El ataque masivo de Irán a Israel en la noche entre sábado y domingo, no hace olvidar el tema central con el que lidiar Israel desde hace más de medio año: todo lo derivado de la masacre perpetrada por Hamas en el sur de Israel el 7 de octubre, uno de cuyos resultados es el hecho que 133 personas, en su mayoría israelíes y también algunos pocos extranjeros, siguen secuestrados en manos de Hamas en Gaza.
Y en estas líneas, decidimos abordar un aspecto especiamente duro de lo sucedido.
Lo peor del 7 de octubre, casi de más está aclararlo, fueron los asesinatos, las violaciones, torturas y mutilaciones, los secuestros, todo el sufrimiento causado por los terroristas a la población israelí, en un asalto salvaje cuyas víctimas principales fueron civiles- varias decenas de menores entre ellos – aunque también soldados.
Pero más allá de eso, que naturalmente es para nosotros lo prioritario, lo más duro del 7 de octubre fue la postura de la población palestina.
No de los terroristas, ya que si bien lograron sorprender a Israel con la envergadura de su ataque, su naturaleza asesina era bien conocida.
Nos referimos a la población. La población civil. Hombres,mujeres y niños que salieron a festejar por las calles de Gaza al enterarse de lo que Hamas había hecho.
Hombres, mujeres y niños, que celebraban felices por las calles de Gaza al paso de los vehículos manejados por los terroristas, con civiles israelíes secuestrados, niños entre ellos.
Jóvenes palestinos que hoy lloran en las redes sociales por la destrucción en Gaza, que quedaron registrados en capturas de pantalla absolutamente felices por los asesinatos y los secuestros , diciendo que el 7 de octubre era el mejor día de sus vidas. Hoy dicen que la masacre no ocurrió. El 7 de octubre, la celebraron.
Y saquearon…eso es lo más liviano.
Una de las peores escenas de ese horror fue la de la camioneta con el cuerpo medio desnudo de Shani Luck, una joven secuestrada de la fiesta Nova, en medio de varios terroristas armados, cuando se acerca un jovencito, casi niño, de buzo rojo y le escupe. No él la mató, ni tampoco fue él quien la violó. Pero esa escupida decía mucho mucho sobre los conceptos y valores con los que crece la población civil en Gaza.
Y no, no ahora porque están furiosos con la destrucción. No ahora sino entonces, el 7 de octubre.
El 7 de octubre, día de la masacre en la que fueron asesinados 1200 israelíes, masacre por la que se interrumpió el flujo de unos 18.000 palestinos que entraban diaramente a trabajar en Israel para mantener dignamente a sus familias.
Perdieron todo eso al instante…pero celebraban porque habían muerto judíos. Dicho sea de paso, los terroristas mataron también a israelíes musulmanes y a extranjeros de otros credos que trabajaban en Israel.
Hagar Brodetch, secuestrada junto a sus tres hijos y la pequeña Avigail Idan, hija de los vecinos, contó sobre los golpes y tirones de cabello que recibió de civiles al paso de la carreta en la que los llevaban. Y no fue la única. Y lo peor,estuvo cautiva en casa de una familia, de civiles, como muchos otros.
Mia Schem, secuestrada de la fiesta Nova, contó que un médico que la “atendió” en Gaza – sí, entre comillas, porque lo que hizo no fue curarle realmente ninguna herida sino empeorarle las cosas- le dijo con cara de odio que nunca volverá a su casa.
Pero el peor horror en cuanto al rol de los civiles fue su participación directa en el ataque del 7 de octubre. Tras la primera ola de terroristas, en la segunda y tercera ola de asalto al sur de Israel entraron también civiles. Hay videos, registros, se los ve cruzando felices la valla, inclusive un hombre con bastón, para saquear, robar de todo en los kibutzim fronterizos. Destruyeron. Y lo peor, secuestraron.
Sí, civiles palestinos secuestraron civiles israelíes.
La enfermera de Soroka Nili Margalit de Nir Oz dijo terminantemente que a ella la secuestraron civiles y la vendieron a Hamas junto a la boca de un túnel.
A los padres de la secuestrada Liri Elbag llegó información según la cual ella estaba cautiva en una casa donde era obligada a hacer todo, a limpiar, cocinar, sin que pueda comer casi nada.
Izhar Lifshitz cuyos padres fueron secuestrados de su casa en Nir Oz –su madre fue liberada en noviembre y su padre, octogenario, aún está en manos de Hamas – dijo que le consta claramente no sólo que civiles secuestraron sino que también asesinaron.
Otro “aporte” claro de civiles palestinos al ataque terrorista fue el de los que trabajaban en los poblados israelíes y dieron información exacta a Hamas sobre los lugares que conocían, con datos precisos sobre qué había en cada casa, si había perro o armas.
“No tengo dudas que dieron toda la información”, nos dijo furioso Yaakov (Yankale) Argenthau del kibutz Kfar Aza, mientras contaba todo a un representante de la Cruz Roja que visitaba a los evacuados al kibutz Shfaim. “Se sentaban a almorzar con mi esposa y conmigo, y luego ayudaron a los terroristas, no tengo dudas. Que ni sueñen con venir nunca más a trabajar en Israel”.
También el Dr. Ron Lobel, ex vice Director del hospital Barzilai de Ashkelon, de la localidad Netiv Haasará, pegada a la frontera, donde hubo 21 asesinados, está seguro que sabe quién dio información a los terroristas. “Sabían todo, dónde estaba cada cosa, porque el trato era de confianza. Y después hicieron lo que hicieron. Lo sabemos”.
Ya a comienzos de diciembre, una encuesta de opinión públlica realizada por el instituto de sondeos del Dr. Khalil Shikaki de Ramallah mostró que más del 70% de los palestinos estaban de acuerdo con la masacre. Y eso sigue igual.
¿Puede haber otra forma de evaluar todo esto que no sea diciendo que también la población civil tiene su parte de la culpa?
Ellos no organizaron la masacre ni la buscaron. Pero la celebraron y aportaron a ella.
Evidentemente, no todos.
El problema de fondo, profundo realmente, en una zona como Gaza en la que hay altos porcentajes de población muy joven, es que toda esa población crece bajo la égide del odio venenoso de Hamas. Crecen desde el 2007 con la incitación al terrorismo y la guerra santa promovido por Hamas. La Autoridad Palestina también aporta lo suyo. Hace ya 17 años que ese es el ambiente, y no es que antes era pastoral.
La población palestina de hoy es lamentablemente, en gran medida, resultado de ese odio. Y no, no por la destrucción actual que evidentemente no aporta nada al acercamiento. El 7 de octubre, antes de la destrucción, antes de la reacción israelí, antes de la guerra, civiles palestinos apoyaron la masacre de Hamas, secuestraron, mataron, golpearon, robaron, saquearon, destruyeron, festejaron el horror.
La Autoridad Palestina hasta ahora no condenó lo perpetrado el 7 de octubre sino que por el contrario, lo ha elogiado.
Ese es el mensaje que recibe la población palestina por doquier….por lo tanto, no hay de qué sorprenderse. Pero hay mucho que lamentar.
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