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| martes diciembre 24, 2024

«No les quedan músculos, solo piel»: los rehenes pasaron hambre en el cautiverio de Hamás

«Comían una décima parte de lo necesario», afirma una experta nutricionista, y pide que no se siga diciendo que los rescatados «tienen buen aspecto»


Rehenes rescatados  Foto Screenshot

Mientras el pueblo de Israel respiró aliviado al ver a los cuatro secuestrados regresar en condiciones aparentemente razonables, la nutricionista del hospital Sheba que los atendió señala que padecen desnutrición severa, y que les espera una larga rehabilitación.

«Comían una décima parte de lo necesario», afirma, y pide que no se siga diciendo que los rescatados «tienen buen aspecto».

Las fotos y videos que circularon del rescate de los cuatro rehenes generaron comentarios en las redes sociales según los cuales lucían «mejor» de lo esperado después de un largo período de cautiverio.

Momento del rescate de Andrey Kozlov y Almog Jan, captado por una cámara del grupo de élite Yamam
(Imagen: Policía de Israel)

Resultados de los estudios médicos

Mittal Binyamin, nutricionista clínica del Hospital Sheba de Tel Hashomer quien los recibió y trató, explica en una entrevista en el portal Walla por qué las apariencias ocultan la desnutrición y graves deficiencias debido a las difíciles condiciones en que vivieron.

«Al principio, desde el momento del secuestro, literalmente los mataron de hambre. Las condiciones eran de tortura sicológica. La Organización Mundial de la Salud establece un estándar mínimo para la seguridad nutricional que un ser humano necesita para sobrevivir. En los primeros meses recibieron una décima parte de la cantidad necesaria de calorías y nada de proteínas. Dos comidas al día compuestas de dátiles y pan de pita, eso era todo».

«Lo que le sucede al cuerpo en tal situación es que tiene que descomponer las reservas disponibles: los músculos. Cuando volvieron estaban muy agotados en términos de musculatura. No les quedaban músculos en el cuerpo, solo piel suelta; todo lo demás había desaparecido», explica.

Binyamin prosigue: «Cuando las personas pierden peso muy rápidamente sin ingerir proteínas, esto es lo que sucede: el cuerpo digiere el tejido muscular. Es común pensar en los músculos como brazos y piernas, pero también son órganos internos como el corazón, el estómago y el diafragma. En una situación extrema, el cuerpo debe mantener funcionando el corazón, el cerebro y el sistema respiratorio, por lo que paraliza los otros sistemas».

Después de unos meses, dice, hubo cierta mejoría en las condiciones nutricionales respecto a las que recibían antes; pero incluso entonces su situación era infrahumana. «Comían alrededor de una décima o una cuarta parte de lo que se requerían. En comparación con los cien gramos necesarios de proteínas, solo recibían desde diez hasta cero gramos diarios. Ellos son personas jóvenes y sanas que tenían masa muscular, personas que hacían ejercicio. Cuando el cuerpo pasa hambre y después recibe más calorías, las almacena como grasa, no como masa muscular. Lo que podría parecer un estado normal de alguien que no pasa hambre se debe únicamente al exceso de grasa. Pero los profesionales los vemos sin ropa, los examinamos y vemos que la situación es diferente».

«Todos perdieron peso», continúa la especialista. «Al principio mucho, entre 10 y 12 kilogramos en promedio, y cuando las condiciones mejoraron, aumentaron ligeramente. Ahora pesan de tres a cinco kilogramos menos que su peso normal, pero lo que recuperaron es grasa y no músculos. Les hicimos pruebas de fuerza muscular y sus resultados fueron pobres, incluso según el mínimo rango posible en nuestra tabla».

Los padres de Andrey Kozlov, por ejemplo, cuentan que él intentó entrenar en cautiverio. «Tal vez era bueno para la mente, pero no pudo mantener los músculos debido a la falta de proteínas. Todos regresaron severamente desnutridos según todas las categorías. Las consecuencias de ello podrían ser daños a los órganos internos; es probable que si hubiesen estado más tiempo en esas condiciones habríamos visto más lesiones, por ejemplo en el músculo cardíaco, y neurológicas”. Y añade: “Es posible que se produzcan esos efectos en las personas menos sanas que continúan secuestradas. No quiero desmoralizar ni causar más dolor a las familias de los rehenes que todavía están en cautiverio».

«También tuvimos que complementar su ingesta de vitaminas y minerales», comenta Mittal Binyamin, «como vitamina D porque no estuvieron expuestos al sol, y vitamina B, que es responsable de la actividad cerebral. Hay que entender que la apariencia no refleja su estatus nutricional. No se encuentran bien, ni mental ni nutricionalmente. Necesitarán una larga rehabilitación, pero creemos que podrán recuperar la salud».

*Periodista.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.

 
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