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| jueves septiembre 19, 2024

Por qué Israel sigue esperando la venganza de Irán


En la actualidad, el Medio Oriente continúa siendo un epicentro de tensiones globales, con el foco puesto en la compleja relación entre Israel, Irán y sus respectivos aliados. A pesar de las reiteradas declaraciones sobre un inminente ataque de Irán o Hezbolá contra Israel, dicho escenario aún no se ha presentado.

Se anticipaba ampliamente que Irán reaccionaría militarmente contra Israel tras el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, sin embargo, a pesar de las amenazas explícitas emitidas por el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, la esperada ofensiva no ha tenido lugar. Las causas de esta aparente dilación son complejas y requieren un análisis detallado.

Nasrallah ha afirmado que la demora en el ataque responde a una estrategia psicológica diseñada para mantener a la población israelí en un constante estado de tensión y miedo, aunque las recientes acciones y respuestas de Israel han socavado la eficacia de esta táctica. Un ejemplo relevante de lo dicho fue el sobrevuelo de aviones israelíes sobre Beirut, que rompieron la barrera del sonido justo antes de un discurso de Nasrallah, generando pánico entre la población local y demostrando la disposición de Israel para responder de manera contundente a cualquier señal de agresión.

Además, las declaraciones de Irán sobre su “derecho a la autodefensa” son vistas con escepticismo, dado que el líder de Hamás neutralizado no era iraní y la operación israelí no estaba dirigida a objetivos iraníes. En este contexto, muchos analistas consideran que cualquier represalia iraní sería más un acto de venganza que una legítima defensa.

Cabe agregar que la reciente visita del general ruso Sergey Shoigu a Irán ha sido interpretada como un esfuerzo por parte de Rusia para moderar la posible respuesta iraní. En ese sentido, se especula que Shoigu instó a los líderes iraníes a evitar acciones que pudieran desencadenar una devastadora represalia israelí, incluyendo ataques a las instalaciones nucleares de Irán y otros activos estratégicos.

La implicación de Rusia en este escenario es particularmente significativa, dada su dependencia de Irán para la producción de drones utilizados en su conflicto en Ucrania. Es claro que si se desplegasen de las fuerzas israelíes para mermar las capacidades militares de Irán lo propio tendría consecuencias adversas para Rusia, que, por la situación descrita, necesita el apoyo iraní para mantener su campaña en Ucrania.

Israel, por su parte, ha demostrado una capacidad de disuasión considerable. Acciones recientes, como la eliminación de figuras clave de Hamás y Hezbolá, así como los preparativos para un ataque preventivo al detectar señales de una agresión inminente, subrayan la determinación de las Fuerzas de Defensa de Israel de tomar medidas decisivas para la conservación de la seguridad de la población israelí.

Históricamente, Israel ha recurrido a ataques preventivos para neutralizar amenazas antes de que se materialicen. Un ejemplo notable fue la rápida y contundente ofensiva durante la Guerra de los Seis Días en 1967, que frustró los planes de la Liga Árabe. Actualmente, Israel podría estar considerando opciones similares si la situación en Irán y el Líbano continúa escalando.

A pesar de la retórica agresiva de Irán, la presión internacional, especialmente de Estados Unidos y Arabia Saudita, ha intentado contener las posibles acciones iraníes. No obstante, la comunidad internacional parece más enfocada en evitar una escalada que en condenar explícitamente las acciones de Irán, un enfoque que contrasta con la urgencia con la que a menudo se exige a Israel en circunstancias similares.

El conflicto en el Medio Oriente sigue siendo extremadamente volátil, con numerosos factores que podrían alterar el curso de los acontecimientos en cualquier momento. Aunque Irán y Hezbolá han lanzado serias amenazas, son conscientes de los riesgos inherentes a un enfrentamiento directo con Israel. Así, ante las recientes acciones israelíes, la presión internacional y la influencia rusa, tanto Irán como Hezbolá han adoptado una postura cautelosa, evitando hasta ahora una guerra a gran escala.

Sin perjuicio de todo lo previo, la situación sigue siendo frágil, y cualquier error de cálculo podría desencadenar una escalada impredecible. Mientras tanto, Israel permanece alerta y preparado para responder con la fuerza necesaria para salvaguardar la poca estabilidad que queda en la región.

 
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