Más o menos a la misma hora en que este escrito sea público, una noticia lo eclipsará. Tres almas en pena serán mostradas en un carnaval feroz. Les colgarán carteles, los humillarán una vez más, los rodearán monigotes con la cara tapada y uniformes del mal.
Mientras tanto, la Cruz Roja será la comparsa útil; Médicos Sin Fronteras, la murga necesaria, y las grandes estrellas del mundo mundial sonreirán felices y mostrarán al planeta que están comprometidos.
Con el horror más grande, pero comprometidos. Con la tortura y el asesinato, pero comprometidos. Con la estupidez supina, pero comprometidos. Y son muchos, y son tontos y viajan en sus ponys voladores y se congratulan y ponen cara de justicieros. De Mark Ruffalo a Nahuel Pérez Biscayart; de Eric Clapton a Pedro Pascal.
La Susan anduvo sarandonéandose, diciendo que lo del 7 de octubre, el mayor y más terrorífico ataque a la comunidad judía desde los pogromos nazis, era mentira. Que no ocurrió: “Todo eso de los bebés en los hornos, las violaciones, son mitos” le gritó a la activista israelí Karen Piker en una manifestación en Nueva York, en abril de 2024. Quedó grabada en un video de pocos segundos que destroza cualquier prestigio artístico que pueda haber demostrado.
¿De qué sensibilidad puede hablar un artista que ante el mayor sufrimiento infligido a 1200 personas inocentes, desde bebés a ancianos, se encoge de hombros y dice “bah, bah, bah!”? No hay sensibilidad en esa mujer. Hay odio y tontería. Y eso que yo siempre quise que el auto, al final, saliera volando.
No fue la única negacionista. Roger Waters lo dijo clarito en el programa inglés Piers Morgan Uncensored de la cadena británica Talk TV: “Podés decir cualquier cosa, pero violaciones no hubo. No hay evidencias”.
Cuando Pedro Pascal pidió “todos los ojos en Rafah” no vio a Hersh Goldberg-Polin, a Eden Yurshalmi, a Ori Danino, a Alex Lobanov, a Carmel Gat o a Almog Sarusi. Y no los vio porque Hamas, después de haberlos secuestrado el 7 de octubre, los fusiló en un túnel, en Rafah.
Ahí donde Pedro Pascal decía que había que poner los ojos, a instancias del representante de la Organización Mundial de la Salud en Gaza y Cisjordania, Richard Peeperkorn, que había dicho que había que mirar allí, porque Israel iba a atacar. No, el representante de la OMS nunca se refirió a los rehenes torturados por Hamas. Nunca dijo que Hamas fuera responsable de nada. Sólo denunció una y otra vez a Israel por defenderse.
Pedro Pascal o Dua Lipa, otra con los ojos en Rafah, tampoco vieron a Luis Har. Y no lo vieron porque Luis, argentino-israelí de 70 años, desayunaba tranquilamente con su familia el 7 de octubre de 2023 en Nir Yitzhak, cerca de la frontera con Gaza, junto con su pareja Clara Marman, su hermano Fernando Marman, su cuñada Gabriela Leimberg y la hija de Gabriela, Mía, cuando los terroristas entraron en su casa, forzaron la puerta de la habitación segura en la que estaban y se los llevaron a Gaza, secuestrados.
Historias en la oscuridad
Estaba siendo torturado en un túnel subterráneo, Luis, por eso Pedro no pudo verlo. Ciento veintinueve días pasó Luis con su cuñado Fernando sin ver jamás la luz del sol, alimentado a veces con un pan pita por día, confinado a un espacio reducido, sin recibir noticias del exterior. Había cometido el peor de los pecados: ser judío.
Sin embargo, en esos 129 días donde ni Pedro Pascal ni Cate Blanchett ni Eric Clapton pensaron en él, Luis encontró la forma de sobrevivir: “Nos contábamos historias para no perder la cordura. Eran historias de nuestras vidas, cuentos de hadas, cualquier cosa que pudiéramos recordar. En la oscuridad, esas historias nos hacían sentir un poco menos solos, nos recordábamos quiénes éramos antes de todo esto. Era nuestra manera de mantener la esperanza, de no dejar que la desesperación nos consumiera por completo”.
Me pregunto qué sensibilidad tiene un artista que está a favor de quienes provocan esto en personas inocentes. Luis fue liberado por el ejército israelí.
El cantante español Miguel Ríos (¡cuya “creación” más conocida es una versión española del “Himno a la alegría”!) se mostró alegre con su grito de “¡Free Palestina!” en la entrega de los premios Goya, en España.
El mismo día en que las caras de Eli Sharabi, Ohad Ben Ami y Or Levy se mostraban (poco) al mundo, en un cruel espejo de los liberados de Auschwitz. No, Miguel Ríos no dijo jamás una palabra sobre los secuestrados-torturados por Hamas. Como tampoco lo dijeron Pedro Pascal, Dua Lipa, Billie Eilish o Caetano Veloso.
Eli Sharabi fue secuestrado con su hermano, su esposa y sus dos hijos. Esa mañana, horas antes de que Miguel Ríos saltase de alegría en los premios Goya, horas antes de que Nahuel Pérez Biscayart acusara a Israel por enésima vez de genocidio (y como matoncito de barrio le dijera a ¡Pedro Sánchez! “cómplice, te estamos mirando” por no impedir la venta de armas a Israel), esa mañana, decía, Eli fue obligado, rodeado de matones uniformados con la cara tapada, a agradecer el trato recibido y mostrar felicidad –en su envase de alma en pena– porque en minutos se encontraría con su esposa y sus hijas.
Todos quienes lo obligaban sabían que ellos mismos las habían asesinado. Eli, no.
Pero Nahuelito no quiere que Israel tenga armas para defenderse de esos animales. Sueño con el momento en que sea convocado para interpretar la biopic de Eli Sharabi.
Este sábado (esto está escrito con las expectativas de lo que puede pasar y será leído cuando ya se sepa, disculpen el rulo de tiempo) Hamas liberará a un hincha de Atlanta, que vivió hasta los 22 años en Villa Crespo, Iair Horn. Su hermano Eitan seguirá en cautiverio.
Sí, para los medios argentinos, la madre de los hermanos secuestrados y torturados no fue noticia. Apenas hubo alguna aparición secundaria. ¿Ameritaba el secuestro de dos argentinos una cobertura especial, programas específicos, rutilantes carteles de “URGENTE”? Sí, pero no los hubo.
Bueno, no fueron ellos dos solamente. Fueron once. ONCE. ONCE. ONCE ARGENTINOS SECUESTRADOS POR UNA ORGANIZACIÓN TERRORISTA.
Este es el titular que no vimos.
Mataron a 1200, secuestraron a 251, intercambian secuestrados civiles torturados que estaban desayunando en su casa por terroristas asesinos que estaban presos. Los terroristas devolverán a algo que quizás ya no pueda llamarse vida a 33 personas después de torturarlas más de 500 días.
Salen de la merecida cárcel 1300 terroristas, que lo primero que hacen una vez sueltos es asegurar que volverán a matar judíos.
El responsable de este intercambio desigual, que sólo es posible como intento desesperado por salvar lo que queda de los secuestrados torturados, Benjamin Netanyahu, es considerado un carnicero por parte de la comunidad internacional que trata a los animales de Hamas como “militantes”.
A esta hora veremos otra vez el espejo atrasado de Auschwitz, la alegría del jet set, la indiferencia de tantos en todo el mundo.
A esta hora veremos la salida de los campos de concentración.
Sólo que, a diferencia de hace 80 años, esta vez, el jet set festejará a los nazis.
15 de febrero de 2025
seul.ar/
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