Como nos enseña la historia judía, siempre habrá “idiotas [judíos] útiles” como Jonathan Glazer, y algunos de los antisionistas peligrosos serán judíos.
La respuesta natural al discurso de aceptación del Oscar de Jonathan Glazer por su reciente película La zona de Interés es una de absoluto disgusto y decepción.
Glazer dijo específicamente que rechaza su ascendencia judía y en segundo lugar acusa a Israel (a quien no menciona por su nombre) de “apropiarse del Holocausto por medio de una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas, tantísimas personas inocentes”.
Hoy en día, tal acusación por parte de un judío es probablemente la más condenatoria que se pueda imaginar, y cuando nos la dirige el director de una película aparentemente de grandísimo éxito, que se centra en la familia Hoess del comandante del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, y pretende abordar “hacia dónde conduce la deshumanización”, es difícil de ignorar.
Para aumentar la ironía, el viernes pasado, el periódico israelí Yediot Ahronot publicó una muy extensa nota sobre Glazer escrita por Benjamin Tobias, su corresponsal cinematográfico, quien describió a Glazer como un judío “orgulloso”.
La nueva normalidad a partir del 7 de octubre
Sin embargo, la verdad es que los comentarios de Glazer no deberían sorprender a nadie. ¿Cuántas veces hemos leído recientemente sobre grupos judíos que apoyan a los palestinos? Precisamente el otro día leí un artículo en The Jerusalem Post sobre la inauguración del nuevo Museo del Holocausto en Ámsterdam, a la que asistió el presidente Isaac Herzog. Entre los que vinieron a “saludar” al presidente se encontraban miembros de una organización antisionista judía holandesa llamada Erev Rav, que organizó la protesta junto con Judíos Contra el Genocidio, la comunidad palestina local y la Internacional Socialista.
Grupos judíos de este tipo han surgido en muchas comunidades judías, especialmente en Estados Unidos, como Jewish Voice for Peace / Voz Judía por la Paz (JVP) e IfNotNow / Si No Ahora, y se han vuelto mucho más activos y visibles tras los asesinatos en masa de Hamás del 7 de octubre.
Para aquellos de nosotros nacidos después de 1948, este tipo de críticas a Israel son inusuales y poco populares. El establecimiento del Estado de Israel convirtió a muchos opositores del Sionismo en fervientes partidarios del único Estado judío.
¿Quién recuerda al antisionista Consejo Americano para el Judaísmo y la oposición al sionismo de numerosos rabinos reformistas? ¿Quién recuerda al Bund socialista antisionista, uno de los partidos judíos más grandes de Polonia? ¿O la famosa Yevsekstiya, la sección judía del Partido Comunista Soviético cuyo objetivo era que todos los judíos rusos se unieran al partido y abandonaran el judaísmo? De hecho, el Sionismo fue un pequeño movimiento minoritario entre los judíos del mundo hasta mediados del siglo XX.
Tres acontecimientos cambiaron drásticamente la totalidad del mundo judío: el Holocausto, el establecimiento de un Estado judío soberano independiente y la sorprendente victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días. Partiendo de una clara minoría, el sionismo se convirtió en la ideología mayoritaria de los judíos comprometidos del mundo y en uno de los elementos más importantes de la identidad judía moderna.
Por lo tanto, es particularmente desagradable cuando judíos famosos y exitosos acusan pública e injustamente al Estado de Israel de explotar el Holocausto para cometer crímenes de guerra, probablemente la acusación más repugnante que uno puede hacer contra el Estado judío. Pero no debemos sobreestimar el impacto de tales acusaciones. En la mayoría de los casos, son consecuencia de la ignorancia o del deseo de encontrar el favor de audiencias que tienen poco conocimiento de las circunstancias; o por miedo a perder fans.
Como nos enseña la historia judía, siempre habrá “idiotas [judíos] útiles” como Jonathan Glazer, y algunos de los antisionistas peligrosos serán judíos. La mejor manera de combatir sus mentiras es enseñar la historia del sionismo y los esfuerzos de Israel por lograr la paz con nuestros vecinos, y exponer el extremismo de nuestros enemigos y los crímenes cometidos contra nosotros, por dolorosos que sean.
El escritor es el Director de la Oficina de Israel y Asuntos de Europa del Este del Centro Simon Wiesenthal.
Fuente: The Jerusalem Post
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