“La importancia no es la perfección moral a la que se llegue sino el proceso de perfeccionamiento”. Lev Nikoláievich Tolstoi
Job, el famoso personaje bíblico, es descrito en el Libro de Job como un hombre de la Tierra de Uz. Era muy temeroso de Dios y procuraba evitar el mal. También, Era rico en ganado, ovejas, camellos, burros y poseía muchos siervos. Era muy considerado entre todos los que vivían en su mundo. Así era la vida de Job, bendecido por la felicidad y la satisfacción.
Los habitantes del Estado Judío de Israel habían llegado a tener un grado de placer, plenitud y alegría porque su país de apenas 10 millones de personas pertenecía al mundo desarrollado, con un PBI superior a la mayoría de los integrantes de la Unión Europea (UE); un producto per cápita entre los 15 países más ricos del mundo; posicionado como el décimo país más poderoso de los casi 200 integrantes de las Naciones Unidas (1º. USA; 2º. China) y entre las 10 primeras naciones en tecnología y felicidad.
Así comienza la historia de Job y hasta fines de 2022 la crónica del progreso de los israelíes, cuando Dios para Job y un “cisne negro” para Israel golpearon la integridad de uno y el indolente bienestar del otro. Ambos, Job e Israel, habían estado en la cima con los más poderosos del Globo Terrestre viviendo rica y apaciblemente en su hogar ancestral de épocas milenarias remotas.
Como ya se ha dicho el destino encomendó a Job perder todo de un momento para otro y arteramente, el 7/10/2023, los pobladores de Israel, vecinos de Gaza, usurpada por la Organización Yihadista Hamas, sufrieron el peor ataque criminal desde la época de la Shoá.
Job vivió el sufrimiento sin maldecir a Dios, manteniendo su integridad a pesar del desconocimiento de la verdadera razón de su tormento y tendrá como misión resolver los problemas espirituales que le habían aparecido. Del mismo modo Israel, en medio de grietas internas y odios incomprensibles, se unió en la lucha contra el nuevo Leviatán con la creencia de que estas batallas deben conducir al mantenimiento y mejoramiento de ese hermoso país creado en 1948 pero fundado hace miles de años para brindar al mundo una civilización colmada de conocimientos humanos, espirituales y científicos que promocionen la vida por sobre la muerte, la bondad contra la maldad, el honor frente a la perversidad y el desarrollo en lugar de la destrucción.
Así como Job no perdió su fe en Dios, los israelíes de Eretz Israel no deben perder las esperanzas que Teodoro Hertzl y los numerosos precursores depositaron en ellos.
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