Trump no ha ganado solo. Ganó gracias al apoyo incondicional de personas a quienes considero justo mencionar.
Este triunfo de Donald Trump se lo dedico especialmente a los estudiantes de las universidades de Estados Unidos, esos que, sin distinguir entre Oklahoma y Alabama en un mapa, claman por “liberar” a la inexistente “Palestina”. “Desde el río hasta el mar” coreaban, sin haber visto jamás un mapa de Medio Oriente.
Extiendo mi agradecimiento a las autoridades universitarias que han decidido relativizar la violencia y el antisemitismo, logrando que los estudiantes judíos revivan los peores años de la historia y se sientan como sus abuelos en 1939. Nadie aprende tanto de la historia como aquel que la padece.
Recordemos la Universidad de Pennsylvania y su elección de no cercenar la libertad de los violentos, permitiendo la circulación de discursos antisemitas, mientras miles de estudiantes judíos temían por su seguridad. Nunca olvidaremos que la maldad “depende del contexto”. Gracias, académicos, por mostrar hasta dónde puede llegar la cobardía institucional.
Dedico también este triunfo a aquellos actores de Hollywood que prometieron huir del país si Trump ganaba las elecciones: pueden alquilarse un charter y radicarse en Irán, el paraíso de los derechos humanos.
En ausencia de Sinwar y Nasrallah, entre otros, le dedico este triunfo a los terroristas que planificarán su próximo “acto de resistencia” escondidos en sus búnkeres o usando a los civiles como escudos humanos mientras el mundo civilizado los reivindica al no condenarlos.
Un reconocimiento especial para el presidente Pedro Sánchez, para Yolanda Díaz y, como siempre, para Irene Montero y Pablo Iglesias, cuyas declaraciones han sido un ejemplo de lo que significa simpatizar abiertamente con el terrorismo sin sufrir la condena mundial.
Gracias an Emmanuel Macron y Justin Trudeau, dos pilares de la democracia occidental, que dudaron entre apoyar a la única democracia del Medio Oriente o embargarle las armas que le permitían defenderse.
Hollywood también merece su dedicatoria, y especialmente aquellos que hipócritamente defendieron los actos terroristas del 7 de octubre como “resistencia legítima”. Dejo un reconocimiento especial a Javier Bardem y su hipocresía, y a todas las otras estrellas cuya postura neutral, en el mejor de los casos, frente a la masacre del 7/10 es digna de un guion de ciencia ficción. Felicitaciones por su talento para responder a quien mejor les paga.
Una dedicación para los hijos de famosos, como los de Jennifer Garner y Ben Affleck, que caminan por las calles llamando a un genocidio al colocar una sandía sobre el único país judío del mundo.
A las feministas del mundo, a esas que se autoproclaman defensoras de los derechos humanos pero han decidido guardar silencio en cuanto a las mujeres judías secuestradas y violadas, les deseo que -ante idénticos hechos- reciban el doble de lo que han hecho por nosotras. Quedó clarísimo que cuando las víctimas no encajan en sus ideologías, es más cómodo mirar hacia otro lado. Chicas, gracias por abrirnos los ojos, siempre es mejor saber con quienes no contar.
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Para todos aquellos que, en este momento crucial, han dudado entre apoyar a Israel, la única democracia en la región, o bien a grupos terroristas cuya misión declarada es destruirla, mi sincero agradecimiento. Su confusión moral es, sin duda, una inspiración para saber de qué lado de la historia no pararse.
Le dedico el triunfo de Trump también a quienes no pidieron un cese al fuego desde el 8 de octubre, momento en el cual Hezbollah inició su intento genocida.
Una especial dedicatoria a mi compatriota, a Su Santidad el Papa, cuya compasión es infinita para los desplazados en el sur del Líbano pero parece tener ciertas dificultades para ver a las víctimas al norte de Israel. Su imparcialidad, Santo Padre, es vergonzosa.
Se lo dedico a aquellos actores de Hollywood que en una entrega de premios, orgullosamente y con su pin rojo, reivindicaron las matanzas y destripamiento de judíos en manos del terrorismo. Besitos a vos, Mark Ruffalo.
Y, por supuesto, no podría olvidar a los medios de comunicación, con especial mención a la BBC, incansable en su esfuerzo de reportar con un nivel de cinismo tan evidente que cualquier observador imparcial pensaría que la realidad es un mero juego de perspectiva. Mi más profundo reconocimiento a estos periodistas, especialmente a aquellos que eligen cuidadosamente sus palabras para minimizar los ataques contra Israel mientras lloran con fervor por sus “combatientes de la libertad”.
Se lo dedico a Javier Bardem, a Antonio Guterres, a Francesca Albanese, a Norman Briski, y a esos periodistas de países bananeros y apellidos judíos que optaron por asumir una postura populista de justicia selectiva e ignorancia supina.
Gracias a todos por mostrar al mundo cómo Hollywood y la prensa no solo producen entretenimiento e información, sino también distorsión de la realidad en nombre de los valores y las luchas con las que se alinean.
Este es un momento especial para agradecer a todos los que se han posicionado “neutralmente” y que, al final del día, han demostrado que no hay compromiso con la verdad ni con los derechos humanos cuando el conflicto incluye a Israel. Su “apoyo” selectivo y su confusión moral son, sin duda, el mayor aporte a esta victoria de Trump.
Se lo dedico a Biden, a Kamala y a todos aquellos que nos impidieron entrar en Rafah, donde estaba Sinwar pero también Hersh entre tantos secuestrados.
Desde Israel, el país de los judíos, te deseo todo el éxito del mundo, Donald, ojalá los Acuerdos de Abraham sean solo la muestra de lo que harás en los próximos años.
Por último, no quiero olvidarme de vos, Obama, ni omitir cuán menos negro se ve el futuro sin tu presencia a la vista.
Gabriela Keselman Lob
Sissi Emperatriz
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