Las fuerzas opuestas al régimen central del Presidente de Siria Bashar el-Assad avanzan desde hace unos días a un ritmo sorprendente, como un huracán que arrasa con todo a su paso, y son ya más de150.000 los civiles desplazados de las zonas afectadas. No importa exactamente a qué comunidad pertenecen. Son civiles en medio de la guerra y sufren las consecuencias. Circulan en las redes imágenes de jovencitas kurdas secuestradas, en manos de los extremistas, y son varios los motivos de preocupación. Es que cuando el grito de guerra es “Alá hu Akbar”, o sea Dios es grande, hay que empezar a temblar.
En esta guerra nadie avisa antes de atacar, ni se separa civiles de combatientes. Simplemente, avanzan, con todo. Y aquí nos desconectamos por unos minutos de la naturaleza del régimen de Assad que esas tropas armadas quieren derribar. Ni unos ni otros son santos ni demócratas. Nadie. Absolutamente todos son terribles violadores de los derechos humanos.
Pero nadie sale a manifestar en el mundo.
No hay plazas ardiendo con consignas preocupadas, con banderas de Siria o de Siria libre. Ni cánticos contra unos y a favor de otros. Nada. Ninguna señal de preocupación. Es que si no hay judíos en la historia, no interesa ¿verdad? Si no se puede acusar a Israel de lo que pasa, no tiene sentido.
El primer problema, es que esto deja en claro el odio antisemita, la hipocresía y la falta de honestidad de todos los que se presentan como luchadores por los derechos humanos pero enarbolan esa bandera únicamente cuando consideran que se puede colocar a Israel en el banquillo de los acusados. No les importa la libertad, la opresión, la vida, sino poder criminalizar y demonizar a Israel.
El segundo problema debería preocupar a los propios palestinos. Los manifestantes no marchan por ellos sino contra Israel. No les interesa ayudarlos sino criminalizar a Israel.
Si les interesara de los palestinos, habrían exigido a Hamas que se rinda, que deje a Gaza en paz, entregue a los israelíes que secuestró y que haga al mundo el favor de desaparecer de la faz de la tierra.
Si les interesara de los derechos humanos, estarían manifestando ahora por la guerra en Siria. A favor de unos o de otros, no importa. Pero en apoyo a la población civil que ahora sufre.
Lo planteamos pero no sorprende. En absoluto. Los hipócritas nunca valieron otra cosa que repudio por su doble rasero y por su indiferencia total ante quienes precisarían realmente su ayuda.
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