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España, Noruega e Irlanda anunciaron que reconocerán formalmente al Estado palestino y sin demora la Cancillería israelí informó que convocará a sus embajadores porque esa decisión equivale a “dar una medalla de oro al terrorismo”. En un comunicado oficial del Ministro de Relaciones Exteriores Israel Katz, dijo que se mostrará a los embajadores el video que recién este miércoles se revela, del violento secuestro de varias jóvenes mujeres soldados- todas de 18 y 19 años- con evidentes marcas de violencia y sangre en sus rostros. Y eso que al público israelí se le quitan las imágenes más crueles y estremecedoras, que desconocemos si quedarán incluidas en la versión que se proyectará ante los diplomáticos. “Que miren a nuestras hijas a los ojos”, escribió el Canciller israelí.
Me permito opinar que la histeria diplomática no es una buena receta para nada. Claro que el video de esas jovencitas en manos de los terroristas es difícil de mirar e imposible de digerir. La crítica a la cancillería por su forma de reaccionar, no apunta a minimizar su gravedad, en absoluto.
Más de 140 países ya han reconocido al estado palestino –que no existe porque los palestinos nunca aceptaron fundarlo en el marco de negociaciones de paz con Israel y siempre rechazaron todas las propuestas- y modestamente opinamos que reaccionar así ante el reconocimiento de otros tres países, no es lo más indicado.
Esta crítica a la reacción automática israelí, no apunta en absoluto a moderar la que consideramos imperioso hacer a los países que ahora reconocerán al Estado palestino. También todos los que lo han hecho en el pasado merecen a nuestro criterio esa crítica, pero muy especialmente quienes lo hacen ahora, cuando Israel está librando una guerra contra una organización terrorista asesina que promete seguir masacrando. Y cuando la Autoridad Palestina que gobierna territorio de hecho autónomo desde Ramallah, no ha condenado ni con media palabra los horrores del 7 de octubre.
La crítica la merecen todos esos países porque habrían aportado mucho más a una vida en paz entre israelíes y palestinos si hubieran dedicado esas energías y esfuerzos diplomáticos a convencera los palestinos en algún momento a decir “sí” a las distintas propuestas que recibieron. A todas, absolutamente todas, dijeron que no.
En muchos casos, estimamos que el reconocimiento fue dado como intento de aportar, de apuntar a la paz. Lejos estamos de pensar que todos los que dan un espaldarazo diplomático a los palestinos quieren la destrucción de Israel. Algunos sí, sin duda, pero muchos otros no. El problema es la combinación de ignorancia, ingenuidad, tendenciosidad y vista gorda.
¿Ninguno vio que los palestinos siempre rechazaron lo que se les ofreció en negociaciones?
¿Ninguno tomó nota del hecho que si les conceden unilateralmente lo que deberían conseguir en mesa de negociaciones, los palestino no se van a esforzar para dar su parte? Eso es precisamente lo que ha pasado hasta ahora. Siguen ganando apoyo, mientras continúan demonizando a Israel por boca de sus líderes, en sus redes y medios de comunicación oficiales, criando una nueva generación de niños y jóvenes que crecen con odio porque eso es lo que les inculcan. Les mienten diciendo que tuvieron un Estado propio y que los judíos se los robaron. ¿Cómo no van a crecer con odio en medio de tanta mentira?
La comunidad internacional, salvo excepciones puntuales y muy limitadas, no ha hecho nada por apoyar una cultura de paz entre los palestinos.
Se me ocurre, por ejemplo, que si Pedro Sánchez y sus pares de Irlanda y Noruega proclamaran ahora que están dispuestos a dar su reconocimiento a un estado palestino independiente (aunque seguimos pensando que debe ser producto de negociaciones) a cambio de que los palestinos pongan fin terminantemente a la incitación al odio contra Israel y a cambio de que dejen de pagar a los terroristas por los judíos que mataron, sería otra cosa.
Pero más allá de ello, es indudable que en este momento, 7 meses y medio después de la masacre, este paso político es un premio al terrorismo. No es casualidad que Hamas haya felicitado a España, Noruega e Irlanda. En su comunicado hablan del derecho palestino a un Estado, abusando del hecho que a los tres gobiernos en cuestión no les cambia nada saber que en la práctica Hamas nunca buscó un Estado independiente, porque no reconoce el derecho de Israel a existir. Cuando la Autoridad Palestina negociaba con Israel, Hamas la tildaba de traidora.
¿Pero qué importan los hechos cuando uno puede inventar y deformar cualquier cosa para servir a su agenda política?
En el caso de España, es sabido que el gobierno de Pedro Sánchez incluye elementos antisemitas y pro-iraníes, así que nada es de sorprender. Desconocemos la composición del noruego y el irlandés, pero sus posturas públicas son conocidas.
Lo peor del caso no es que enojen al Canciller israelí, cuyas reacciones no son siempre las más indicadas. El problema es que con este paso no aportan nada a acercar la paz.
Siempre estuvimos a favor de un Estado palestino, si vive en paz junto a Israel, para que cada uno tenga lo suyo, separados, sin tener que cruzarse. En este momento, son demasiadas las razones de desconfianza. No hay que perder la esperanza. Pero Europa y el resto del mundo deben estudiar más a fondo la situación antes de seguir cometiendo errores fuera de lugar.
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