Este jueves deben volver a Israel ya sin vida, cuatro de los secuestrados que los terroristas tienen en su poder. Y más allá de quiénes sean-y todos sabemos el singular simbolismo de algunos de los nombres anunciados, como la familia Bibas, aunque nada se confirmará hasta que se haya hecho el estudio forense imperioso- cada uno es un mundo. Cada uno, una familia desgarrada, una vida entera perdida y muchas otras heridas para siempre.
Es difícil usar superlativos para describir las duras vivencias con las que ha tenido que lidiar Israel desde la masacre terrorista salvaje del 7 de octubre del 2023. Primero fue la confirmación del horror que había invadido numerosas localidades del sur de Israel tomadas por los terroristas. Y la confirmación de tantos muertos y heridos. Y por supuesto, el espanto al ir quedando en claro que 251 de los que no estaban por ningún lado, se hallaban en manos de Hamas y la Yihad Islámica, secuestrados a la Franja de Gaza.
Hubo días muy difíciles con numerosos caídos, soldados y oficiales que dieron su vida para defender a Israel y tratar de recuperar a los secuestrados. Cada uno, un mundo entero.
También días terribles con la confirmación de la recuperación, en operativos secretos peligrosos, de los cuerpos de secuestrados, con lo que terminaba la esperanza para sus seres queridos, pero al menos podían darles digna sepultura.
Agonías interminables.
Y este jueves 20 de febrero, quedará registrado en esa larga lista de días difíciles, como una jornada terrible al entregar Hamas a la Cruz Roja Internacional a cuatro de los secuestrados, ya sin vida, de los 8 incluidos en la lista aprobada de la primera etapa del alto el fuego.
Conociendo los teatros de horror puestos en escena por Hamas cada vez que libera secuestrados vivos, y conociendo toda su naturaleza inhumana, nos da miedo imaginar siquiera cómo será el acto. Por algo el Foro de Familias de los Secuestrados pidió a los medios israelíes no transmitir en vivo la transferencia de los cuerpos.
Ya se sabe que la Cruz Roja los entregará a las Fuerzas de Defensa de Israel dentro de la Franja de Gaza. Allí mismo se celebraría una ceremonia en la que los secuestrados serían colocados en ataúdes envueltos en la bandera israelí. Será un acto con la participación de un rabino militar y soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel. Desde allí, los vehículos militares transportarán los ataúdes a territorio israelí y al Instituto de Medicina Forense Abu Kabir para la identificación de los cuerpos. Recién al confirmarse la identidad de cada uno-en base a ADN que hay de todos los secuestrados- se notificará oficialmente a la familia. El tiempo que lleve la identificación dependerá, cabe suponer, del estado del cuerpo. Según se ha informado, puede llevar hasta 48 horas.
Hamas anunció que hará la entrega de los cuerpos a las 8 de la mañana, pero eso no ha sido confirmado aún por Israel.
Sin saberse aún qué hará y dirá Hamas en la ocasión, no sería descabellado suponer que acusará a Israel, diciendo que murieron en un bombardeo israelí.
Técnicamente, dado que había una dura guerra en el terreno, claro está que esa es una posibilidad. Pero en nada quita responsabilidad a los terroristas que secuestraron a esos inocentes de sus camas aquel terrible sábado 7 de octubre, en medio de un escenario de horror en el que asesinaron, torturaron y violaron. Los secuestrados que vuelven muertos a casa, fueron todos asesinados por Hamas, más allá del motivo “técnico” directo de su muerte. Ninguno de ellos tendría que haber estado en Gaza sino con sus familias en Israel. Vivos.
Malditos sean los terroristas. Todos.
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