En julio de 1938, el presidente de EE. UU. Franklin Roosevelt convocó a una conferencia mundial para ayudar a resolver la persecución que sufrían los judíos alemanes desde que los nazis habían tomado el poder en 1933 en Alemania. Se podría obviamente escribir un libro sobre esta Conferencia que se realizó en Francia, concretamente en Evian. Pero lo que hoy interesa como memoria viva de ese encuentro internacional, es que se reunieron durante muchos meses, participaron 32 países, nadie salvo alguna excepción latinoamericana acotada aceptó recibir judíos alemanes atrapados por los nazis, que la Conferencia finalmente resolvió un cuarto intermedio que todavía hoy en 2023 no se ha levantado, y que Hitler expresó que era evidente que su política antisemita tenía eco ya que quedaba demostrado que a nadie le importaba lo que le estaba sucediendo a los judíos. Ya sabemos que esa indiferencia rellena de maldad logró hacer que los nazis sintieran que podían perpetrar el Holocausto sin dificultades. Tanto es así, que tuvieron verdugos voluntarios colaboracionistas para ejecutar la Shoá, en Francia, Noruega, Bélgica, Holanda, Hungría, Letonia, Lituania, Estonia, Ucrania, Croacia, Rumania, etc. Sin embargo, aunque ese cuarto intermedio de 1938 no se levantó, y poco después llegaría el pogromo del 9 de noviembre, 85 años después, se ha emulado en esta semana a Evian, dos veces. Después que el 7 de octubre, Hamas perpetró el pogromo que no se sabe cuántos asesinados dejó porque todavía se tienen que seguir buscando el ADN en trozos de cuerpos mutilados por los criminales.
Este pasado fin de semana, Egipto fue sede de una reunión llamada “Conferencia por la paz”. Hubo 32 países asistentes, todos presuntamente preocupados no por la matanza del 7 de octubre en Israel, no por los casi 5 mil heridos, no por los 220 rehenes de casi 40 países que, de estar vivos, padecen el cautiverio de estos verdugos, sino por el estado de la población civil de Gaza. Población cautiva de Hamas, desde que, en 2007, el grupo apoyado por su mentor Irán, dio un golpe de estado, echó a Abbas y su Autoridad Palestina e instaló una dictadura copiada de ISIS, donde los homosexuales son ejecutados, las mujeres no tienen derecho alguno, y los 2 billones de dólares que les da Qatar por año, se lo reparten entre los 20 mil miembros de Hamas y obviamente los líderes que viven en los palacios del Emir de Qatar.
Dos países estaban muy preocupados este sábado pasado en que se hiciera un alto el fuego. Raro. Porque esos dos países Egipto y Jordania saben muy bien que desde el 7 de octubre entre Hamas e Hezbola han lanzado desde el Líbano y Gaza respectivamente más de 8 mil cohetes contra civiles israelíes. Pero de eso, no era esta conferencia de paz. De que Israel ha debido desplazar 200 mil ciudadanos para no ser víctima de los cohetes tampoco era tema. Lo esencial era: culpar a las víctimas y exculpar al victimario. Y agregarle barbarie política: Egipto y Jordania dijeron bien claro y sin un mínimo pudor que de ninguna manera iban a aceptar palestinos de Gaza en sus países. Pensándolo bien, es muy lógico. En 1970, hace 53 años, el padre del actual rey de Jordania, cansado de los palestinos que tenía en su territorio y que según él causaban desorden y sublevaciones, decidió hacer una matanza llamada Setiembre Negro. En setiembre de 1970 Jordania asesinó tres mil palestinos. ¿Reuniones de la ONU condenando la barbarie? Cero. ¿La Liga Árabe? Silencio. No es de ahora, es de siempre: Jordania y Egipto rechazan a los palestinos, pero la culpa es de Israel, faltaba más. La conferencia del sábado pasado no tuvo declaración final (como en Evian 1938), Maduro dijo que no se tomaron resoluciones por culpa de la Unión Europea, pero lo dijo bien lejos y para que no deje de llegarle los dinerillos de Irán, Qatar y sus otros amigos, y el secretario general de la ONU dijo que había una crisis humanitaria. ¿En Israel por los desplazados, los asesinados, los rehenes que tomó Hamas? De ninguna manera. Guterres dijo que había crisis humanitaria en Gaza. Pero no preguntó donde están los 2 billones de dólares que llegan desde Qatar. La ordalía de hipocresía tuvo además un protagonista agregado. Poco antes de la reunión de Egipto, la Yihad Islámica lanzó uno de los tantos cohetes diarios que tira contra Israel, pero falló y pegó en las afueras de un hospital en Gaza y hasta hoy no se sabe si hubo 30 o 40 o 50 fallecidos. Hamas anunció que Israel bombardeó un hospital y en diez minutos desde Gaza informaron de 500 muertos. Con una celeridad digna de algunos superhéroes de cartón y comics, los gobiernos árabes, Rusia, China, las dictaduras latinoamericanas, y los medios de comunicación de gran porte de Europa y Estados Unidos compraron esa información como válida sin chequear nada y sin importarles que venía de un “Ministerio de Salud” de Hamas que sólo existe en la imaginación. El titular quedó impregnado. Franceses, españoles, norteamericanos como el aberrante New York Times no les importó que en menos de 4 horas estaba totalmente comprobado que la información era falsa. Y obviamente, el secretario general de la ONU también compró. Así que en Egipto finalmente se reunieron para abandonar a los palestinos de Gaza, para escupir sobre los asesinados en Israel, para olvidarse que hay 220 rehenes en manos de asesinos, y para repetir una mentira mil veces a ver si con eso logran más incitación al odio. Tarea cumplida. Como en Evian.
Este martes se reunió el Consejo de Seguridad. Para la nada total, ya que es demasiado obvio que la ONU es de papel pintado. Pero ahí sí el secretario general cruzó todas las líneas rojas. Ya lo venía haciendo hace mucho, desde el 7 de octubre venía acercándose al límite de lo tolerable, pero el martes decidió decir que en la defensa de Israel contra Hamas por la agresión recibida hay “dos partes en pugna”, y que lo sucedido tiene un contexto histórico que llevó a la matanza hecha por Hamas. Israel ha pedido su renuncia. Da lo mismo. Si está o no está, sólo hace daño verbal y no cumple función alguna. Pasan delante de sus narices las barbaries rusas, el genocidio de los tutsis en Yemen, la destrucción de Siria, y Guterres habla, mientras no lo escucha nadie. Pero este martes llegó al agravio, la falacia y a la burla. Sus palabras asesinaron de vuelta a los civiles israelíes y demuestra que nada se puede hacer por los secuestrados por parte del burdo organismo que le paga su bienestar y él cree que lo dirige. Y además se enojó por las críticas porque dijo que fue mal interpretado. Lo que dijo está muy bien interpretado y traducido a varios idiomas.
Yossi Klein Haleví, codirector del Instituto Hartman por la Paz escribió un extenso editorial con la profundidad de pensamiento que lo caracteriza. Su último párrafo dice.” La historia impone a los judíos la responsabilidad de enfrentar las consecuencias morales de tener fuerza. El 7 de octubre no fue una agresión a la fuerza judía sino un recordatorio de la necesidad de tener fuerza. En un mundo en el cual perviven enemigos que persiguen perpetrar otra vez un genocidio contra nosotros, que el pueblo judío no tuviera fuerza y poder sería un pecado”. La máquina de la ONU, Rusia, Turquía, China, Irán, Malasia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, los Petro de América Latina y de Europa, no pueden soportar que Israel exista, que sea fuerte, que sea resiliente, que afronte guerra tras guerra y se levante, y por eso, no ocultan esta vez por qué no condenan las bestialidades de Hamas. Porque nos duela o no, les duela o no, la realidad es que estarían dispuestos a la mirada cómplice de un intento genocida que bien menciona Klein Haleví.
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