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| domingo marzo 2, 2025

TETZAVÉ-ZAJOR 5785

In Memoriam de Israel Winicki Z'"L para Porisrael.org


B’H

Éxodo 27:20-30:10

Di-s dice a Moshé que reciba de los Hijos de Israel aceite de oliva puro para la “llama eterna” de la Menorá que Aarón deberá encender todos los días, “desde la tarde hasta la mañana”.

Son descriptas las ropas sacerdotales que deberán ser vestidas por los Kohanim (sacerdotes) mientras realizan su servicio en el Santuario. Todos los Kohanim vestían: 1) ketonet – una túnica larga de lino; 2) mijnasaim – pantalones de lino; 3) mitznefet o migbaat – un turbante de lino; 4) avnet – un cinturón largo alrededor de las caderas.

Además, el Cohen Gadol (Sumo sacerdote) vestía: 5) efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; 6) joshen – una placa que iba pegada al pecho, donde había incrustadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; 7) meil – una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; 8) tzitz – una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Di-s”.

Esta sección también incluye las instrucciones detalladas de Di-s para los siete días de iniciación de Aarón y sus cuatro hijos – Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar – en el sacerdocio, y para la confección del Altar de Oro donde el ketoret (incienso) era quemado.

BOCA Y CORAZON

 “Y el pectoral no se moverá del efod” (Éxodo 28:28)

Hay una prohibición expresa de separar el joshen (pectoral) del efod, ¿por qué? El joshen estaba apoyado en el pecho, sobre el corazón del Sacerdote. La palabra efod equivale numéricamente a 85, el mismo valor de la palabra Pe (boca). Con esto la Torá nos enseña que la boca y el corazón deben ir juntos. El decir cosas que no queremos decir, o sentir lo contrario de lo que afirmamos va en contra de la ley de la Torá.

En síntesis, ser “Ejad bepe veejad belev —una sola boca y un solo corazón”

 

Parashat Zajor en Resumen

Por ser el Shabat previo a Purim, en el cual celebramos la caída de Haman, el Amalekita y la frustración de su malvado plan para destruir al pueblo judío, esta Parasha es complementada con la lectura de “Zajor” (Deuterenomio 25:17-19) en la cual leemos la orden divina de recordar la maldad de Amalek y de destruirlo de las faz de la tierra.

Recuerda lo que te hizo Amalek cuando ustedes salían de Egipto. Cuando salieron a tu encuentro en el camino, y estabas cansado y exhausto, cortaron el paso a los que se rezagaban detrás de ti, y no tuvieron temor de Dios. Por consiguiente, cuando Dios te dé paz de todos los enemigos en torno tuyo en la tierra que Dios tu Señor te está dando para ocupar como herencia, debes borrar la memoria de Amalek debajo de los cielos. No debes olvidar.

 (Extraído de www.es.chabad.org)

 

¿QUÉ ES UN MILAGRO?

Un mar que se abre, legiones de ángeles descendiendo con espadas llameantes, huesos secos que vuelven a la vida. Todo eso y muchas cosas similares son llamadas milagrosas.

Pero si les digo el sol saliendo por el este, o un bebé naciendo tras 9 meses de embarazo, o el simple hecho de despertar por la mañana, inmediatamente van a decir, “¡Esos no son milagros! ¡Son cosas completamente naturales!” Y si, es cierto, son hechos naturales… ¡¡¡Y AHÍ ESTÁ EL MILAGRO!!! En hebreo “la naturaleza” se dice HaTeva, que tiene el mismo valor numérico que el nombre de Di-s, Elo-him, porque Di-s está no sólo en cosas asombrosas, sino en aquello que a nosotros nos parece natural.

Y la mejor prueba la tenemos en la historia de Purim.

Si leemos atentamente el Libro de Ester (Meguilat Ester) vemos simplemente una serie de sucesos normales y naturales: Un rey oriental que se emborracha durante una fiesta, su deseo de exhibir a su reina ante los invitados, la negativa de esta, que conduce a que sea ejecutada por desobedecer al monarca, la búsqueda y el hallazgo de una nueva reina (una judía), el tío de ella que descubre un complot contra el rey, un ministro antisemita que quiere destruir al pueblo judío, el rey recompensa al tío de la reina por salvarlo del complot, la reina invita al rey a un banquete durante dos días sucesivos, y en el segundo día pide por su pueblo, el ministro y sus hijos son ejecutados y los judíos son salvados.

Todo natural y lógico, entonces ¿Por qué se habla del Milagro de Purim? Porque no hay nada más milagroso que la naturaleza.

En síntesis, diariamente vivimos milagros, aunque no alcanzamos a darnos cuenta.

¿Quién es honrado?

Rav Jonathan Sacks

 

Tetzavé es la única sidrá desde el comienzo de Éxodo hasta el final de Deuteronomio que no contiene la palabra «Moshé». Por una vez Moshé, el héroe, el líder, el liberador, quien entregó la ley, está fuera del escenario. En cambio nos enfocamos en su hermano mayor, Aharón, quien por lo general se encuentra en segundo plano. De hecho, virtualmente toda la sidrá está dedicada al rol que Moshé no ocupó, salvo por un breve momento: el de sacerdote en general y gran sacerdote en particular.

¿Por qué? ¿Acaso la ausencia de Moshé de este pasaje tiene un significado mayor? Los comentaristas ofrecen muchas sugerencias. Rav Iaakov ben Asher (1270-1340, autor del código conocido como el «Tur»), relaciona la porción de esta semana con un evento al comienzo del liderazgo de Moshé: su encuentro con Dios en la zarza ardiente (Éxodo 3-4). Moshé expresó repetidamente su renuencia a asumir la misión de liderar al pueblo para salir de Egipto.

Finalmente leemos:

Pero Moshé dijo: «Por favor, Hashem, envía ahora por intermedio de quien has de enviar». Entonces se encendió la ira de Hashem contra Moshé y dijo: «¿No es Aharón tu hermano, el levi? Yo sé que él habla bien; además, he aquí que él saldrá a tu encuentro y al verte se alegrará en su corazón. Le hablarás y pondrás las palabras en su boca. Yo estaré con tu boca y con su boca y les enseñaré lo que deberán hacer» (Éxodo 4:13-15)

 

Los sabios dicen que estas dudas por parte de Moshé fueron lo que causaron que parte de su rol (como potencial gran sacerdote) le fuera quitado y otorgado a su hermano. Rav Iaakov ben Asher concluye que el nombre de Moshé no aparece en Tetzavé «para evitarle el dolor» de ver a Aharón adquirir la insignia del sacerdocio que podría haberle pertenecido a Moshé.

Sin negar esta ni otras explicaciones, puede que haya aquí un mensaje más fundamental. Como ya he mencionado, uno de los temas recurrentes en Génesis es la rivalidad fraterna, la hostilidad entre hermanos. La historia se relata cuatro veces, cada vez de forma más extensa: entre Caín y Hével, Itzjak e Ishmael, Iaakov y Esav y Iosef y sus hermanos.

En estas narrativas hay un patrón identificable, que puede verse mejor en la forma que termina cada historia. La historia de Caín y Hével termina con un asesinato, fratricidio. A Itzjak e Ishmael, aunque se separaron, volvemos a encontrarlos juntos en el funeral de Abraham. Evidentemente allí hubo una reconciliación, aunque esto se relata entre líneas (y es explicado en el Midrash), pero no directamente en el texto. Iaakov y Esav se encuentran, se abrazan y cada uno se va por su lado. Iosef y sus hermanos se reconcilian y viven juntos en paz. Iosef les provee alimento, tierra y protección., Génesis nos cuenta una historia de grandes consecuencias. La fraternidad, una de las palabras claves de la revolución francesa, no es algo simple ni directo. A menudo está repleta de conflictos y peleas. Sin embargo, lentamente los hermanos pueden aprender a estar presentes el uno para el otro. Con esta nota termina Génesis.

Pero este no es el fin de la historia. Hay un quinto capítulo: la relación entre Moshé y Aharón. Aquí, por primera vez, no hay ninguna alusión a la rivalidad fraterna (un poco se desarrolló más tarde —Bamidbar, capítulo 12— pero se resolvió gracias a la humildad de Moshé). Los hermanos trabajan juntos desde el comienzo de la misión para llevar a los israelitas a la libertad. Ellos se dirigen juntos al pueblo. Están juntos al enfrentar al Faraón. Ejecutan juntos señales y maravillas. Comparten el liderazgo del pueblo en el desierto. Por primera vez, los hermanos funcionan como un equipo, con dones diferentes, con diferentes talentos y roles, pero sin hostilidad, complementándose mutuamente.

La Torá transmite esto con dos frases llamativas. La primera está en el pasaje que hemos citado. Dios le dice a Moshé: «Aharón saldrá a tu encuentro y al verte se alegrará en su corazón». ¡Qué diferente es esto de los tensos encuentros entre los hermanos en Génesis! Podríamos pensar que Aharón podía tener muchas razones para no alegrarse de ver regresar a Moshé. Los hermanos no habían crecido juntos. Moshé había sido adoptado por la hija del Faraón y creció en un palacio egipcio. Tampoco habían estado juntos durante el sufrimiento de los israelitas. Moshé, temiendo por su vida tras haber atacado a un capataz egipcio, había huido a Midián. Además, Moshé era el hermano menor de Aharón, y él era quien estaba punto de convertirse en el líder del pueblo. En el pasado, cada vez que el menor tomaba algo que el mayor creía que le pertenecía naturalmente, hubo entre ellos animosidad. Pero Dios le aseguró a Moshé: «al verte se alegrará en su corazón». Y así fue. (Éxodo 4:27)

La segunda alusión la encontramos en un texto extraño, que relata la descendencia de Moshé y Aharón:

Y Amram tomó por esposa a su tía Iojébed, y ella dio a luz a Aharón y a Moshé. Los años de vida de Amram fueron ciento treinta y siete años… Esto fue los mismos Aharón y Moshé a quienes Hashem dijo: «Saquen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto según sus legiones». Ellos son los que hablaron al Faraón, rey de Egipto, para sacar a los hijos de Israel de Egipto.  Fue los mismos Moshé y Aharón. (Éxodo 6:20, 26-27)

La repetición de la frase «fueron los mismos» es enfática incluso en la traducción. Mucho más cuando prestamos atención a dos peculiaridades del texto. La primera es que las frases, a pesar de que en un primer momento suenan idénticas, de hecho colocan los nombres de los hermanos en un orden diferente. La primera frase dice «Aharón y Moshé» y la segunda dice: «Moshé y Aharón». Todavía más llamativa es una rareza gramatical de la frase. En ambas ocasiones se usa la tercera persona del singular. Literalmente, está escrito: Él era Aharón y Moshé»; «Él era Moshé y Aharón». El texto debería haber dicho: «ellos», todavía más dado que en el medio del pasaje encontramos el pronombre «ellos» – «ellos son los que hablaron al Faraón».

La implicación inconfundible es que eran como un solo individuo. Eran como uno. No había jerarquía entre ellos: a veces aparece primero el nombre de Aharón, a veces Moshé. Sobre esto hay un maravilloso Midrash, basado en el versículo de Salmos (85:11): «La bondad y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan».

La bondad: esto se refiere a Aharón. La verdad: esto se refiere a Moshé. La justicia: esto se refiere a Moshé. La paz: esto se refiere a Aharón. (Shemot Rabá 5:10)

El Midrash trae pruebas textuales de cada una de estas identificaciones, pero podemos entenderlas de inmediato. Moshé y Aharón eran muy diferentes en sus temperamentos y roles. Moshé era el hombre de la verdad, Aharón de la paz. Sin verdad, no puede haber una visión que inspire a una nación. Pero sin paz interna, no hay una nación a quien inspirar. Tanto Aharón como Moshé eran necesarios. Sus roles estaban en una tensión creativa. Sin embargo, ellos trabajaron juntos, cada uno respetando el don diferente del otro. Como sigue diciendo el Midrash:

«Y él lo besó» [los hermanos se besaron cuando se encontraron]. Esto significa: cada uno se alegró de la grandeza del otro. (Shemot Rabá ad loc).

Un último Midrash completa la imagen al referirse a la porción de esta semana y a las vestimentas del Gran Sacerdote, especialmente al peto con sus Urim y Tumim:

«Se alegrará en su corazón al verte» – Que el corazón que se alegró por la grandeza de su hermano sea investido con los Urim y Tumim. (Shemot Rabá 3:17)

Precisamente el hecho de que Aharón no envidiara a su hermano menor, sino que se alegrara de su grandeza, fue lo que lo hizo digno de ser el Gran Sacerdote. Medida por medida, tal como Aharón dio espacio para que su hermano menor fuera el líder, así también la Torá hace espacio para que Aharón lidere. Por eso Aharón es el héroe de Tetzavé: por una vez sin estar a la sombra de Moshé.

«¿Quién es honrado?», preguntó Ben Zomá (Avot 4:1). «El que honra a los demás». Aharón honró a su hermano menor. Por eso en esta porción de la Torá se le dice a Moshé (sin mencionar su nombre): «Harás vestiduras de santidad para tu hermano Aharón, para darle honor y esplendor» (Éxodo 28:2). Hasta el día de hoy, el cohen es honrado siendo llamado primero a la Torá, la Torá que Moshé, el hermano menor de Aharón, entregó al pueblo judío.

La historia de Aharón y Moshé, el quinto capítulo de la historia bíblica de la relación entre los hermanos, es donde finalmente la fraternidad llega a elevarse. Y sin duda ese es el significado de Salmos 133, con su referencia explícita a Aharón y a sus vestimentas sagradas: «¡Qué bueno y qué placentero es cuando los hermanos viven juntos en unidad! Es como el valioso aceite vertido sobre la cabeza, corriendo por la barba, corriendo por la barba de Aharón, hasta el cuello de sus prendas». Fue gracias a Aharón, y al honor que él mostró a Moshé, que finalmente los hermanos aprendieron a vivir juntos y unidos.

 
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