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| jueves septiembre 19, 2024

Desinformación y presiones en el camino de una guerra amplia contra Hezbolá


 

Netanyahu, Barnea  y Galant Kobi Gideon GPO

En la nueva reunión del gabinete de seguridad de Israel fijada para este lunes 16/9, la intención es  tomar decisiones sobre la nueva etapa en la guerra contra Hezbolá, a fin de lograr de frenar sus ataques diarios desde Líbano hacia la Galilea iniciados ya el 8 de octubre, que tienen cada vez mayor alcance.

El dilema con el que lidia Israel es enorme: seguir así, con 60.000 israelíes como refugiados en su propio país, evacuados de sus casas en el norte, y con decenas de miles no evacuados que viven bajo fuego, es imposible. Si bien Israel no se limita meramente a responder a los ataques sino que también toma iniciativa para destruir infraestructuras y depósitos de armas y misiles de Hezbolá, además de eliminar numerosos terroristas,  está claro que para asestarle un golpe decisivo que quizás logre alejarlo de la frontera con Israel, hay que lanzar una guerra de tal envergadura que cobrará un alto precio también a Israel.

No es casualidad que esta situación se prolonga desde hace casi un año, sin que el gobierno de Israel tome la decisión concreta de desafiar frontal y masivamente a Hezbolá para frenarlo.

Y ahora, cuando parece comprenderse que hay que cambiar de rumbo y se habla de la decisión de escalar los ataques a Hezbolá, entra en juego la conocida y nociva presión de Estados Unidos.

Sin olvidar ni por un momento el gran apoyo que Israel recibió del Presidente Biden tanto en numerosas declaraciones como en enorme abastecimiento de municiones necesarias para los ataques contra Hamas, es imposible olvidar que hubo también diversas  situaciones y presiones nocivas que dañaron a Israel. En diferentes momentos, se presionó a Israel mucho  más que a Hamas. Fue en gran medida la presión norteamericana lo que demoró la entrada del ejército a Rafah en varios meses. Claro que no era fácil maniobrar entre la ayuda necesaria de EEUU y sus presiones, pero el hecho es comprender que Washington en más de una ocasión molestó. Y ahora presiona duramente para que Israel no amplíe la guerra contra Hezbolá. Suena bien recalcar que siempre es mejor la diplomacia, pero lo que necesita Israel, ante la intransigencia y dureza de Hezbolá, es poder obligarle a alejarse de la frontera y frenar su agresión a Israel. Eso no terminaría con todo el potencial de amenaza, pero podría cambiar ahora la situación.

 

Es especialmente preocupante ver que en un momento tan dramático para Israel, desde la propia oficina del Primer Ministro de Israel se intenta presentar nada menos que al ministro de Defensa como quien no quiere atacar a Hezbolá. Las advertencias de Yoav Gallant a Hezbolá en los últimos meses fueron numerosas y tajantes, y cabe recordar que de todos modos él no decide solo. Es más, es el Primer Ministro Netanyahu quien tiene la última palabra. Pero ahora, el tema de la ley de exención del servicio militar de los  jóvenes que estudian en ieshivot – que Gallant no está dispuesto a aceptar como acción unilateral del gobierno, sin acuerdos con la oposición por ser un tema de gran polémica nacional- parecería que lleva a que el Primer Ministro esté por destituir al ministro de Defensa. Los partidos ultraortodoxos lo exigen y Netanyahu lo acepta para no perder su coalición. Aunque esto sea en medio de la guerra, una guerra a la que no irán todos los exentos del mencionado sector.

Y para legitimar esa decisión, nada mejor que presenta a Gallant como quien de hecho daña las necesidades de seguridad de Israel.

Pero los registros son claros.Y esa no es la verdad.

Las declaraciones de Gallant en los últimos meses diciendo que las opciones son “hasdará o haslamá” ( o sea un arreglo o escalada), son presentadas ahora como prueba de que se aferró a la opción diplomática dando a entender que no quiso enfrentarse duramente a Hezbolá, aunque la realidad es que  el propio Netanyahu, a pesar de las duras amenazas a Hezbolá, siempre prefirió soluciones diplomáticas.

Justamente este domingo el ministro de Defensa Gallant habló al respecto con el enviado especial de Estados Unidos para Medio Oriente Amos Hochstein, que ha estado viajando entre Beirut y Jerusalem sin resultados. “He estado diciendo durante meses que las opciones son arreglo o escalada, pero ahora no  es posible llegar a un arreglo. Hay una sola posibilidad: actuar con toda la fuerza y activar todo nuestro poderío militar con el objetivo de devolver a los habitantes del norte a sus casas”, declaró Gallant.

Ahora hay dos grandes preguntas. La primera, si realmente Israel está al borde de una guerra de gran dimensión contra Hezbolá, que se estima será mucho más compleja que la aún no terminada contra Hamas. Y la otra, si en esta situación, cuando Israel lidia con varios frentes a la vez- Hamas, Hezbolá, los hutíes desde Yemen, terrorismo en Cisjordania, por mencionar los centrales-, el Primer Ministro destituirá a su titular de Defensa y lo cambiará por un ministro sin experiencia ninguna en dicho campo, para poder concretar una ley explosiva en favor de los partidos ultraortodoxos, que la mayor parte del pueblo de Israel rechaza rotundamente. No es en absoluto cuestión de izquierda y derecha. Es cuestión de servir al país o a la coalición.

 
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