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| sábado diciembre 28, 2024

Sucedió y sigue pasando


El editorial de EL PAIS del viernes 15 de marzo es claro y contundente. Detalla una lista abrumadoramente extensa de hechos antisemitas que se suceden en Uruguay desde hace cinco meses. Y el título es más claro todavía cuando se señala que algo muy grave está pasando.

Sí. Algo muy grave está pasando, y desde hace tiempo. Se incrementó desde que el movimiento terrorista Hamas entró por aire, mar y tierra a Israel el 7 de octubre del año pasado y asesinó más de 1.200 civiles y dejó más de cinco mil heridos, mientras lanzaba misiles contra territorio israelí todos los días, las 24 horas durante más de cinco meses. Pero no sólo asesinó, sino que tomó de rehenes 239 personas y las secuestró. En la matanza degolló, descuartizó, quemó a las víctimas, violó mujeres y adolescentes delante de sus familias, y después despedazaron sus cuerpos. Y lo filmaron y lo mostraron orgullosos en las redes. Pero a las 72 horas, para los antisemitas, las víctimas de la barbarie pasaron a victimarios para los dictadores latinoamericanos, los dictadores fundamentalistas islámicos y sus aliados en el Consejo de Seguridad. Y a partir que el secretario general de Naciones Unidas dijo que lo sucedido el 7 de octubre había sido en “un contexto”, los antisemitas sintieron que les habían encendido una luz verde, y los judíos comenzamos a sufrir el odio, las amenazas y la violencia en todos los continentes.

Uruguay no quedó afuera. La inundación de comunicados de grupo sociales de varios rubros, de libelos de prensa en medios extremistas, declaraciones políticas que no fueron capaces ni de mencionar el nombre Hamas como bien se explicita en el editorial de EL PAIS ya mencionado, dieron paso a agresiones, pintadas de cruces gamadas, brulotes como que una periodista se le ocurriera que una película ganó el Oscar “por la influencia de los judíos en Hollywood” y en sus presuntas disculpas se reafirmara en sus ignorantes dichos. Hasta que llegamos al 8 de marzo.

Se ha visto reiteradamente por todos los medios la demostración de antisemitismo hecha por un grupo que integraba la marcha del Día de la Mujer y que ya está, a través de las denuncias de organismos del Estado y del Comité Central Israelita del Uruguay, en manos de la justicia. Pero en esa marcha, que debería ser de celebración y homenaje a la gran lucha de las mujeres por sus derechos conquistados y por conquistar, se cometieron más delitos y más actos de antisemitismo.

Se llevó en alto todo el tiempo un cartel “Del río al mar”. Consigna de Hamas y sus mentores islámicos que Israel debe ser destruido desde el río Jordán al Mar Mediterráneo y sus habitantes exterminados. Si alguien duda de lo que significa el cartel, una joven tomó un megáfono y repitió puntillosamente un párrafo de la carta fundacional de Hamas donde se dice explícitamente el objetivo genocida de Hamas de exterminar a todo un pueblo, el judío, y no sólo a los que están en Israel. Y por si hubiera lugar para alguna duda más, otra joven tomó en sus manos una bandera de Israel (estado con el que Uruguay tiene relaciones hace 75 años) y la rompió en pedazos mientras la filmaban, la miraban, la aplaudían.

Esta semana se recordó en un evento conmemorativo el crimen de David Fremd, compatriota sanducero asesinado en marzo de 2016 por un maestro que dijo que “había recibido un llamado de Alá para matar judíos”. Y se llevó la vida de David Fremd y no pudo llevarse la de uno de sus hijos. Eso sucedió hace 8 años, un año y medio después que los muros de la capital y el interior se habían llenado en junio de 2014 de grafitis tales como “Mueran los judíos”, “judíos fuera de Uruguay”, “judíos asesinos”. ¿Por qué? Porque en junio de 2014 Israel había sido doblemente agredido por Hamas con misiles y tres secuestros e Israel se defendió como corresponde contra el terror y defendió durante 50 días de combates a sus ciudadanos. Otra vez la víctima se convertía en victimario.

Esa obscena ecuación de dar vuelta la realidad, que no es nueva, está hoy exacerbada. Hay más de 100 secuestrados en manos de Hamas, civiles, desde niños a ancianos, torturados y las mujeres violadas. Hay enfrentamientos civiles y militares, políticos y de todo tipo, que no son motivo de este comentario por obvias razones de espacio. Pero esta barbarie que desató Hamas, ¿necesariamente tiene que traer la ola de antisemitismo que se padece hoy en Uruguay? ¿Es imprescindible para varios por razones que no queremos ni imaginar callarse frente al antisemitismo? ¿Desde cuándo parte de la política y parte de la sociedad civil naturaliza el odio al otro en Uruguay? Si es desde ahora, díganlo claro por acción y no por omisión. Y así sabríamos todos que en Uruguay corremos el peligro de tener que volver a luchar por la libertad y los derechos de todos.

 
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