En la compleja constelación actual, el gobierno de Israel debe hacer lo máximo para hallar la forma de conciliar entre dos compromisos sagrados del Estado, que en determinados momento pueden parecer contradictorios, pero no lo deben ser: hacer lo máximo a su alcance para lograr recuperar a los secuestrados que están en manos de Hamas en Gaza y al mismo tiempo cuidar la seguridad nacional, por el presente y por el futuro.
Las afirmaciones del Primer Ministro sobre la esencialidad de mantener tropas en el corredor Philadelphi entre Gaza y Egipto se percibieron en sectores de la opinión pública y entre numerosos familiares de los secuestrados, como excusas para no llegar a un acuerdo, supuestamente por razones políticas. Consideramos que el gobierno, especialmente el Primer Ministro, tienen la responsabilidad de encontrar la fórmula que haga posible acercarse a un acuerdo aunque haya que retirarse temporariamente de dicha franja territorial. Pero no porque no sea importante, sino porque Israel tiene la capacidad de volver a tomarla y controlarla si es necesario y deberá hacerlo si eso es clave para la seguridad. Es que inclusive si muchas de las armas que usó Hamas desde Gaza se fabricaron adentro, no son inventos de Netanyahu afirmar que es clave garantizar que se pueda bloquear Philadelphi.
Pero no se puede perder de vista que Israel aceptó muchas propuestas en las negociaciones con los mediadores, mientras que Hamas rechazó todas. Esto no es un mero detalle. Las exigencias de Hamas van mucho más allá de Philadelphi. Es esencial tenerlo presente porque dar a entender que si Netanyahu no hubiera tomado la decisión de Philadelphi estaríamos viendo mañana el regreso de los secuestrados, carece de fundamento.
Y de todos modos, asesinar a secuestrados que estaban vivos hasta ahora en un túnel, no es negociación ninguna sino terrorismo puro.
No queremos agregar riesgos a la seguridad nacional. Pero sí creemos que hacer el máximo esfuerzo para recuperar a los secuestrados, también concesiones puntuales-que se puedan enmendar después- e inclusive detener la guerra por unas semanas, responde a un mandato moral sagrado del Estado judío. Y que eso tendría inclusive repercusiones en la propia seguridad nacional, porque incidiría en el sentir de cada combatiente que va al campo de batalla, sabiendo que su país lo cuidará.
Sea como sea, es imperioso aclarar lo evidente, que quizás por la dinámica que se vive en Israel en los últimos días de fuertes protestas contra el gobierno, puede olvidarse o pasar a un segundo plano: los asesinos, los responsables del sufrimiento que se vivió el 7 de octubre y se sigue viviendo en Israel, de las muertes, la destrucción y los secuestros, son los terroristas de Hamas, los islamonazis modernos.
En el plano interno israelí, claro está que deberá investigarse todas las fallas, las concepciones equivocadas, todos los errores cometidos tanto por las autoridades gubernamentales como por las Fuerzas de Defensa de Israel y los servicios de seguridad, por los cuales no se frenó a tiempo la masacre y no se llegó a tiempo a salvar a la población. Pero los asesinos son los terroristas.
Y los culpables del horror de los aproximadamente 250 secuestrados, de los cuales 101 quedan en Gaza, de los que 33 ya están confirmados como muertos, son los terroristas.
También del asesinato de los 6 secuestrados que Israel halló sin vida el sábado último en un túnel, baleados en la cabeza y otras partes del cuerpo, devolviéndolos a Israel, a darles digna sepultura.
Mencionamos antes dos compromisos sagrados: rescatar a los secuestrados y preservar la seguridad nacional. Agregamos un desafío: lograr que la furia, el dolor, la frustración por los asesinatos y el estancamiento en el tema de los secuestrados, no sean un premio a Hamas.
Discrepar con el gobierno, criticarlo, es legítimo. Pero debemos tener cuidado de no caer en las trampas de Hamas, que quiere usar las divisiones internas israelíes en su provecho. No es casualidad que el mensaje en absolutamente todos los videos de terrorismo sicológico que difundió con secuestrados, pone en boca de sus víctimas presas acusaciones a Netanyahu y recuerda las fallas del Estado el 7 de octubre. Recordemos, todos, que Hamas quiere dividir más a Israel para debilitarlo. Y que no distingue entre gobierno y oposición. A unos y otros los quiere matar, porque quiere aniquilar al Estado de Israel.
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