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| sábado febrero 22, 2025

El martirio de los niños Bibas y el docente antisemita


«El bisabuelo de los chicos Bibas fue el autor de la música de los Titanes en el Ring. Música lúdica para generaciones de niños argentinos. Emigró a Israel y su descendencia fructificó y al fin el delirio necrofílico de Hamas terminó con ellos.»

A los niños Bibas los estrangularon.

Y luego los desmembraron con las manos.

Un docente, Guido Saá, argentino, de la escuela Carlos Pellegrini escribió en las redes, según los testimonios tomados antes de que borrara sus mensajes, un barbaridad que quizás no piense solo él: «Espero que haya tantos Bibas como sea posible», y agregó tras la visión de los ataúdes: “Adoro los finales felices”.

Guido Saá sería becario doctoral además.

La academia, como se ve, no necesariamente exonera el racismo y la apología del terror.

¿A cuántos representa este profesor?

Gira los ojos aterrados Shiri Bibas, los dos hijos aferrados, a sí misma, ella rodeada de secuestradores asesinos que se los llevaron y que los mataron horrorosamente en aquella mañana que pulverizó la paz , y luego, ahora, volvieron ataúdes provocadores, lacerantes y ella, Shiri, no volvió. Ya muertos -descuartizados- los niños, separados de su madre, liquidados por la ferocidad de una profundísima enfermedad mental masiva.

 

El tercer ataúd que llegó a Israel no era el de Shiri, la madre de los chicos. Entregaron otro cuerpo de una mujer gazatí.

¿Qué es esta estafa?¿Esta nueva profanación? Desde Hamas, o desde los Muyahidines (no se sabe bien qué grupo los secuestró) afirman que fue un error. No hay error.

Es:

Siniestro.

Tramposo.

Violento.

Lúgubre.

Funesto.

Atroz.

 

Antes de “liberar” los cadáveres en Gaza había una fiesta en derredor a los sarcófagos. Gritos festivos, aciaga algarabía, niños gritando sin saber que alaban la muerte como proyecto, adultos escondidos de sus mascaradas verde-muerte.

Necrofilia en acto danzante de los lobos de la sangre que derraman,

 

El padre de los niños, Yarden, liberado y con sus hijos muertos, recuerda en algún sentido a Otto Frank, el padre de Ana Frank, que tras el Holocausto volvió vivo al altillo en el que Ana y los suyos estuvieron refugiados hasta que al fin llegaron los nazis y mataron a todos, menos a Otto.

Yarden está mucho más que solo.

Lo lanzaron a un infierno peor que la muerte.

El bisabuelo de los chicos Bibas, Vladi, fue el autor de la música de los Titanes en el Ring. Música lúdica para generaciones de niños argentinos. Emigró a Israel y su descendencia fructificó y al fin el delirio necrofílico de Hamas terminó con ellos. Después de concluir con su sangriento ritual, depositaron su patología en los cajones de los niños. Féretros enormes, como para encubrir que dentro de ellos había criaturas, y una leyenda en ellos, en esas cajas burlonas y agresivas como puñales: “Arrestados el 2 de octubre del 2023”.

¿Arrestados? ¿Por qué se arresta a dos criaturas?

 

La guerra es una ferocidad y es cierto, porque es cierto también que en Gaza murieron niños tras bombardeos israelíes. Pero fue Hamás quien dejó a la intemperie sus criaturas. Los jerarcas se escondían en sus siniestros túneles.

Ellos, Hamás, son los que gatillaron la gran conflagración .

Los Bibas son argentinos por ascendencia, por historia familiar y por las huellas que sus ancestros dejaron en éste país.

 

Su abuelo José Luis, llegó con Vlady Silberman a Israel en 1976. Y su descendencia construyó una vida de trabajo y de buena convivencia con los gazatíes hasta la matanza.

Y la carnicería llegó.

Todo es tétrico y profundo.

 

Vienen de lejos mitos y cosmogonias que depositan en el judaísmo conspiraciones para dominar al mundo, burdas barbaridades que afirman que hay un plan hebreo para colonizar la Patagonia y las acusaciones de avaricia y de codicia que in extremis concluyen con la justificación de cualquier crimen contra todo judío. La acusación de doble lealtad, por ejemplo a los argentinos que vuelven a Israel, no vale para otros. Ningún argentino de origen español o italiano que vuelva a los países de sus ancestros es calificado de anti argentino.

 

Los argentinos que vuelven a ese pequeño enclave tan atacado en Medio Oriente cuya capital es Jerusalén, sí.

Son definidos muy habitualmente como traidores anti argentinos.

Si Israel no desapareció ahora de la faz de la tierra es por su sofisticado sistema de defensa.

La intención de sus enemigos, como ocurrió durante el Holocausto es exterminar a los judíos.

El nihilismo y el antisemitismo van de la mano.

Manos que se estrechan con sangre ajena.

Es evidente que hay que repetirlo: en Argentina hubo dos atentados; los de la Embajada de Israel en pleno centro porteño, y el de la AMIA.

Y un pacto de impunidad con Irán.

Y un fiscal, Nisman, asesinado según la justicia por investigar precisamente esos horrores.

Medio Oriente no está lejos de la Argentina.

 

Hezbollah está en Latinoamérica y supo desplegar sus tentáculos en éste país, y no solo aquí.

En Chile, quizás en componenda con agentes de la Venezuela de Maduro operarían en la sombra, y en Uruguay, donde el antisemitismo salió a una luz que sorprendió, hay que investigar sin dudas maniobras de lavado de dinero de Hezbollah y una presunta expansión mas o menos encubierta en la Banda Oriental próximo a ser gobernado por el Frente Amplio.

Los niños Bibas fueron el rostro de su felicidad familiar mientras vivieron sus brevísimas existencias, y son ahora la imagen de esos ataúdes gigantescos que ocultan su pequeñez y su inocencia.

¿Estaba su madre presente cuando los liquidaron con esas zarpas como horcas, torturandola así a la vez a ella de la manera más desgraciada posible?

Porque aquí lo que se juega es la paz de los inocentes o la lujuriosa pasión por la tortura de los enfermos existenciales mas enfermos del presente.

No hay opción.

O estamos con los Bibas, o con sus verdugos.

Con la democracia, o con la desgracia estranguladora del fundamentalismo.

Con el futuro, o con el medioevo matador.

Con la vida, o con la muerte

 

Miguel Wiñazki

Clarín, 22/02/2025

 
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