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| martes diciembre 17, 2024

Tras la caída de Damasco, Israel se ha convertido en la potencia dominante de Medio Oriente


 

Nueva bandera de Siria

La derrota del régimen de Bashar Al Assad y la ocupación de Damasco por los rebeldes sirios modifica drásticamente la relación de fuerzas en todo Medio Oriente; e Israel emerge como la potencia dominante en la región, lo que significa que el próximo paso es la derrota definitiva de la República Islámica de Irán, lo que sucede cuando se suma al Estado Hebreo la superpotencia extraordinaria de EE.UU liderada por Donald Trump, lo que implica que se aproxima el final del régimen de los Ayatolas surgido de la Revolución Islámica de 1979.

EE.UU con Donald Trump a la cabeza ya ha anunciado que va a multiplicar las sanciones financieras y comerciales a Irán, como lo hizo entre 2017 y 2021, profundizando su quiebra económica y su aislamiento internacional.

Lo que exige Donald Trump es el desmantelamiento completo de su sistema nuclear y la destrucción de su arsenal misilístico; y toda esta situación de derrota del régimen islámico es la consecuencia directa de haber perdido a manos de la superioridad estratégica de Israel todo intento de hegemonía en Medio Oriente, mientras sus fuerzas de avanzada en la región – Hezbollah en el Líbano, y Hamás en la Franja de Gaza – han sido destruidos y desarticulados por las Fuerzas de Defensa del Estado Hebreo.

De esta manera Hezbollah se convirtió en el único respaldo efectivo de Bashar Al Assad en los 13 años de guerra civil en Siria, y junto con la aviación rusa enviada por Vladimir Putin le permitió a la dinastía Al Assad imponerse en la extraordinariamente destructiva contienda civil que duró más de una década.

Por eso es que, ante la desaparición de Hezbollah como fuerza combatiente tras ser destruida por Israel, los rebeldes sirios en sólo 11 días y prácticamente sin combatir pudieron apoderarse de Damasco.

Ahora lo que viene a través de la acción conjunta de Israel y EE.UU – que es el liderazgo de Benjamín Netanyahu y de Donald Trump – es el aliento sistemático al Pueblo Persa para que derroque el sistema de los Ayatolas, y de esa manera abra paso a un reencuentro de fondo de carácter estratégico entre una de las 2 sociedades más avanzadas de Medio Oriente, que es la iraní, con EE.UU y una sociedad global absolutamente integrada por la revolución de la técnica. Irán puede ser la Persia avanzada del siglo XXI.

El colapso del régimen sirio, con la captura primero de Aleppo, luego Hama, y por último Damasco, es un ejemplo formidable de un sistema político que desaparece cuando ha perdido toda su sustancia histórica, lo que fue puesto de relieve por la superioridad estratégica fundamental lograda por Israel sobre Teherán.

Por 2 veces consecutivas en el mismo mes, el Estado Hebreo controló por más de 6 horas la totalidad del espacio aéreo iraní, y subrayó su pleno dominio sobre las instalaciones nucleares además de los cielos de Teherán.

Las Fuerzas de Defensa Israelíes se han convertido en las más potentes, efectivas, y tecnológicamente avanzadas de Medio Oriente, y probablemente, salvo prueba en contrario, del mundo actual.

Esta hegemonía irrestricta de Israel en el plano terrestre, aéreo y de inteligencia fue el preanuncio del colapso del régimen sirio; y con ellos, la transformación de fondo experimentada por la región más estratégica del planeta.

En todas las guerras de Medio Oriente – que son 6 – ha estado en juego la existencia del Estado Hebreo; y en esta particularmente, Israel demostró su extraordinaria vitalidad y capacidad de sobrevivencia.

“La estrategia es un arte simple, todo ejecución”, dice Napoleón; por eso lo fundamental es siempre y en todos los casos actuar, y sólo después formular.

En la estrategia – sostiene también Napoleón – el único error letal es no actuar”, y la victoria consiste en imponerse en el frente principal, no en los secundarios o accesorios; y en la estrategia todo surge de lo particular, del aquí y ahora, intransferible y circunstancial.

La otra gran figura históricamente decisiva de este momento de Medio Oriente es inequívocamente el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, que en medio de las malignidades y las pequeñeces que abundan en la política israelí es un actor crucial de este momento de la historia del Pueblo Hebreo.

Las cosas tienen un sentido, sobre todo en las situaciones de crisis; y nada – salvo las pequeñas minucias – son obra del arbitrio y la casualidad.

 
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