Es urgente que nos comprometamos a combatir el antisemitismo y el odio en todas sus formas. No podemos permitir que el miedo y la intolerancia sigan ganando terreno
En el siglo XXI, el antisemitismo sigue siendo una sombra sobre la humanidad, un fantasma del pasado que, lejos de desaparecer, se adapta a los tiempos modernos. En España, los ataques antisemitas contra ciudadanos de confesión judía han aumentado alarmantemente, y lo que es aún peor: estos actos de odio están siendo normalizados. La historia de Europa, y en particular de la Segunda Guerra Mundial, debería haber servido como un recordatorio del peligro de la intolerancia. Sin embargo, estamos viendo una repetición de errores pasados, más sutil, pero igualmente peligrosa.
No estamos ante el mismo antisemitismo de los años 30. Hoy se disfraza de «libertad de expresión» o «crítica legítima» y se infiltra en la cultura, la política y los medios de comunicación. Lo vemos en redes sociales, donde el odio se difunde sin control; en universidades, donde se banaliza el Holocausto; y en las calles, donde el miedo al ataque es una constante para las comunidades judías.
En España, la intolerancia se manifiesta insidiosamente. Han aumentado las agresiones verbales y físicas contra ciudadanos judíos, los atentados contra sinagogas, cementerios y restaurantes kosher. Lo más preocupante es la indiferencia de la sociedad y las instituciones, que minimizan estos ataques como «incidentes aislados». El antisemitismo no es un fenómeno aislado, sino un cáncer que, si no se combate, corroe toda la sociedad.
Lo más preocupante es la normalización del antisemitismo. Los discursos de odio se van deslizando hasta volverse algo cotidiano y aceptado. La indiferencia de autoridades y ciudadanos genera la sensación de que la violencia antisemita es aceptada. Las ideologías extremistas no surgen de la nada; crecen lentamente y, cuando se toleran se vuelven la norma. La falta de condena ante comentarios y actitudes antisemitas crea un ambiente en el que el odio se disfraza de opinión respetable.
Cada vez son más las voces que minimizan la gravedad del antisemitismo, lo presentan como «exagerado» o usan términos como «antisemitismo de baja intensidad». También se esgrime el término «antisionismo», que, lejos de ser una crítica política, suele ser una versión moderna del antisemitismo. La aceptación de estos discursos abre la puerta a que cualquier tipo de odio se considere válido.
En el Día Internacional de la Mujer recordamos que la lucha por los derechos de las mujeres debe ser universal. Sin embargo, muchas organizaciones feministas han ignorado la violencia sufrida por mujeres judías el 7 de octubre de 2023 a manos de Hamás. Ese día, cientos de mujeres fueron violadas, asesinadas y sometidas a atrocidades inimaginables. El silencio de estas organizaciones feministas no solo es una traición a los derechos humanos, sino que también fomenta el antisemitismo. Al callar ante la violencia contra mujeres judías, están enviando un mensaje peligroso: el odio contra los judíos es tolerable.
Los medios de comunicación juegan un papel clave en la formación de la opinión pública y en la lucha contra el antisemitismo. Sin embargo, su silencio ante los ataques antisemitas contribuye a la normalización del odio. Cuando los medios callan estos ataques, fallan en su misión de informar y frenar la violencia. La falta de cobertura minimiza la gravedad del antisemitismo y alimenta la impunidad.
Lo ocurrido en los años 30 no fue un accidente. Fue el resultado de un proceso largo de normalización del odio y desinformación. El ascenso del nazismo y la Shoá (Holocausto) fueron la consecuencia de discursos de odio tolerados por la sociedad. El odio que comienza con un grupo se extiende rápidamente a otros y esa lección parece haberse olvidado.
Hoy, como entonces, la sociedad tiene una responsabilidad moral: detener el odio antes de que sea demasiado tarde. Nadie puede mirar hacia otro lado. El antisemitismo, como todas las formas de odio, deshumaniza. Nos convierte en espectadores del sufrimiento en lugar de constructores de una sociedad basada en el respeto y la justicia.
Este artículo no es solo un grito de desesperanza, sino una llamada a la acción. Es urgente que nos comprometamos a combatir el antisemitismo y el odio en todas sus formas. No podemos permitir que el miedo y la intolerancia sigan ganando terreno. La historia nos ha enseñado las consecuencias de la pasividad. Como dijo Edmund Burke: «Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada».
Nataniel Castaño. Coordinadora Estatal de Lucha Contra el Antisemitismo
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