya estado.
Y especialmente fuerte fue la presencia protagónica de Sofi , la hija mayor de Eli Cohen, “nuestro hombre en Damasco”- el espía israelí en Siria muerto en la horca en 1965 tras ser descubierto- , cuyo padre arriesgó su propia vida para proteger la seguridad de Israel. “Netanyahu ha perdido el camino”, acusó, y fue especialmente firme al señalar que así no se puede seguir.
Las banderas de Israel en manos de los manifestantes lo colmaban todo.Cada tanto los organizadores pedían prender la linterna del celular, decir al unísono tal o cual mensaje o entonar determinado cántico.Y sobre las pantallas gigantes se proyectaban los rostros de los oradores así como los lemas centrales de la protesta.
Trataba de imaginarme qué sentiría cada uno de ellos al ver desde un punto un tanto más alto, calles enteras repletas de gente luchando para preservar la democracia.
“Les tocó la generación equivocada” decía uno de los carteles en referencia a la firmeza de la gente al salir a manifestar .
Y yo miraba a nuestro alrededor y entendía que entre las edades muy variadas, de israelíes con raíces multifacéticas, orígenes y rasgos nada uniformes – que en lugar de salir un sábado de noche cómodamente habían optado por luchar por la democracia – estaba el pueblo. Un pueblo que ama a su país y está decidido a protegerlo.
Y que no quiere el desgarramiento interno.
Al contar sobre las manifestaciones en la ciudad ultraortodoxa Bnei Brak días atrás, donde numerosos habitantes recibieron a los participantes en la protesta con canciones sobre la unidad de Israel y acercándose a darles comida recalcó, la ya citada Shakma dijo: “vimos lo que ya sabíamos, que detrás de los activistas en la Kneset, que hacen los problemas, hay gente buena”. Y les exhortó a unirse a la protesta.
Y al alejarnos ya del centro, en camino de regreso, vemos un grupo de unas 5 ó jovencitas entre 16 y 17 años, que enseguida nos dimos cuenta que eran religiosas , con carteles pidiendo unidad . No querían hablar sobre la reforma juridica señalando que ese no era su tema , sino sólo pedir por la unidad de Israel. Y cuando cantaban algo alusivo, enseguida se les sumaban con las palmas y el canto israelíes que pasaba cerca, con sus banderas al hombro.
“Yo quería manifestar acá a favor de la reforma judicial”, confesó una “Pero era mucho más importante venir con el mensaje de unidad que el pueblo de Israel merece, porque somos hermanos”.
Una vivencia formadora, emotiva y formadora,en días tormentosos.
Una vivencia que inspira esperanza en medio de momentos de desesperación.
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“Pitóm kam adám babóker, hu marguísh ki hu am umatjíl laléjet”. “Y de repente el hombre se levanta de mañana, siente que es un pueblo y comienza a caminar”*
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