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| jueves diciembre 26, 2024

TETZAVE 5784


B’H

Éxodo 27:20-30:10

Di-s dice a Moshe que reciba de los Hijos de Israel aceite de oliva puro para la “llama eterna” de la Menorá que Aarón deberá encender todos los días, “desde la tarde hasta la mañana”.

Son descriptas las ropas sacerdotales que deberán ser vestidas por los Cohanim (sacerdotes) mientras realizan su servicio en el Santuario. Todos los Cohanim vestían: 1) ketonet – una túnica larga de lino; 2) mijnasaim – pantalones de lino; 3) mitznefet o migbaat – un turbante de lino; 4) avnet – un cinturón largo alrededor de las caderas.

Además, el Cohen Gadol (Sumo sacerdote) vestía: 5) efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; 6) joshen – una placa que iba pegada al pecho, donde había incrustadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; 7) meil – una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; 8) tzitz – una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Di-s”.

Esta sección también incluye las instrucciones detalladas de Di-s para los siete días de iniciación de Aarón y sus cuatro hijos – Nadav, Avihú, Elazar e Itamar – en el sacerdocio, y para la confección del Altar de Oro donde el ketoret (incienso) era quemado.

 

TRES HOMBRES, TRES ACTITUDES

 

  1. Hazte un arca de madera de ciprés… 22. Nóaj hizo todo lo que Dios le había mandado. (Génesis 6)
  2. Dios [entonces] dijo: “El clamor contra Sodoma es ciertamente grande… 23. Se presentó y dijo: “¿Realmente exterminarás al inocente junto con el culpable? (Génesis 18).
  3. Ahora, si Te place, por favor perdona su pecado. Si no, puedes borrarme del libro que has escrito”. (Éxodo 30)

Una particularidad de Parashá Tetzavé es que es la única, desde el comienzo de Shemot hasta el fin de la Torá en que no aparece el nombre de Moshé. ¿Cuál es el motivo?

Nuestros Sabios señalan la diferencia existente entre Noé y Abraham. Cuando Di-s comunica a Noé que debe hacer un Arca porque el mundo será destruido por un Diluvio, Noé se aboca a construir el Arca. Si alguien le preguntaba qué estaba haciendo, Noé simplemente informaba del inminente Diluvio.

Cuando Di-s comunica a Abraham su intención de destruir a Sodoma y Gomorra, Abraham discute con Di-s defendiendo a los habitantes de dichas ciudades.

Es innegable que ambos eran justos y cumplían con los mandamientos Divinos. Pero mientras uno se limitaba a cumplir pensando sólo en sí mismo y en su familia, el otro veía más allá de su persona, buscando también el bienestar de los demás.

Pero aun así, esto no es suficiente. Tuvo que venir Moisés para enseñarnos que el amor al prójimo debe llegar incluso al auto sacrificio. Hasta el punto de pedir que su nombre fuera borrado con tal que Di-s perdonara a Israel por el pecado del Becerro de Oro.

¿Quién es honrado?

Rav Jonathan Sacks

etzavé es la única sidrá desde el comienzo de Éxodo hasta el final de Deuteronomio que no contiene la palabra «Moshé». Por una vez Moshé, el héroe, el líder, el liberador, quien entregó la ley, está fuera del escenario. En cambio nos enfocamos en su hermano mayor, Aharón, quien por lo general se encuentra en segundo plano. De hecho, virtualmente toda la sidrá está dedicada al rol que Moshé no ocupó, salvo por un breve momento: el de sacerdote en general y gran sacerdote en particular.

¿Por qué? ¿Acaso la ausencia de Moshé de este pasaje tiene un significado mayor? Los comentaristas ofrecen muchas sugerencias. Rav Iaakov ben Asher (1270-1340, autor del código conocido como el «Tur»), relaciona la porción de esta semana con un evento al comienzo del liderazgo de Moshé: su encuentro con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3-4). Moshé expresó repetidamente su renuencia a asumir la misión de liderar al pueblo para salir de Egipto.

Finalmente leemos:

Pero Moshé dijo: «Por favor, Hashem, envía ahora por intermedio de quien has de enviar». Entonces se encendió la ira de Hashem contra Moshé y dijo: «¿No es Aharón tu hermano, el levi? Yo sé que él habla bien; además, he aquí que él saldrá a tu encuentro y al verte se alegrará en su corazón. Le hablarás y pondrás las palabras en su boca. Yo estaré con tu boca y con su boca y les enseñaré lo que deberán hacer» (Éxodo 4:13-15)

 

Los sabios dicen que estas dudas por parte de Moshé fueron lo que causaron que parte de su rol (como potencial gran sacerdote) le fuera quitado y otorgado a su hermano. Rav Iaakov ben Asher concluye que el nombre de Moshé no aparece en Tetzavé «para evitarle el dolor» de ver a Aharón adquirir la insignia del sacerdocio que podría haberle pertenecido a Moshé.

Sin negar esta ni otras explicaciones, puede que haya aquí un mensaje más fundamental. Como ya he mencionado, uno de los temas recurrentes en Génesis es la rivalidad fraterna, la hostilidad entre hermanos. La historia se relata cuatro veces, cada vez de forma más extensa: entre Caín y Hével, Itzjak e Ishmael, Iaakov y Esav y Iosef y sus hermanos.

En estas narrativas hay un patrón identificable, que puede verse mejor en la forma que termina cada historia. La historia de Caín y Hével termina con un asesinato, fratricidio. A Itzjak e Ishmael, aunque se separaron, volvemos a encontrarlos juntos en el funeral de Abraham. Evidentemente allí hubo una reconciliación, aunque esto se relata entre líneas (y es explicado en el Midrash), pero no directamente en el texto. Iaakov y Esav se encuentran, se abrazan y cada uno se va por su lado. Iosef y sus hermanos se reconcilian y viven juntos en paz. Iosef les provee alimento, tierra y protección., Génesis nos cuenta una historia de grandes consecuencias. La fraternidad, una de las palabras claves de la revolución francesa, no es algo simple ni directo. A menudo está repleta de conflictos y peleas. Sin embargo, lentamente los hermanos pueden aprender a estar presentes el uno para el otro. Con esta nota termina Génesis.

Pero este no es el fin de la historia. Hay un quinto capítulo: la relación entre Moshé y Aharón. Aquí, por primera vez, no hay ninguna alusión a la rivalidad fraterna (un poco se desarrolló más tarde —Bamidbar, capítulo 12— pero se resolvió gracias a la humildad de Moshé). Los hermanos trabajan juntos desde el comienzo de la misión para llevar a los israelitas a la libertad. Ellos se dirigen juntos al pueblo. Están juntos al enfrentar al Faraón. Ejecutan juntos señales y maravillas. Comparten el liderazgo del pueblo en el desierto. Por primera vez, los hermanos funcionan como un equipo, con dones diferentes, con diferentes talentos y roles, pero sin hostilidad, complementándose mutuamente.

La Torá transmite esto con dos frases llamativas. La primera está en el pasaje que hemos citado. Dios le dice a Moshé: «Aharón saldrá a tu encuentro y al verte se alegrará en su corazón». ¡Qué diferente es esto de los tensos encuentros entre los hermanos en Génesis! Podríamos pensar que Aharón podía tener muchas razones para no alegrarse de ver regresar a Moshé. Los hermanos no habían crecido juntos. Moshé había sido adoptado por la hija del Faraón y creció en un palacio egipcio. Tampoco habían estado juntos durante el sufrimiento de los israelitas. Moshé, temiendo por su vida tras haber atacado a un capataz egipcio, había huido a Midián. Además, Moshé era el hermano menor de Aharón, y él era quien estaba punto de convertirse en el líder del pueblo. En el pasado, cada vez que el menor tomaba algo que el mayor creía que le pertenecía naturalmente, hubo entre ellos animosidad. Pero Dios le aseguró a Moshé: «al verte se alegrará en su corazón». Y así fue. (Éxodo 4:27)

La segunda alusión la encontramos en un texto extraño, que relata la descendencia de Moshé y Aharón:

Y Amram tomó por esposa a su tía Iojébed, y ella dio a luz a Aharón y a Moshé. Los años de vida de Amram fueron ciento treinta y siete años… Esto fue los mismos Aharón y Moshé a quienes Hashem dijo: «Saquen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto según sus legiones». Ellos son los que hablaron al Faraón, rey de Egipto, para sacar a los hijos de Israel de Egipto.  Fue los mismos Moshé y Aharón. (Éxodo 6:20, 26-27)

La repetición de la frase «fueron los mismos» es enfática incluso en la traducción. Mucho más cuando prestamos atención a dos peculiaridades del texto. La primera es que las frases, a pesar de que en un primer momento suenan idénticas, de hecho colocan los nombres de los hermanos en un orden diferente. La primera frase dice «Aharón y Moshé» y la segunda dice: «Moshé y Aharón». Todavía más llamativa es una rareza gramatical de la frase. En ambas ocasiones se usa la tercera persona del singular. Literalmente, está escrito: Él era Aharón y Moshé»; «Él era Moshé y Aharón». El texto debería haber dicho: «ellos», todavía más dado que en el medio del pasaje encontramos el pronombre «ellos» – «ellos son los que hablaron al Faraón».

La implicación inconfundible es que eran como un solo individuo. Eran como uno. No había jerarquía entre ellos: a veces aparece primero el nombre de Aharón, a veces Moshé. Sobre esto hay un maravilloso Midrash, basado en el versículo de Salmos (85:11): «La bondad y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan».

La bondad: esto se refiere a Aharón. La verdad: esto se refiere a Moshé. La justicia: esto se refiere a Moshé. La paz: esto se refiere a Aharón. (Shemot Rabá 5:10)

El Midrash trae pruebas textuales de cada una de estas identificaciones, pero podemos entenderlas de inmediato. Moshé y Aharón eran muy diferentes en sus temperamentos y roles. Moshé era el hombre de la verdad, Aharón de la paz. Sin verdad, no puede haber una visión que inspire a una nación. Pero sin paz interna, no hay una nación a quien inspirar. Tanto Aharón como Moshé eran necesarios. Sus roles estaban en una tensión creativa. Sin embargo, ellos trabajaron juntos, cada uno respetando el don diferente del otro. Como sigue diciendo el Midrash:

«Y él lo besó» [los hermanos se besaron cuando se encontraron]. Esto significa: cada uno se alegró de la grandeza del otro. (Shemot Rabá ad loc).

Un último Midrash completa la imagen al referirse a la porción de esta semana y a las vestimentas del Gran Sacerdote, especialmente al peto con sus Urim y Tumim:

«Se alegrará en su corazón al verte» – Que el corazón que se alegró por la grandeza de su hermano sea investido con los Urim y Tumim. (Shemot Rabá 3:17)

Precisamente el hecho de que Aharón no envidiara a su hermano menor, sino que se alegrara de su grandeza, fue lo que lo hizo digno de ser el Gran Sacerdote. Medida por medida, tal como Aharón dio espacio para que su hermano menor fuera el líder, así también la Torá hace espacio para que Aharón lidere. Por eso Aharón es el héroe de Tetzavé: por una vez sin estar a la sombra de Moshé.

«¿Quién es honrado?», preguntó Ben Zomá (Avot 4:1). «El que honra a los demás». Aharón honró a su hermano menor. Por eso en esta porción de la Torá se le dice a Moshé (sin mencionar su nombre): «Harás vestiduras de santidad para tu hermano Aharón, para darle honor y esplendor» (Éxodo 28:2). Hasta el día de hoy, el cohen es honrado siendo llamado primero a la Torá, la Torá que Moshé, el hermano menor de Aharón, entregó al pueblo judío.

La historia de Aharón y Moshé, el quinto capítulo de la historia bíblica de la relación entre los hermanos, es donde finalmente la fraternidad llega a elevarse. Y sin duda ese es el significado de Salmos 133, con su referencia explícita a Aharón y a sus vestimentas sagradas: «¡Qué bueno y qué placentero es cuando los hermanos viven juntos en unidad! Es como el valioso aceite vertido sobre la cabeza, corriendo por la barba, corriendo por la barba de Aharón, hasta el cuello de sus prendas». Fue gracias a Aharón, y al honor que él mostró a Moshé, que finalmente los hermanos aprendieron a vivir juntos y unidos.(Aishlatino.com)

 

Judíos y aceite

Por Yossy Goldman

Hoy las paredes del gueto ya no nos secuestran del resto de la sociedad. Fraternizamos y hacemos negocios con no judíos diariamente y nos hemos ajustado completamente a la cultura occidental. La pregunta contemporánea es: ¿Cómo alcanzamos el equilibrio entre retener nuestra identidad judía por un lado, mientras al mismo tiempo somos ciudadanos del mundo, especialmente cuando ese mundo puede ser indiferente o aun hostil a nuestro judaísmo?

En la Parashá de esta semana leemos acerca del aceite de oliva puro que se le instruyó a Moisés que obtuviera para el encendido de la menorá en el Mishkan, el santuario construido en el desierto como el precursor del templo de Jerusalén. El Lubavitcher Rebe enseñó que el aceite guarda la fórmula secreta para vivir exitosamente una orgullosa vida judía en un entorno que puede estar muy lejos de ser judaicamente propicio.

Ustedes verán, el aceite es una paradoja. Por un lado se desparrama rápida y fácilmente, filtrándose y permeando las sustancias con las que entra en contacto. ¿Alguna vez trataron de secar el exceso de aceite de un latke de papa? Buena suerte. Su servilleta estará bastante engrasada en poco tiempo.

Por el otro lado, cuando se mezcla aceite con otros líquidos, el aceite tenazmente sube a la superficie y se rehúsa a ser absorbido por otra cosa. (Recuerdo mis días de estudiante en la Ieshivá, uno de mis compañeros de cuarto no tenía menorá para Janucá. Sin embargo, ingeniosamente juntó ocho botellas vacías, las llenó casi hasta arriba de agua y luego puso algo de aceite de oliva en las botellas. Quedé intrigado al ver que el aceite permanecía claramente distinguible del agua, como si flotara por encima de ella. Luego agregó una mecha, la encendió, y su menorá artesanal funcionó como por encanto. ¡Un milagro de Janucá de los días modernos!)

Como el aceite, los judíos también, a menudo se encuentran mezclados en una amplia variedad de círculos —social, de negocios, comunal o político. Y no hay nada malo en ello. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos recordar no perder nuestra propia identidad. No debemos mezclarnos hasta el punto de permitir que nuestra persona judía sea tragada o diluida.

A menudo sentimos una fuerte presión, tanto real como imaginaria, para conformar las normas de nuestro entorno. Pocos entre nosotros disfrutan el destacarse como llamando la atención. El hecho es, sin embargo, que los otros nos respetan más cuando nos respetamos a nosotros mismos. Si somos desdeñosos en nuestro compromiso con nuestros propios principios, entonces nuestros asociados no judíos pueden preocuparse si no los traicionaremos a ellos próximamente.

Sólo un ejemplo. Toda gran ciudad del mundo tiene numerosos restaurantes kosher llenos de hombres de negocios judíos agasajando a socios no judíos, clientes o probables clientes. Algunos establecimientos pueden ser de más categoría que otros, pero todos parecen arreglarse y se cierran tratos. Uno puede ser perfectamente sociable sin abandonar los principios. La mayoría de la gente es bastante feliz de tener en cuenta las necesidades y sensibilidades individuales. Me parece a mí que son los judíos quienes más se quejan acerca de la disponibilidad de «buenos restaurantes kosher» que los no judíos. Nuestra aprensión acerca de declarar nuestros requerimientos religiosos es a menudo exagerada e infundada. Siempre que lo hagamos honesta, respetuosa y consistentemente, nuestra adhesión a un código de valores impresionará a nuestros asociados y los inspirará con más confianza en nuestra honestidad en todas las áreas de actividad.

Un amigo mío era un joven médico cuando fue llamado para un período de servicio militar nacional. Era obviamente religioso por su barba y su kipá. En realidad la barba no se ajustaba a las regulaciones del ejército y fue sólo con gran dificultad que logró un permiso especial para conservarla. Lejos de ser una molestia, se condujo con dedicación e integridad, y al final de su servicio salió con el máximo premio a la excelencia del Cirujano General. Fue un Kidush Hashem —una santificación pública de Di-s por un orgulloso judío practicante que se encontraba en un decididamente no judío entorno.

Sólo aprendan del aceite. Por todos los medios extiéndanse e interactúen con el resto del mundo. Pero recuerden su particularidad. Sean distintos y orgullosos y sepan donde trazar la línea. (www.es.chabad.org)

 

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