Netanyahu y Trump 2025 © GPO/Avi Ohayon
Como suele suceder con Donald Trump, hubo muchas declaraciones dignas de titulares después de su reunión con el primer ministro Benjamín Netanyahu.
El presidente estadounidense dijo que los saudíes no estaban exigiendo un Estado palestino; que el actual gobierno israelí podría completar el acuerdo de liberación de rehenes; que Irán es “muy fuerte en este momento”; que Estados Unidos se volvería más violento si Hamás no libera a todos los rehenes.
Sin embargo, la declaración que encabezó los noticieros nocturnos en Estados Unidos y los sitios de noticias de todo el mundo fue sobre el futuro de Gaza: “Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza, y nosotros también haremos un trabajo en ella. Seremos dueños de ella y seremos responsables de desmantelar todas las bombas peligrosas y otras armas que hay en el lugar”.
No se trataba de un discurso improvisado de Trump, sino de la lectura de declaraciones preparadas para una conferencia de prensa conjunta con Netanyahu, el primer líder extranjero que visita la Casa Blanca desde que el republicano volvió al poder en enero. Aunque a menudo adopta posiciones inesperadas como táctica para conseguir lo que quiere en otros asuntos, en este caso parecía sincero.
Poco antes, Trump había dicho en la Oficina Oval que quiere que los palestinos abandonen Gaza y que, idealmente, no regresaran a esa región desgarrada por la guerra.
Netanyahu parecía no saber cómo reaccionar ante el descabellado plan. “Creo que vale la pena prestarle atención”, dijo sin comprometerse. “Estamos hablando de ello. Él lo está explorando con su gente, con su personal. Creo que es algo que podría cambiar la historia, y que vale la pena realmente seguir ese camino”.
El plan no está a punto de implementarse. Los habitantes de Gaza, que sobrevivieron a quince meses de duros ataques de Israel, en su mayoría no quieren vivir en el exilio, y Trump no va a enviar tropas estadounidenses para expulsar a casi dos millones de personas de la Franja.
Tampoco Egipto y Jordania lo aceptarán, a pesar de la confianza de Trump en que su dependencia de la ayuda y el apoyo militar de Estados Unidos le da suficiente influencia para obligarlos a acoger a una cantidad masiva de refugiados de Gaza. Para ambos países, la propuesta de Trump cruza líneas rojas.
El régimen de Jordania vive con el temor perpetuo de que la derecha israelí implemente la idea de que Jordania es Palestina, y trate al Reino Hachemita como el Estado palestino. Jordania ya es mayoritariamente palestina, y la llegada de cientos de miles de palestinos más desestabilizaría a un país que ya sufre problemas de legitimidad y acusaciones de que sirve como títere occidental contra los intereses de los palestinos.
Las demandas de Israel para Gaza (líderes de Hamás en el exilio, sus combatientes desarmados y un nuevo consorcio internacional que supervise la Franja) pueden parecer de repente razonables y deseables para los actores regionales, en comparación con la sugerencia de Trump. Además, el primer ministro puede ganarse el favor de Egipto y Jordania si discretamente aleja a Trump de la idea de la expulsión
Egipto también ve la posible llegada de habitantes de Gaza como una amenaza existencial. Recuerda la violación del muro fronterizo por parte de Hamás en 2008 y la llegada de hasta 700.000 palestinos al Sinaí. El incidente dio lugar a nuevos vínculos entre los yijadistas del Sinaí y Hamás, lo que ayudó a la filial del Estado Islámico en la península a llevar a cabo una sangrienta insurgencia contra las fuerzas egipcias. El gobierno de al-Sissi en Egipto considera a la Hermandad Musulmana como su enemigo mortal, y no está dispuesto a permitir la entrada en el país de miles de combatientes de Hamás, una organización afiliada a la Hermandad.
Los acuerdos de paz de Israel con Egipto y Jordania son los cimientos de su seguridad nacional, y sería imprudente respaldar una política que pudiera desestabilizar a dos regímenes que cooperan estrechamente en cuestiones militares y de seguridad.
Peligros y oportunidades
Aunque el plan no avance, el mero hecho de que Trump la haya lanzado presenta peligros y oportunidades.
Vaciar Gaza de palestinos es el sueño de la extrema derecha israelí, y escuchar al presidente estadounidense respaldar la idea hará que los ultranacionalistas crean que el objetivo es alcanzable.
Ahora bien, incluso si Netanyahu puede sacar a Hamás de Gaza, no será suficiente para algunos de sus socios de coalición. Querrán ver a Netanyahu trabajando para implementar el plan de Trump, y podrían amenazar su supervivencia política si se opone a la idea.
Si Netanyahu continúa con su estrategia de respaldar las ideas de Trump para mantenerse en buenos términos con él, podría socavar las alianzas de Israel con Jordania y Egipto, sin nada que mostrar a cambio.
Trump y Netanyahu tienen mucho que lograr juntos. Pueden poner fin al programa nuclear de Irán, consolidar el lugar de Israel en la región y golpear a organizaciones hostiles como los tribunales de La Haya y varias agencias de la ONU. Desperdiciar energía y capital político en la idea de Trump sobre Gaza no es la manera ideal de aprovechar el potencial creado por la actual alineación de estrellas políticas.
Trump puede estar desconectado de la realidad de la región, pero su voluntad de ir más allá de ideas fallidas que datan de décadas atrás podría abrir el debate a enfoques novedosos para la cuestión palestina, un desafío que necesita desesperadamente soluciones creativas en los próximos años
Y es difícil predecir el efecto que la propuesta de Trump tendrá en las conversaciones sobre los rehenes. Podría convencer a Hamás de que retener a los rehenes varones es la única manera de evitar que siga adelante con su programa sobre Gaza, y le da al grupo terrorista la oportunidad de presentarse ante los palestinos y el mundo árabe como la única fuerza que lucha por mantener a los habitantes de Gaza en sus hogares contra los designios estadounidenses e israelíes.
Al mismo tiempo, hay una oportunidad para Netanyahu en el caos. Las demandas de Israel para Gaza (líderes de Hamás en el exilio, sus combatientes desarmados y un nuevo consorcio internacional que supervise la Franja) pueden parecer de repente razonables y deseables para los actores regionales, en comparación con la sugerencia de Trump. Además, el primer ministro puede ganarse el favor de Egipto y Jordania si discretamente aleja a Trump de la idea de la expulsión.
Incluso si el plan no se concreta, podría tener otro beneficio importante. Trump no teme desafiar las convenciones y obligar a los líderes a deshacerse de viejas y cansadas nociones. Es posible que trasladar a los habitantes de Gaza a países árabes no funcione, pero tampoco lo hará poner fin a la guerra mientras Hamás siga siendo la fuerza más fuerte en Gaza. Se necesitan nuevas ideas para Gaza y para la cuestión palestina en general.
Trump puede estar desconectado de la realidad de la región, pero su voluntad de ir más allá de ideas fallidas que datan de décadas atrás podría abrir el debate a enfoques novedosos para la cuestión palestina, un desafío que necesita desesperadamente soluciones creativas en los próximos años.
*Corresponsal diplomático de The Times of Israel.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.