En momentos que estamos iniciando esta columna estamos a un día de la primera etapa del proceso acordado para liberar rehenes en manos de Hamas a cambio de presos terroristas cumpliendo penas de prisión en Israel. Negociaciones que empezaron 48 horas después del pogromo del 7 de octubre y del secuestro por parte de Hamas de 240 personas, desde bebés a ancianos. Que las negociaciones hayan tenido como protagonista central a Qatar junto a EE. UU., Israel, Hamas, y Egipto, demuestra varias cosas, pero fundamentalmente que los que deberían solucionar los graves problemas mundiales, o sea ONU y sus agencias, son hoy más un estorbo muy costoso que otra cosa.
De las reuniones del Consejo de Seguridad desde el 7 de octubre a la fecha, queremos tomar como ejemplo para lo antedicho, una de ellas, del 15 de noviembre. Por 12 votos a favor y 3 abstenciones (EE. UU., Inglaterra y Rusia) se aprobó (aunque a nadie se le ocurrió que podría ser implementado) entre otras decisiones que se impusieran pausas humanitarias extensas en Gaza y la liberación total e incondicional de todos los rehenes. En el texto no se mencionó para nada la masacre del 7 de octubre. Rusia se abstuvo porque la resolución no exigía un cese del fuego humanitario. No es una abstención ridícula sino perversa. Rusia que pidió humanidad cuando hace 21 meses invadió Ucrania y en los primeros meses bombardeaba hospitales asesinando a todos los enfermos, médicos y enfermeras que allí se encontraban. Estados Unidos consideró inaceptable que no hubiera una condena a la barbarie cometida por Hamas, e Inglaterra hizo lo mismo, señalando que es inadmisible que ni se mencione la matanza. Este circo se quedó apenas con payasos que sólo hacen llorar. El Consejo de Seguridad no exigió la liberación de los rehenes, sino que apenas exhortó. Y siendo (hoy sólo en teoría) el máximo organismo mundial para mantenimiento de la paz y la seguridad, por omisión intencional avaló los crímenes de Hamas contra civiles.
Mientras, se hacían negociaciones para la real liberación de rehenes. Y obviamente la ONU no tuvo arte ni parte. El proceso empezó con la mayor complejidad posible. Qatar, un emirato que sólo a Hamas le regala dos mil millones de dólares por año, que apoya todo el terrorismo que se le acerca, que aloja a los líderes de Hamas, es el eje de estas negociaciones. Y como de salvar vidas se trata, Israel no puede analizar mucho quién puede traer de vuelta a sus niños, mujeres, ancianos, atrapados en circunstancias inimaginables. Y sentándose entre enemigos, con los apoyos y presión de EE. UU. y Egipto, mañana quizás sabremos si una parte de los cautivos volverá entre mañana y el lunes de vuelta a casa.
Este martes pasado, y sabiendo que era inminente el anuncio de liberación de un grupo de secuestrados, la Embajadora de EE. UU. en Naciones Unidos, levantó el tono en una reunión del Consejo de Seguridad (una más y siempre restando valor). Volvió a reprochar el intencional olvido del 7 de octubre y la negativa a condenar a Hamas. Fue muy dura describiendo que los niños fueron ejecutados delante de sus padres, que familias enteras habían sido quemadas, y subrayó las violaciones y degradaciones que sufrieron las jóvenes y las mujeres, algo sobre lo cual el feminismo caviar del mundo ha hecho cuidadoso silencio, porque al fin y al cabo las que sufrieron semejantes brutalidades son judías, y parece que esos movimientos feministas, además de su dudosa autoridad moral, discriminan. La Embajadora de EE. UU. en la ONU se preguntó en voz alta dónde estaba el enojo y la furia del mundo ante tanta maldad y el silencio absoluto mientras caen cohetes en ciudades israelíes sin parar. Nadie le contestó. Hamas volvió a recibir respaldo. Y no solo ese. El lunes pasado, Día Internacional del Niño, UNICEF hizo silencio. No se acordó que bebés y niños fueron degollados y quemados el 7 de octubre en Israel. Menos se acordó que hay por lo menos 40 niños cautivos de Hamas. Otro respaldo al terrorismo. UNICEF tampoco ha denunciado que los niños palestinos son usados como escudos humanos. Ahora no es una denuncia, ahora se ha demostrado, una vez que el ejército israelí ha entrado en cientos y cientos de túneles en Gaza, que los arsenales y todo su equipamiento estaban desde hace más de una década debajo de hospitales, escuelas y edificios en barrios residenciales. Los adultos también son escudos humanos. La Unión Europea lo ha tenido que admitir, pero en los organismos internacionales callan despiadadamente.
Crímenes de guerra de acuerdo con el Derecho Internacional (eso que existe, pero no para potencias con veto en el Consejo de Seguridad, que además respaldan al terrorismo) son la toma y ejecución de rehenes; la devastación. Hamas cometió crímenes de guerra, pero Hamas es un grupo terrorista con miles de hombres armados y equipados por otros países, que no van a pagar precio alguno por hacer perpetrar tales crímenes.
Sin embargo, el coro bastante amplio que ni menciona la masacre del 7 de octubre, ha expresado que Israel podría estar cometiendo un crimen de guerra atacando el hospital Al Shifa, el más grande de Gaza. Pero resultó al revés. Israel no atacó el hospital, ayudó a evacuarlo, trajo incubadoras para trasladar bebés. Lo que también hizo fue filmar el enorme e interminable túnel que hay debajo del hospital que no sólo tenía el mayor arsenal de armas de Hamas, sino que fue usado (y así lo demuestran las cámaras del propio hospital) para llevar secuestrados. En 2014, Amnesty denunció que Hamas utilizaba este hospital para interrogar y torturar a sus enemigos. Nada llamado Consejo de Seguridad siquiera intentó comprobarlo. El director del hospital ¿no sabía? Por supuesto que sí. Muhammed Abu Salmiya, que así se llama, es cómplice de cometer crímenes de guerra. Sabía perfectamente lo que había debajo del hospital y vio cómo llevaron a los rehenes. Sin embargo, se ha dedicado a dar cifras sin pruebas de heridos como si fuera una agencia de noticias. Y peor aún, varias agencias internacionales lo tomaron como fuente, hasta que las cámaras que Israel expuso al mundo dejaron toda la trama al descubierto y clara. Ya no sólo los niños y los adultos han sido y serán siempre que puedan obligarlos, escudos humanos de asesinos, los enfermos de los hospitales también. El mayor cómplice del director de Al Shifa es la OMS y su director, Tedros Ghebreysus, de siniestro recuerdo durante la pandemia. Israel ha sido contundente: “Ahora resulta definitivamente claro que la OMS, responsable de los hospitales en Gaza, miró al costado sabiendo que los centros de salud eran centros de preparación de terrorismo y de retención de enfermos como escudos humanos”. La ONU al servicio de Hamas, Yihad Islámica. No es nuevo, no es una sorpresa. Sólo que ahora las pruebas son contundentes porque está todo filmado, grabado y registrado. En este marco de oprobio internacional y de antisemitismo desatado en todos los continentes, se fue avanzando con dificultades de todo tipo y color, en liberar a los rehenes. Lo que empieza a suceder quizás mañana es una primera etapa de un proceso que puede ser muy largo. Hamas quiere recuperar sus presos para renovar su grupo con más asesinos, Qatar quiere mostrar que sólo su emir y asociados pueden resolver algo tan difícil, riesgoso e inseguro. Hamas no va a modificar un ápice sus objetivos genocidas. Israel lo sabe, pero, una vez más, ante varias disyuntivas y en un contexto inédito, hace primar la vida, que es un valor primario para el pueblo judío. Los que quieren destruir a Israel creen que salvaguardar la vida es una debilidad. La historia ha demostrado que se equivocan. Mientras tanto, Israel debe pagar muy caro y bastante solo tener esos valores. Después de 3 mil años estamos vivos para defenderlos. Los otros, no.
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