Hamas no es el representante de los palestinos ni de su lucha. Hamas es una dictadura que gobierna la Franja de Gaza a través de la violencia. Desde el año 2006 no hay elecciones en Palestina. En 2007 Hamas asesinó a la disidencia política y a los representantes políticos de la Autoridad Palestina, que es el gobierno legítimo de Palestina.
En Gaza no hay posibilidad de disidencias políticas. No se pueden realizar denuncias por corrupción, no hay límites institucionales al abuso de poder ni a la arbitrariedad. No hay elecciones –ni siquiera fraudulentas–. Hamas ejerce el poder hacia adentro, sobre la población palestina, mediante la violencia y el terror. Los disidentes son colgados en plazas. Los que tienen suerte simplemente van a la cárcel. Para colgar a alguien en una plaza alcanza con decir que son espías extranjeros o colaboradores de Israel. La condena se ejecuta sumariamente, sin pasar por un juicio que considere garantías y derechos de los acusados, ni contar con un camino procesal transparente, ni utilizar penas proporcionales. Nada que se parezca a un juicio real: son solo ejecuciones de disidentes políticos.
En un contexto así, ¿Acaso la población civil podría expresar públicamente algo distinto a la propaganda diseminada desde Hamas? En Gaza no hay espacio para las disidencias.
Imagínense qué sucedería si una organización terrorista –Hamas es así designada por la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Japón y varias docenas de países– tomara un territorio y se convirtiera en gobierno. Tenemos algunos ejemplos de esto: ISIS y los talibanes en Afganistán. La población vive bajo un terror constante. Pero, aunque no nos guste decirlo, para que cualquier gobierno pueda mantenerse en el poder –y más aún durante tanto tiempo–, no alcanza solo con la fuerza, también necesita lograr cierto apoyo o anuencia por parte de la población civil. Para hacerlo, se recurre al adoctrinamiento y a la maquinaria de propaganda y manipulación. Y ¿cuál es la receta mágica para persuadir a un pueblo entero de que todos sus padecimientos deben sobrellevarlos y seguir unidos bajo el mando de su líder cruel y violento? La misma de siempre: decir que un poder extranjero es la causa de todos sus males. En este caso, Israel.
Gaza ha recibido miles de millones de dólares en ayuda internacional. Se ha donado dinero para construir infraestructura, para mejorar la educación y salud de los gazatíes. Dado que hay solo unos dos millones de personas, se podría haber transformado ese lugar en un oasis. Pero, ¿adónde fue a parar el dinero?
Gran parte del dinero y los materiales provistos por el mundo para ayudar a los palestinos no llega a la gente que lo necesita: Hamas se queda con ellos. Los líderes de Hamas y sus familias viven con grandes lujos –incluso en el extranjero–. Lo demás se utiliza para la guerra y para realizar cierto clientelismo político, mientras mantienen al pueblo en la pobreza. Hamas no utiliza el dinero y recursos para verdaderamente ayudar a los palestinos, sino que los invierte para mantener el statu quo, que le es muy lucrativo.
Mosab Hassan Yousef, el hijo de uno de los fundadores de Hamas, que se ha vuelto crítico acérrimo de Hamas y ha provisto inteligencia sobre las operaciones internas de la organización, dice que Hamas se guía por la ecuación de “sangre por dinero”: cada vez que necesitan dinero derraman la sangre de niños.
Hamas no busca solucionar el sufrimiento de la población civil gazatí, sino ampliarlo, ya que a través de este logra obtener mayores ingresos. Por eso usan a la población como escudos humanos: para Hamas la población civil es desechable. Así, sus soldados no visten uniformes para distinguirse de los civiles y evitar que sean confundidos con ellos. Justamente se entremezclan con los civiles para ponerlos en peligro. No forman sus bases lejos de la población civil, sino que lo hacen dentro o debajo de hospitales, mezquitas y edificios residenciales. Allí tienen su armamento y desde esos lugares lanzan sus ataques contra Israel.
Esperan que o bien no haya un contraataque porque hay civiles alrededor o bien, si el contraataque sucede, que entonces la cantidad de víctimas civiles sea la más alta posible. Así pueden usar el dolor de las víctimas civiles para llevar su causa a nuevos donantes.
Para un civil es difícil entender que haya quienes puedan beneficiarse de la guerra o la violencia. Pero, por desgracia, esto es muy común: bandas de narcotraficantes, mafias armadas y crimen organizado hay en todas partes. En este caso, se agrega que Hamas ha conseguido poder político.
Si hay que liberar a Palestina, la pregunta es: ¿liberarla de quién? En 2005 Israel se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza sin pedir nada a cambio. Desde entonces la Franja de Gaza se gobierna de forma plenamente autónoma.
Yousef fue muy claro: “Hay que liberar a Palestina y a Gaza de Hamas”. Para que Palestina sea libre, lo que necesita es liberarse del terror y la corrupción de Hamas, que oprime a la población palestina. Quienes no digan esto abiertamente solo están apoyando a Hamas. Quienes no reconocen el robo, la corrupción, la violación de los derechos humanos, las ejecuciones sumarias, el uso de civiles como escudos humanos, la persecución de opositores, el adoctrinamiento y la difusión de propaganda por parte de Hamas, ni reconocen que esta es la razón de la situación terrible dentro de Gaza y que esta es generada por Hamas, apoyan que los palestinos sigan sufriendo bajo el gobierno del terror de la organización. Quienes repiten sin pensar “liberen a Palestina” frente a una embajada Israelí, pero no lo hacen frente a las delegaciones corruptas y violentas palestinas, defienden a Hamas.
Ninguna de las marchas pro-Palestina que han sucedido recientemente en múltiples ciudades del mundo ha criticado a Hamas. Por el contrario, algunas incluso han llamado a la Jihad Islámica y hasta han festejado el asesinato y la toma de rehenes de civiles israelíes, exhibiendo fotos y videos de los actos violentos y arrancando pósteres que pedían la devolución con vida de los rehenes. Estas expresiones no son pro-Palestina, sino que son proHamas. Debemos estar alertas para poner un freno a la propaganda de Hamas.
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