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| martes noviembre 19, 2024

Choques entre demandas justas y realidades crueles


El Corredor de Filadelfia es una estrecha franja, de unos 100 metros de ancho en algunos tramos, que recorre los 14 kilómetros de la frontera con Egipto, en el lado de Gaza. Incluye el cruce de Rafah, que hasta mayo era la salida de Gaza al mundo exterior independiente de toda vigilancia por parte de Israel. Israel afirma que Hamas utilizó una vasta red de túneles bajo la frontera para obtener armas, lo que le permitió reforzar la maquinaria militar que utilizó en el pogromo del 7 de octubre. El ejército ha encontrado y destruido docenas de túneles desde que tomó el control del corredor en mayo.

Egipto rechaza esas acusaciones y afirma que destruyó cientos de túneles en su lado de la frontera hace años y estableció su propia zona de amortiguación militar que impide el contrabando. Egipto miente. Durante años, y habrá que preguntarse el motivo tarde o temprano, Israel sabía perfectamente que el cruce de Rafah y los túneles bajo el corredor Filadelfia eran las vías principales para contrabandear equipamiento militar, armas y vehículos, y para que transitaran las personas de Gaza a Egipto y viceversa. Todo ese movimiento generó hasta mayo de este año millones de dólares mensuales que se repartían entre los comerciantes de Gaza, la elite corrupta de Hamas, militares egipcios, y los contrabandistas que esperaban los intercambios en las entradas de ambos lados. Durante la presidencia en Egipto de Mohamed Morsi, el contrabando fluía libremente por debajo de la superficie a través de decenas de túneles a través de camiones que llegaban a Rafah y las armas iban directamente a los líderes de Hamas.

Por supuesto que esto lleva a una situación límite hoy. Hamas no va a acordar nada (más allá que nunca lo cumpla) si no tiene más el corredor Filadelfia. Egipto se apoya en una cláusula del acuerdo de paz con Israel que establece que no puede haber fuerza militar israelí alguna en territorio egipcio. Después del 7 de octubre, Israel no quiere ceder esa zona de 14 quilómetros porque sería abrir portones al rearme de Hamas, pero a su vez no quiere un enfrentamiento abierto con Egipto, a pesar de lo que han hecho todos estos años los gobiernos de El Cairo mostrando dos caras y jugando a ser mediadores con el terrorismo. Peor aún, el actual presidente de Egipto Abdel al-Sisi ha insistido que su país vigila esa frontera con 700 oficiales de seguridad y que Israel no debería preocuparse más del contrabando porque “ya no hay túneles”.

La disyuntiva inmediata es la necesidad de recuperar de una buena vez a los secuestrados, estén o no vivos. Israel cree que, si cede el corredor Filadelfia, Hamas se llevará a los secuestrados que retiene hacia Egipto y ya no habrá posibilidad alguna para las víctimas de los terroristas. Pero el tiempo apremia, y las opiniones políticas y militares en Israel están divididas. Hoy, recuperar como sea a los secuestrados ya es un clamor mayoritario, y hay que escucharlo. Egipto no va a cambiar su duplicidad y ninguna de las partes involucradas aceptará perder los millones de dólares que fluyen en esa frontera. Los secuestrados son objetos para sus secuestradores, y saben que al pueblo judío siempre le importa más que nada la vida. Gaza es un problema serio para la seguridad de Israel, pero también para la de Egipto. Al-Sisi tiene obviamente grandes proyectos económicos para Gaza, pero teme por el descontrol dentro de la Franja. Los túneles que Egipto dice que no existen no sólo los quiere para hacer más dinero, sino también para sus movimientos militares.

Aunque la solución política de cómo queda definitivamente el estatus quo del corredor Filadelfia y el paso de Rafah parece difícil a pesar de las presiones fundamentalmente de Estados Unidos, lo inmediato, insistimos, son los secuestrados. Después, los hechos explicarán las nuevas posibles realidades. Hay situaciones que aún siendo conocidas parecería que hay quienes creen que pueden soslayarse.

No se puede utilizar la palabra “acuerdo” con Hamas. ¿Qué acuerdo se puede hacer con un grupo terrorista cuyo objetivo existencial es el exterminio de Israel? Lo que sí se debe hacer, aún con precariedades enormes, es un alto al fuego, expresión muy ambigua tomando como referencia situaciones similares de las últimas décadas. Alto al fuego significaría hoy la imperiosa necesidad de priorizar como debe ser el destino de los secuestrados. Y aunque Hamas nunca cumplió ningún cese del fuego, Israel, como Estado de Derecho sí lo ha hecho, y nunca logró que ninguna potencia detuviera los misiles de Hamas hacia Israel a pesar de esos altos al fuego, pero el calvario de las familias de las víctimas que Hamas ha secuestrado, asesinado y torturado, tiene que detenerse.

Ayer, por primera vez desde el 7 de octubre, el Consejo de Seguridad citó a una reunión para permitir que Israel presente el drama de los civiles israelíes secuestrados por Hamas. Israel intentó así que por lo menos una vez alguien o quizás algunos, dentro del desquicio de la ONU tuvieran que aceptar que en la agenda figurara el pogromo de octubre y la barbarie consiguiente. Por supuesto que es de una infinita ingenuidad creer que el Consejo de Seguridad pueda hacer algo serio sobre una agresión que hizo retrotraer al pueblo judío al tiempo de la Shoá. Y la realidad sigue demostrando ese desequilibrio moral que hoy es la línea de acción de los organismos internacionales.

Este martes, 50 personas murieron y 220 resultaron heridas en un ataque ruso con dos misiles balísticos que impactaron en una institución educativa y un hospital en la ciudad de Poltava, en Ucrania central. Este nuevo crimen de guerra ruso apuntando directamente a civiles es uno más en la larga lista que comenzó hace más de dos años cuando Rusia invadió Ucrania. Sin embargo, ¿Qué ha dicho en esta semana el inefable Canciller ruso Lavrov, miembro con derecho a veto en el Consejo de Seguridad simultáneamente a la matanza de ucranianos? Rusia, que jamás condenó el pogromo del 7 de octubre porque apoya a Hamas con el mismo fervor que Irán, expresó a través de Lavrov que Israel quiere la guerra, que Israel está provocando a Irán, que Irán con pleno apoyo ruso no va a responder a provocaciones, que Hamas e Hezbollah no serán derrotados por lo que denominó el “régimen de Israel”, copiando el lenguaje iraní cuando los Ayatollas o algunos de sus súbditos hacen referencia al Estado judío.

Compartamos un ejemplo sobre la línea demarcatoria entre la barbarie terrorista, la inacción y agresiones deleznables y la necesidad de que los secuestrados vuelvan a sus casas. Este martes, Sabina Taasa, israelí nacida en Francia, del moshav Netiv Ha´asara se presentó ante el Comité de los Derechos del Niño de la ONU en Ginebra. Contó el asesinato de su esposo y uno de sus hijos el 7 de octubre y como vive ahora:” Soy madre de cuatro hijos. Or fue asesinado en el concierto de 6 disparos en la cabeza; Zohar,16 años, quedó traumatizado, no duerme de noche y no controla sus esfínteres; Koren,13 años, superó el daño físico, pero duerme conmigo, tiene terror de salir de la casa, y vio como un terrorista hacía pedazos a su padre con una granada; Shai,9 años, quedó ciego de un ojo, también duerme conmigo y tampoco controla sus esfínteres”. Sabina rogó al Comité que miraran el breve video en su poder. “Mírenlo por favor sin juzgar. Mírenlo y entenderán mejor. Miren a nuestros 2 hijos más chicos que vieron como su padre volaba por los aires. Puede ser difícil mirarlo, pero esa es nuestra realidad en Israel. Hace 23 años vivimos en el moshav y siempre supe que podía llegar algo así porque Hamas nunca en 23 años dejó de disparar a nuestros hogares, a nuestros kibutzim y moshavim. Y pasó. Y destruyeron a nuestras familias”.

Ni Sabina ni nadie que mire los hechos, no los relatos, puede pensar que lo que ella logró describir tuviera eco. Pero es necesario hacerlo igual. A pesar del canciller ruso, de la tiranía iraní, las complicidades de dictaduras, partidos políticos, y todos los que desde el 7 de octubre han hecho victimarios a las víctimas con un desparpajo que llevará tiempo estudiarlo en lo peor de la historia del antisemitismo. Los cadáveres de 6 secuestrados rescatados por Israel hace escasos días, todos ellos ejecutados de varios disparos a quemarropa, confirman por enésima vez qué es Hamas, pero hoy, muy por encima de ello, y nos reiteramos por tercera vez, es la hora sí o sí de los secuestrados. No hay margen para discutir.

 
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