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| lunes marzo 10, 2025

La reputación de la BBC ha quedado hecha trizas por su documental sobre Gaza

Jonathan Sacerdoti* para The Spectator


El niño cuidadosamente seleccionado para narrar el documental tenía un aspecto frágil, pero por lo visto habla un perfecto inglés y es hijo de un funcionario de Hamás, algo que la BBC ni siquiera intentó investigar  Captura de pantalla 

Lo retiró de su portal al descubrirse que es una pieza de propaganda de Hamás

La admisión por parte de la BBC de “graves fallos editoriales” en su documental Gaza: How to Survive a Warzone (“Gaza: Cómo sobrevivir en una zona de guerra”) no constituye solo un escándalo, sino un momento de ajuste de cuentas. Se trata, sin duda, de una de las debacles más humillantes en la historia moderna de la corporación, y reivindica a quienes desde hace tiempo hemos destacado los sesgos institucionales de la BBC al informar sobre Israel.

Las implicaciones de esta controversia van mucho más allá del fracaso periodístico; tocan cuestiones de confianza pública, responsabilidad financiera e incluso seguridad nacional.

En el centro de esta desgracia está el fracaso de la BBC a la hora de llevar a cabo incluso la diligencia debida más básica. Que el narrador del documental —un niño cuidadosamente elegido para evocar el máximo impacto emocional— fuera hijo de un funcionario del gobierno de Hamás no es un descuido menor: es una flagrante falla de integridad editorial. Peor aún, la BBC fue engañada por la productora independiente a la que había contratado, pero no descubrió el engaño antes de la emisión. Semejante negligencia es inaceptable en cualquier contexto, pero en el caso de un documental sobre una zona de guerra —donde la desinformación puede moldear la opinión pública, influir en las políticas e incluso incitar a la violencia— es nada menos que imprudente.

Y luego está la cuestión del dinero. Ahora se ha sabido que la productora, Hoyo Films, hizo pagos a la familia del niño. La BBC insiste en que esos pagos fueron “limitados” y que se hicieron a través de la cuenta bancaria de la hermana del menor. Pero la cuestión aquí no es la cantidad, sino adónde fue a parar ese dinero en última instancia. Dado que Hamás controla la economía de Gaza y opera como un régimen totalitario, es totalmente plausible que esos fondos, de alguna forma, terminaran en manos de individuos vinculados a Hamás, que está designado como organización terrorista según la ley del Reino Unido. Si es así, es posible que fondos de la BBC (cuotas pagadas por ciudadanos británicos, recaudadas bajo amenaza de sanciones legales) hayan sido canalizados a una organización terrorista. Si existe esa posibilidad, las autoridades policiales y antiterroristas deben investigar.

La actitud de la BBC ante las quejas sobre su cobertura de Israel se ha caracterizado durante mucho tiempo por la arrogancia y las evasivas. Una y otra vez se han planteado preocupaciones sobre sus errores (ya sea en la elección del lenguaje, omisiones selectivas o distorsiones fácticas directas), solo para que la corporación las desestime con condescendencia. Fue solo a través de la presión sostenida de figuras como David Collier y mi persona, junto con otros infatigables activistas por la rendición de cuentas de los medios, que la BBC se vio obligada a enfrentar sus propias fallas en este caso. Pero seamos claros: si no hubiera sido descubierta, no habría admitido los errores. El patrón es siempre el mismo: negar, ocultar y luego, cuando la evidencia es abrumadora, conceder a regañadientes el mínimo necesario para contener el escándalo.

Este debería ser un momento decisivo. No se debe permitir que la BBC siga autocorrigiendo sus deberes. El llamado proceso independiente de reclamos no está funcionando. La Unidad de Quejas Editoriales puede tener la apariencia de estar separada de BBC News, pero está integrada por personas que, en realidad, forman parte de la misma cultura institucional. No se trata de una supervisión significativa, sino de un teatro burocrático diseñado para apaciguar a los críticos y, al mismo tiempo, preservar el statu quo. La BBC debería estar sujeta a una regulación externa adecuada, aplicando consecuencias reales para las malas prácticas editoriales.

Más allá de los fallos institucionales, este episodio también expone el problema más amplio de la manipulación de los medios en la cobertura de conflictos. El documental en sí mismo era una pieza de propaganda profundamente defectuosa, plagada de ediciones engañosas, malas traducciones y una narrativa emocionalmente manipuladora, diseñada para presentar a Israel como el agresor y a los habitantes de Gaza como víctimas pasivas. Ahora se ha confirmado que la película tradujo erróneamente la palabra árabe yahud —que significa “judío”— como “israelí”, ocultando así el antisemitismo genocida incrustado en la retórica de Hamás. No fue un error inocente, fue una elección deliberada para “sanitizar” la ideología de Hamás para una audiencia occidental.

La BBC tiene ahora una oportunidad de enfrentar el problema más amplio: la explotación sistemática de los medios por parte de Hamás y sus afiliados. El mundo ha sido inundado por Pallywood: videos escenificados, imágenes manipuladas, y narrativas engañosas que sirven a los intereses estratégicos de Hamás. En lugar de dejarse utilizar como un megáfono para esta propaganda, la BBC debería estar desenmascarando a la organización. Debería investigar cómo Hamás utiliza a niños actores, fabrica cifras de víctimas, y organiza sesiones fotográficas diseñadas para provocar la simpatía occidental mientras oculta sus propios crímenes de guerra.

Si la BBC realmente quisiera aprender de este desastre, revisaría por completo su enfoque de la cobertura del Medio Oriente. Eliminaría a los periodistas y editores que repetidamente han demostrado una hostilidad ideológica hacia Israel; abandonaría la absurda pretensión de que opera con absoluta imparcialidad cuando, en realidad, ha albergado durante mucho tiempo un sesgo sistemático. Este es el momento de hacer una reforma: una reforma real, no simplemente otra ronda de revisiones internas sin sentido diseñadas para dejar el asunto en el olvido.

El daño a la credibilidad de la BBC es ahora innegable. No solo quienes expusieron este escándalo deben ser reivindicados, sino que quienes desestimaron, ignoraron o incluso defendieron el documental deben ahora rendir cuentas. Los firmantes de esa carta imprudente que pedía la restitución de la película deberían reflexionar sobre sus acciones y emitir una disculpa pública. ¿Qué estaban defendiendo? ¿Un programa que recurrió a la falsificación, el engaño y la mala traducción? ¿Una película cuya integridad se derrumbó bajo el peso de los hechos?

La reputación de la BBC está hecha trizas, y con razón. Si quiere reconstruir la confianza del público, no solo debe reconocer sus fracasos, sino demostrar que tiene el coraje de cambiar. Los días de ignorar las quejas, manipular a los críticos y esconderse detrás de procesos burocráticos deben terminar. Este escándalo debería marcar el comienzo de un ajuste de cuentas largamente esperado sobre el sesgo crónico de la BBC contra Israel, y su fracaso a la hora de cumplir con los estándares más básicos de integridad periodística. Ya basta.

*Locutor y escritor sobre temas de política, cultura y religión.
Fuente: The Spectator.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.

La BBC podría ser investigada por la participación de Hamás en el documental

La BBC podría ser investigada por la policía antiterrorista británica para determinar si pagó dinero al grupo terrorista Hamás, después de que se revelara que el narrador de un reciente documental sobre la guerra en Gaza es hijo de un ministro del gobierno de Hamás.

“Los oficiales del Comando Antiterrorista de la Policía Metropolitana están evaluando actualmente si es necesaria alguna acción policial en relación con este asunto”, dijo un portavoz al diario The Times.

Tras retirar el documental de su sitio web y reconocer “graves fallas” en su conducta, la BBC ha admitido que se pagó “algo de dinero” a la familia del niño. Según The Times, se estima que se trataría de unos cientos de libras.

La cadena está llevando a cabo ahora una revisión del caso y del comportamiento de la productora Hoyo Films. El gobierno británico también ha exigido que la emisora rinda cuentas.

Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.

 
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