¿Cuál era realmente la lucha entre los judíos y los griegos?
Hay una idea errónea respecto a que Janucá fue una revuelta contra la ocupación griega de Israel, pero no fue así. Transcurrió más de siglo y medio desde la llegada de Alejandro Magno a Israel y la revuelta de los macabeos a mediados del siglo II AEC. La ocupación física no fue el tema central de la revuelta. Fue un problema ideológico.
Para entender esto, necesitamos entender cuán diferentes eran los judíos no sólo de los griegos, sino de todo el mundo.
En este período de la historia humana, todos eran religiosos. Pero todas las religiones eran politeístas. Diferentes culturas e imperios adoraban diferentes dioses, pero todos creían que el mundo estaba repleto de deidades. Para los griegos, Zeus era el dios de los cielos, Poseidón era el dios del mar, y cada fuerza de la naturaleza tenía su propia deidad. Los antiguos griegos pueden haber adorado dioses diferentes que los egipcios e incluso pueden haber considerado que sus dioses eran superiores, pero nunca negaron los dioses de los otros pueblos.
El judaísmo era radicalmente diferente de todas las otras religiones, y los judíos se negaban a reconocer o a servir a los dioses de cualquier otro pueblo.
En medio de este vasto mundo politeísta había un pequeño pueblo judío con su singular creencia en un Dios, que era el único Dios, y el Dios de todo. El judaísmo era radicalmente diferente de todas las otras religiones, y los judíos se negaban a reconocer o a servir a los dioses de cualquier otro pueblo. A los otros pueblos del mundo esto les parecía muy extraño, arrogante y elitista. No sorprende que creara sospechas y enojo hacia los judíos, especialmente entre los griegos.
También tenemos que entender que los griegos no eran sólo imperialistas físicos, sino también culturales. Ellos no sólo conquistaban y subyugaban a otros pueblos, sino que exportaban su cultura a los pueblos que conquistaban, muchos de los cuales adoptaron de buena gana lo que consideraban que era una cultura superior. En el vasto mundo de los imperios griegos, los judíos eran los únicos que se quedaban afuera. La mayoría de los judíos se negaban a aceptar los dioses y la cultura griega.
Los griegos consideraron que eso no sólo era un insulto, sino también una traición. ¿Cómo podemos confiar en estos judíos si rechazan obstinadamente nuestra cultura?
Esta lucha cultural finalmente llevó al imperio griego seléucida a hacer algo que nunca antes había hecho: ir en contra del judaísmo, la religión de los judíos, en un intento de obligarlos a asimilarse.
El Segundo Libro de los macabeos registra:
«No mucho después de esto, el rey envió a un senador ateniense para obligar a los judíos a abandonar las leyes de sus padres y dejar de vivir de acuerdo con las leyes de Dios, y también a impurificar el templo en Jerusalem y llamarlo el templo de Zeus Olímpico…»(1)
Fue precisamente esta persecución religiosa, un intento de aplastar el judaísmo y obligar a los judíos a hacer idolatría, lo que eventualmente llevó a Matitiahu, el padre de los cinco hermanos macabeos, a levantarse desafiando abiertamente la opresión griega y liderar la revuelta.
«Incluso si todas las naciones que viven bajo el gobierno del rey lo obedecen, y eligieron cumplir sus órdenes, alejándose cada uno de la religión de sus ancestros, de todos modos yo y mis hijos y mis hermanos viviremos de acuerdo con el pacto que hicieron nuestros padres… No obedeceremos la palabra del rey para alejarnos de nuestra religión hacia la derecha ni hacia la izquierda».(2)
¿Qué ocurrió con los Macabeos?
La historia de los macabeos es una historia de gran heroísmo y sacrificio, pero también de corrupción y tragedia. Los cinco hijos de Matitiahu dirigieron la lucha contra los griegos que duró 25 años. Durante este largo conflicto, cuatro de los hermanos murieron o fueron asesinados en la batalla.
El único hermano que sobrevivió, Shimón, finalmente obtuvo la independencia de los griegos y estableció una dinastía, conocida como la dinastía de los jashmonaim, que duró 103 años. Durante un siglo Israel tuvo independencia y los descendientes de Shimón asumieron los roles de Gran Sacerdote y reyes de Israel. Como descendientes de Aharón, el hermano de Moshé, ellos podían ejercer el sacerdocio, pero no tenían derecho al reinado, que era un puesto que sólo podían ocupar los descendientes del rey David.
Las luchas de poder dentro de la familia eventualmente degeneraron en una guerra civil que abrió la puerta a la conquista romana de Israel.
Trágicamente, los gobernadores posteriores de los macabeos no sólo se corrompieron completamente por su poder, sino que terminaron persiguiendo a los líderes rabínicos que sus ancestros sacrificaron sus vidas por preservar. Las luchas de poder dentro de la familia eventualmente degeneraron en una guerra civil que abrió la puerta a la conquista romana de Israel en el año 63 AEC y también llevó al fin de los jashmonaim en el año 37 AEC cuando los romanos designaron a Herodes el Grande como rey de Israel.
Herodes, descendiente de no judíos, tenía todavía menos derecho que los macabeos a ocupar el trono. Para compensar su falta de legitimidad, Herodes se casó con la única descendiente mujer que quedaba viva de los macabeos, Miriam. El historiador Flavio Iosefo escribe que Herodes, obsesivamente paranoide, celoso e impulsivo, eventualmente ordenó que la ejecutaran. También hizo matar a los dos hijos que ella le había dado así como al hermano de Miriam, el Gran Sacerdote Aristóbulo. Los macabeos dejaron de existir.(3)
El relato talmúdico del fin de los jashmonaim difiere en cuanto que no menciona el matrimonio de Herodes con Miriam ni su asesinato, sino que dice que la última mujer que quedaba de los macabeos se suicidó antes de casarse con Herodes.(4) Sin importar cuál versión elijas, la familia de los macabeos tuvo un final trágico hace más de 2.000 años.
¿Por qué el foco de atención es el pequeño milagro del aceite? ¿Acaso la victoria militar no fue un milagro más grande?
En el Talmud hay sólo una breve referencia a Janucá y, sorprendentemente, se enfoca más en el aceite que en la revuelta misma:
«Cuando los griegos entraron al Santuario, profanaron todo el aceite que había en el Santuario. Cuando los jashmonaim vencieron a los griegos, buscaron y sólo encontraron una vasija de aceite que tenía intacto el sello del Gran Sacerdote, lo único que los griegos no habían profanado. Allí había suficiente aceite para encender el candelabro sólo por un día. Ocurrió un milagro y el aceite ardió durante ocho días. Al año siguiente, los Sabios instituyeron estos días como festividad con la recitación del Halel y plegarias y bendiciones especiales de agradecimiento».(5)
Ahora que sabemos qué hubo realmente detrás de la revuelta, podemos entender por qué es así. La victoria militar del pequeño Israel contra la potencia mundial de Grecia sin duda fue un impresionante logro físico, pero el simbolismo de la luz de la menorá llega al eje de la lucha verdadera y la victoria real en un nivel mucho más profundo:
Janucá fue la primera guerra religiosa/ideológica de la historia. Era una batalla del paganismo contra la única fe monoteísta de la humanidad. Los griegos quisieron destruir al judaísmo, no a los judíos. A pesar de la belleza y la sofisticación de la cultura griega, su objetivo era apagar la luz del judaísmo, y por eso nos enfocamos en el milagro del aceite y nos referimos a la festividad como «la festividad de las luces».
La victoria militar permitió la independencia de Israel, pero eso no duró mucho. Lo que duró, y sigue durando hasta el día de hoy, fue la victoria espiritual. Las luces de Janucá que continúan brillando con fuerza durante la época más oscura del año representan el milagro real, la supervivencia de una fe y de un pueblo que ha transformado a la humanidad y lleva su luz a todo el mundo.
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