Aunque hace varias semanas parecía inminente la liberación del secuestrado israelí Idan Alexander, que tiene también ciudadanía norteamericana, por presión del Presidente Trump sobre Hamas, y finalmente no se confirmó, nuevamente su nombre ocupa los titulares de los medios israelíes. Y esta vez, todo parece indicar que el acuerdo para su liberación está cerrado, con confirmación de Estados Unidos, del propio Hamas y felicitaciones de Egipto y Catar.
Todo secuestrado israelí que recupera su libertad, es y será una bendición.
Pero salvo eso-que es muchísimo- en los últimos días hay para Israel numerosos motivos de preocupación. Y este último tema de la planeada liberación, en principio “gratuita” para Israel, es un símbolo justamente de una situación nada alentadora.
En primer término, es ineludible recordar que son 59 hoy los secuestrados en manos de los terroristas, que de ellos 21 están vivos-según la última información publicada-, 3 no está claro que lo estén y los restantes 35 ya están confirmados como muertos. Y que no hay en el horizonte inmediato y cercano una fórmula que conduzca a su liberación. Y el tiempo apremia demasiado. Ya son más de 580 los días transcurridos desde su secuestro y a este ritmo, angustia el solo pensar cuándo volverán y cuántos quedarán con vida.
Una amplia mayoría de la ciudadanía israelí, según todas las encuestas, quiere el fin de la guerra a cambio de todos los secuestrados, pero esa no es por ahora la posición del gobierno de Netanyahu, que prefiere ampliar el operativo militar.
Sin olvidar ni por un momento la alegría de la liberación de Idan, si se concreta, es inaceptable que sea liberado porque tiene pasaporte extranjero. Tendría que estar libre por manejos exitosos del gobierno israelí, aunque claro está que para eso se necesita también a la otra parte, Hamas.
Decíamos que el tema de la planeada liberación es un símbolo de una situación problemática. Y esta se refiere a todos los últimos pasos de Trump.
1) Aquí, negoció directamente con la organización terrorista para conseguir un logro que presente como suyo, por “liberar” a un norteamericano, aunque fue secuestrado como soldado israelí.
2) Recientemente inició negociaciones directas con Irán para lograr un acuerdo nuclear, sorprendiendo a Israel al respecto, y con un tono que deja bastante en claro que aceptará dejar en manos de Irán la capacidad de enriquecer uranio para “usos civiles”, aunque de eso se puede fácilmente pasar a militar.
3) Luego llegó a un acuerdo con los hutíes para que dejen de atacar barcos norteamericanos, hasta los elogió como “valientes” por cómo se mantuvieron firmes a pesar de los intensos ataques que él lanzó contra ellos, y decidió poner fin a esa campaña, aunque los hutíes siguen lanzado misiles hacia Israel.
4) Aunque resta ver qué dirá realmente en Arabia Saudita, según lo filtrado ya a la prensa internacional, tiene intención de aceptar que desarrollen allí un programa nuclear “civil”.
5) Aunque acusa a Hamas por la situación en Gaza, se está poniendo insistente con el tema de la ayuda humanitaria que debe reanudarse, casi como la administración Biden que lo antecedió, lo cual, nuevamente, es una dura presión sobre Israel. No está claro en absoluto que se pueda implementar el mecanismo que se planea para la distribución de la misma de modo que Hamas no la pueda robar, y se corre el riesgo de llegar a la misma problemática que antes.
6) Según se ha informado, su interés central es recibir inversiones multimillonarias de Catar en la economía norteamericana. Y se ha hablado claramente de un singular avión lujoso que sería como un palacio en vuelo…regalo de Catar. Es casi ineludible pensar en los paralelismos con el dinero sucio de Catar a las universidades norteamericanas, que se han convertido en muchos casos en antros de antisemitismo.
7) Aquí llegamos al punto central: la suma de todos estos factores, es mucho mayor que la mera adición de unos a otros. Es que lo más peligroso es el mensaje que todo esto transmite a los enemigos de Israel: que la alianza con Estados Unidos no está por sobre todo, que se están distanciando, que hay diferencias, que no es que Israel puede contar con Washington llueve o truene. Claro que sigue apoyando y no es que se ha convertido en enemigo, pero algo ha cambiado y queda claro que Trump da prioridad a sus propios intereses, también cuando tiene que doblar un poco algunos principios antes declarados dramáticamente, para lograrlo.
Los críticos del Primer Ministro de Israel, sostienen que todo esto pasa por sus errores, porque prefiere la línea radical de sus ministros de la derecha nacionalista, que el bien del Estado. Está claro que el estilo, la política y las decisiones de Netanyahu, inciden. Pero el problema va mucho más allá de ello. Trump quiere las cosas hechas siempre a su modo y para lograrlas, no tiene reparos en proclamar victorias donde no las hay. El problema es que para Israel, algunos de estos puntos, son de importancia realmente fundamental.
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