Doña Gracia fue una gran heroína judía. Durante décadas ella mantuvo una vía de escape clandestina para los judíos que escapaban de la inquisición española y mantuvo a las comunidades judías en Italia, Turquía e Israel. Elogiada durante su vida como “el corazón de su pueblo”, la historia de Doña Gracia apenas se recuerda en nuestros días. Esto debe cambiar; su historia debe darse a conocer.
Doña Gracia nació en una familia judía secreta en Portugal en 1510 y recibió el nombre legal de Beatriz de Luna y Gracia Nasí como su nombre judío secreto.
La familia de Gracia se dedicaba al comercio y probablemente escapó de la Inquisición española en 1492. Cuando tres años más tarde los judíos fueron expulsados de Portugal, muchos decidieron quedarse y transformarse en “conversos”. En público se mostraban como conversos al cristianismo, pero mantenían en privado sus vidas judías. Las autoridades portuguesas fueron más indulgentes con estos judíos secretos que sus contrapartes en España. La familia de Gracia era un pilar de la comunidad judía secreta local. De hecho, su apellido oculto, Nasí, significa “Príncipe” e indica su antigua posición como líderes. Si bien mantenían una apariencia externa de ser cristianos, la familia observaba el Shabat, evitaba alimentos no kasher y estudiaba en secreto textos judíos.
A los 18 años, Gracia se casó con Francisco Mendes, otro judío secreto, y juntos construyeron una enorme empresa comercial. Ellos tuvieron una hija a la que le dieron dos nombres: Brianda como nombre no judío y Reina como nombre secreto. Reina corresponde al nombre hebreo Malka. Francisco falleció en 1536, tras ocho años de matrimonio. Ese mismo año, las autoridades portuguesas comenzaron a perseguir a los judíos secretos con más énfasis y establecieron el Sagrado Oficio de la Inquisición, siguiendo el modelo de la temible policía religiosa de España. Muchos judíos secretos de Portugal huyeron, entre ellos Gracia y su hija.
Una estampilla israelí en homenaje a Gracia y debajo una imagen de Tiberias.
Ellas se establecieron en Amberes, Bélgica, donde eran más tolerantes con la práctica del judaísmo y en donde Gracia tenía muchos parientes. Gracia entró a los negocios con un cuñado, pero ansiaba irse a otra parte, donde pudiera vivir por completo como judía. En Flandes, como una mujer comerciante de clase alta, Gracia sabía que sería imposible mantener un gran comercio si profesaba abiertamente su judaísmo. Gracia y su cuñado consideraron irse a las tierras alemanas del sur, donde había comunidades judías que vivían libremente. Su objetivo era partir en un año. Lamentablemente el cuñado de Gracia murió repentinamente, dejándola a cargo de una gran compañía de comercio, lo que dejó en espera los planes de Gracia.
Gracia aprovechó sus abundantes contactos comerciales para ayudar a escapar a otros judíos.
Aunque ella misma no podía vivir abiertamente como judía, Gracia aprovecho sus abundantes contactos comerciales para ayudar a otros judíos a escapar a ciudades en las que podían vivir vidas judías. Ella ayudó a los judíos secretos a escaparse de España y de Portugal y a efectuar el difícil viaje sobre los Alpes hacia Italia o los Balcanes. Todavía más difícil era ayudar a estos judíos a escapar con parte de sus propiedades y riqueza para ayudarlos a comenzar sus nuevas vidas.
Los abundantes contactos comerciales de Gracia ayudaron a ocultar una red de escape a través de Europa. Mientras comerciaba con especias y gemas, sus agentes comerciales también transportaban y cruzaban la frontera con judíos secretos junto con su mercadería. Una ruta popular era que los judíos subieran a los barcos de Gracia en España y Portugal con destino a Inglaterra. Cuando los barcos anclaban en Southampton o Plymouth, uno de los agentes de Gracia en Londres, Cristopher Fernandez, tenía instrucciones de subir a los barcos y avisarles a los judíos ocultos si era seguro mantenerse a bordo para la siguiente parte del viaje hacia los Países Bajos. Como en esa época los judíos tenían prohibida la entrada a Inglaterra, el viaje era muy peligroso.
La imagen de Doña Gracia mirando hacia Tiberias simboliza su determinación a crear un futuro mejor para el pueblo judío.
Otro agente de Gracia en Londres era Antonio de la Ronha, un judío erudito que era pariente de Gracia. Él tenía la tarea de ayudar a los refugiados judíos a recuperar las propiedades que se habían visto obligados a abandonar.
Una vez que llegaban a los Países Bajos, muchos judíos secretos tenían trabajo en los depósitos y en los negocios de Gracia hasta que podían ser enviados a lugares más seguros en Italia o Turquía. Los agentes de Gracia instruían a los judíos respecto a qué caminos debían usar y en qué posadas era seguro detenerse. Ellos confiaban en una red de aliados. En Venecia, un impresor no judío llamado Daniel Bomberg, especializado en imprimir libros hebreos, recibió las propiedades de los judíos que huían y las devolvía a sus dueños cuando llegaban a la relativa seguridad de Italia.
Al escribir en 1946, el conocido historiador británico Cecil Roth señaló que Gracia era “el cerebro detrás de toda esa elaborada organización” y que “no hubo nada similar en la historia judía, o quizás en la historia general, hasta nuestros días en que se organizó la “vía clandestina” para salvar a los judíos del infierno nazi y de la Europa post-nazi y asegurar su ingreso… a la Tierra de Israel”.
En Amberes, la enorme riqueza de Gracia atrajo mucho la atención de reyes y príncipes. El emperador Carlos V quiso que la hija de Gracia se casara con un hombre de su corte para apoderarse de la riqueza de la familia. Gracia dijo que deseaba visitar un balneario en Francia y huyó con su hija y tantos bienes como pudo llevarse. Desde Francia viajó a Italia y se estableció en Venecia, desde donde volvió a establecer su empresa comercial.
El emperador Carlos V
Aunque en Venecia los judíos vivían abiertamente, confinados a una horrible isla llamada el Gueto, Gracia no pudo revelar su judaísmo públicamente. Hacerlo hubiera implicado el fin de su actividad comercial. De hecho, es posible que en Venecia Gracia haya sido detenida y permaneciera brevemente en prisión tras ser acusada de ser una judía secreta. Ella comenzó con un plan clandestino para transferir su riqueza a Turquía, con la idea de llegar eventualmente a vivir allí. En esa época Turquía recibía a los judíos que habían sido expulsados de Europa. Es conocido que el Sultán Bajazet II declaró que no podía entender los motivos del Rey Fernando de España, que decretó la expulsión de los judíos de España en 1492. “¿Cómo pueden decir que Fernando es ‘sabio’, cuando empobreció su dominio para enriquecer el mío?”, preguntó el Sultán cuando los judíos educados y trabajadores de Europa partían hacia tierras otomanas.
La vida de Gracia en Venecia fue precaria. En 1550 las autoridades de Venecia comenzaron a juzgar a los judíos secretos y Gracia, junto con su cuñada, su hija y su sobrina, huyeron al pueblo italiano de Ferrara. Allí, por primera vez en su vida, Gracia declaró públicamente su judaísmo usando su nombre Gracia. Ella también cambió su apellido a su apellido hebreo Nasí. Cuando su sobrino Joao visitó a Gracia, también él adoptó el apellido Nasí y cambió su primer nombre a Samuel. En Ferrara, Gracia ayudó a los eruditos judíos locales y pagó por la primera traducción de la Torá al español.
Esta paz y felicidad fue breve. En 1551 comenzó una plaga en Ferrara. Los oficiales de la ciudad culparon a los judíos y los obligaron a abandonar el lugar. Gracia decidió que había llegado el momento. Ella navegó a Constantinopla, el centro del Imperio otomano. Allí estableció su hogar viviendo como una judía orgullosa. Continuó dirigiendo su imperio comercial con sus rutas secretas transportando a judíos hacia la libertad, pero por primera vez Gracia pudo apoyar públicamente también a judíos y a organizaciones judías.
Cada día llegaban 80 personas pobres a recibir comida gratis en su enorme palacio. Gracia pagó para redimir esclavos judíos que habían sido atrapados por los piratas. Cuando Turquía experimentó un invierno terriblemente frio en 1567, ella pagó para ayudar a que los judíos pobres del imperio tuvieran ropa y calefacción. Gracia mantuvo hospitales, caridades, escuelas y sinagogas por todas las tierras otomanas.
Uno de los proyectos favoritos de Gracia fue una sinagoga y ieshivá que ella estableció en el centro de Constantinopla, que fue conocida como la Sinagoga de la Señora. Previamente, la tradición local dictaba que los judíos de Constantinopla rezaban en la única sinagoga a la que pertenecía su familia. Pero la sinagoga de Gracia era diferente: estaba abierta a todos los judíos, todos daban la bienvenida a todos, fueran o no miembros.
La sinagoga Señora en Izmir en la actualidad.
En 1559, Gracia estableció una sinagoga en Salónica, Grecia, una ciudad en la que encontraron refugio muchos judíos secretos de España. Conocida como la Sinagoga “Gracia”, también estaba específicamente abierta a todos los judíos, fueran o no miembros. Gracia también estableció un kolel, o academia rabínica, en Salónica, donde los rabinos y eruditos de la ciudad se turnaban para estudiar los textos judíos.
Quizás el proyecto más ambicioso de Gracia fue ayudar a la manutención de la comunidad judía en Israel.
Quizás el proyecto más ambicioso de Gracia fue ayudar a la manutención de la comunidad judía en Israel. Ella pidió permiso al Sultán para reestablecer a los judíos españoles en Tiberias, una antigua ciudad al norte de Israel, y él accedió. Gracia se hizo cargo de los gastos y construyó allí un floreciente asentamiento, además de ayudar a los judíos que vivían en la región. Gracia se hizo construir una gran casa en Tiberias y le pidió al Sultán permiso para irse a la Tierra Santa.
Pero antes, Gracia tenía que cumplir con una promesa. Años antes, ella le había prometido a su esposo Francisco que haría todo lo que estuviera a su alcance para que lo enterraran en Israel. Ahora, con enormes dificultades, logró sacar su cuerpo de la tumba en el cementerio de la iglesia en Lisboa en donde estaba enterrado y trasladarlo a Israel, donde lo enterraron en Tiberias.
Lamentablemente Gracia nunca tuvo la oportunidad de seguirlo. Ella se enfermó y se alejó de la vida pública. Vivió en Constantinopla sus últimos años con un precario estado de salud. Gracia falleció alrededor del año 1569, una de las figuras más amadas en todo el mundo judío.
En toda Europa y en el Medio Oriente hubo homenajes a Gracia Nasí. Uno de los homenajes más famosos fue un poema escrito por el gran poeta Saadia Longo, quien había huido de la Inquisición española siendo un niño y se estableció con su familia en Salónica, donde fue testigo de la generosidad y de la ayuda que Gracia brindaba a los judíos. En su oda: “Doña Gracia y la Casa del Nasí”, él compara el fallecimiento de Gracia con algunas de las mayores calamidades de la historia judía. “Ella allanó el camino en el desierto… el pasaje hacia un Dios impresionante”, afirmó. Ese camino que Gracia Nasí preparó permitió que miles de judíos escaparan de la persecución y de la muerte en manos de la Inquisición y pudieran construir vidas seguras. Su heroísmo merece ser conocido y divulgado.
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