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LEVÍTICO 22:26-23:44
Durante cuarenta años, mientras nuestros antepasados atravesaban el desierto de Sinaí antes de entrar a la Tierra Santa, milagrosas «nubes de la gloria» los rodeaban y cubrían, protegiéndolos de los peligros y malestares del desierto. Desde entonces, recordamos la bondad de Di-s y reafirmamos nuestra confianza en su providencia morando en una sucá–una choza de construcción temporal cubierta con un techo de ramas—durante el festival de Sucot (Tishrei 15-21). Por siete días y noches, comemos todas nuestras comidas en la sucá y actuamos como si ella fuera nuestro hogar.
Otra observancia de Sucot es la de tomar las Cuatro especies: etrog (cidra), lulav (palmera), tres hadasim (ramitas de mirto) y dos aravot (ramitas de sauce). En cada día de la festividad (excepto Shabat), tomamos las cuatro especies, recitamos una bendición sobre ellas, las unimos en nuestras manos y las agitamos en seis direcciones: derecha, izquierda, adelante, atrás, hacia arriba y hacia abajo. El Midrash nos dice que las cuatro especies representan a los diversos tipos y personalidades del pueblo judío, lo que acentúa la unidad que remarcamos en Sucot.
Sucot también se llama La Época de Nuestra Alegría; de hecho, una alegría especial impregna la festividad. Cada noche celebramos la Extracción de Agua, evocando las noches de alegría en el Templo Santo con motivo de la extracción de agua para ser usada en el servicio de la festividad, llenando las sinagogas y las calles de canciones, música y bailes hasta el amanecer.
El séptimo día de Sucot se llama Hoshana Raba («Gran salvación») y cierra el período del Juicio Divino comenzado en Rosh HaShana.
UNION VERDADERA
El Etrog (cítrico) tiene sabor y aroma y simboliza al judío que tiene estudios de Torá y buenos actos; el Hadas (mirto) tiene aroma pero no sabor y representa al judío que tiene estudios de Torá pero no tiene buenos actos; el Lulav (rama de palmera datilera) tiene sabor pero no tiene aroma y representa al judío que tiene buenos actos pero carece de estudios de Torá y la Aravá (sauce) que no tiene sabor ni aroma representa al judío que no tiene estudios de Torá ni buenos actos.
Sin embargo si una de estas especies falta no se puede realizar la bendición.
Y este es el mensaje de Sucot. Los judíos, si están unidos, sin importar su nivel de conocimientos o de conducta, pueden ser bendecidos.
Que este año, a través de la unión verdadera seamos bendecidos con salud, parnasá, paz y la suprema bendició de la Redención completa de la mano de nuestro Justo Mesías.
TODOS UNIDOS
En Sucot es costumbre tomar las cuatro especies: el etrog (cítrico), el hadas (mirto), la aravá (sauce) y el lulav (rama de palmera) y pronunciar una bendición sobre ellas. Cada una de estas especies simbolizan una clase diferente de judío: el etrog, que tiene sabor y aroma es el judío que tiene estudio de Torá y buenas acciones; el hadas, que tiene aroma pero no sabor es el judío que carece de estudio de Torá pero está lleno de buenas acciones; el lulav, que tiene sabor, pero no aroma es el judío que estudia Torá pero carece de buenas acciones; y la aravá, que carece de sabor y aroma es el judío que no tiene estudio de Torá ni buenas acciones. Sin embargo, para pronunciar la bendición, no puede faltar ninguna de las especies, y no solo eso, sino que deben estar unidas. Es que a pesar de las diferencias en cuanto al nivel de estudio y la cantidad de buenas acciones, el pueblo judío es una unidad.
La Suca de Aluminio
By Avraham Berkowitz
Después de setenta años de Comunismo, construir una Sucá en público en Rusia es como disolver la nieve al final del invierno. Incluso en los puntos más lejanos de Siberia se enciende el corazón judío.
En los últimos quince años, el Judaísmo ha resurgido en Rusia- y cuando se trata de Sucot, es realmente un milagro abierto, ya que esta fiesta había quedado completamente olvidada debido a los peligros y riesgos que significaban intentar poner una Sucá u obtener un lulav y etrog.
Quiero compartir con ustedes una historia que oí hace unas semanas, cuando visitaba Kazan, Rusia, una ciudad en la región musulmana de Tatarstan.
Después de los rezos matutinos, el Rabino de Kazan, Itzjak Garelik, me presentó a Moshe Adinov, un dentista local de 65 años, participante regular del minián(quórum de diez hombres judíos) diario. Le pregunté cómo es que viene al shul todos los días. Él me contó la historia de Sucot que les relataré:
“Mi padre era Don Najum Eliahu Adinov. Era un sofer (escriba religioso) en Kazan antes de la Segunda Guerra Mundial. Él cuidaba las tradiciones en nuestro hogar. No había escuela judía. Yo debía ir a la escuela pública en Shabat. La tradición se con el tiempo debilitó. No obstante, recuerdo que crecí con todas las costumbres y fiestas judías como era posible.
“Mi padre tenía miedo por mi futuro. Siempre me advirtió no contar lo que hacíamos en casa. No me habrían aceptado en la universidad siendo un judío practicante.
“Vivíamos en una casa de madera pequeña- no en un apartamento como la mayoría de la gente. Teníamos un “besedka”, un porche, en la parte de atrás de la casa. Todos los años celebrábamos Sucot. Mi padre cubría el tejado con hojas y follaje. Invitábamos a muchos judíos. El secreto era que la única Sucá del pueblo estaba en nuestra casa. Mi padre hacía kidush, contaba historias y esta memoria de Sucot siempre me acompañó.
“Mi padre se murió en 1965, y yo heredé la casa. Quise guardar esa tradición de Sucot. Pensé que debido a sus medios limitados, mi padre ponía árboles y follaje. ¡Quise mejorarla! Tenía amigos en la industria siderúrgica, y desde 1965, colocaba un tejado de aluminio macizo en el “besedka”. Estaba orgulloso de continuar la tradición de mi padre.”
“En 1998, Jabad Lubavitch envió al Rabino Itzjak Garelik aquí. Era tan bonito tener una familia judía que celebrara en público lo que siempre hice en secreto. Era increíble para mí. Ese año, el Rabino Garelik me dijo: ‘¡Reb Moshe, mañana por la noche es Sucot- quiero que usted venga a la Sucá que construimos!’. Cuando llegué a la Sucá, vi al Rabino rodeado de una vajilla fina, sosteniendo un vaso desbordante de vino, velas que brillaban- ¡y follaje, ramas y árboles sobre su cabeza!
“No pude contener mi emoción. Empecé a llorar. Comprendí de repente que lo que mi padre hacía era la manera correcta, y durante los últimos 30 años- poniendo un tejado aluminio- no estaba haciendo lo correcto. ¡Sólo quería hacer que la Sucá fuera más bonita!
“El Rabino Garelik me pidió que contara mi historia, y entonces me dijo: ‘ Su padre está mirando desde el Cielo con todos los grandes judíos del pasado y sonriendo- y le prometo, Di-s tenía sumo placer de la belleza de su Sucá con tejado aluminio, porque usted lo hizo con amor y sinceridad’. Desde entonces, he continuado aprendiendo nuestras tradiciones. Yo y mi familia somos parte de la comunidad y hoy celebramos todas las fiestas”
Ésta es la verdadera historia de Sucot en Rusia: Así como la chispa del Judaísmo nunca pudo ser apagada por el Comunismo, también Sucot pudo permanecer en pie
(Extraído de www.es.chabad.org)
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