Israel, Si Realmente Deseas La Paz, Preparate Para La Guerra.

Foto FDI

Para los algoritmos sin alma de Google, Gemini, ChatGPT o Microsoft Copilot, el antisemitismo podría ser la medida del éxito existencial, sin parangón, del pueblo judío, igual que el Covid-19 fue una muestra del éxito, sin parangón, del homo sapiens como fuente de proteínas para otros animales del planeta Tierra.

Sin embargo, para Biólogos sin Fronteras, hay unas CAUSAS ULTIMAS que explican el fenómeno social del antisemitismo, que son comunes a todo el género humano, y se encuentran en nuestro cerebro emocional de la Edad de Piedra, que al haber pasado el 95% de su existencia como especie homo sapiens en la sabana, siendo cazadores recolectores, sigue pensando que formamos parte de una tropilla de nómadas asediados por clanes enemigos. Somos los herederos de aquellos ancestros bien provistos de la emoción social del ODIO a los otros, que han sobrevivido a otros clanes menos dotados para el odio. Todavía a estas alturas del siglo XXI disfrutamos de un cerebro intensamente tribal. Esto explica episodios históricos recurrentes como, el genocidio armenio, el Holocausto, los pogromos y matanzas de chinos en Indonesia, de hindúes en Bangladesh, o de tutsis en Ruanda, y los linchamientos de negros en EEUU.

Para Sociólogos sin Fronteras, las CAUSAS PROXIMAS del antisemitismo se encuentran exclusivamente en los judíos, y en su éxito existencial desde Ur de los caldeos, hasta nuestros días. El pequeño pueblo judío sufrió en el siglo VI AC y en el siglo I DC dos derrotas terribles a manos de las grandes potencias de la época, Babilonia y Roma. Tanto después del año 586 AC, como después del año 70 DC, los judíos sufrieron un serio peligro de desaparición, pero increíblemente sobrevivieron, dotándose de una identidad con capacidad de autorrenovación, en torno a un texto escrito y divinizado. La Biblia Hebrea ha supuesto para el pueblo judío la invención de una herramienta cognitiva exclusiva, comparable a lo que supuso para Europa el desarrollo de la imprenta en el siglo XV, o la aparición de internet, en el siglo XX, para el conjunto de la humanidad. No existe antisemitismo contra pueblos de antigüedad comparable a los judíos, porque dejaron de existir a manos de sus enemigos (Asirios, Babilonios, Hititas, Mitani, Hurritas, Cananeos, Moabitas, Edomitas, Amalecitas, Arameos o Filisteos), o cambiaron su identidad y sus dioses, por los de los vencedores (Egipcios, Medos, Persas, Fenicios, Griegos y Romanos), y hoy son irreconocibles. No reconocemos a Giorgia Meloni como heredera del Imperio Romano, de sus rapiñas y de sus guerras.

Los paleontólogos y los genetistas de las poblaciones, han acreditado la existencia entre los humanos ancestrales de “cuellos de botella poblacionales”, momentos en la historia del homo sapiens en los que estuvimos a punto de desaparecer, y durante los cuales el número de individuos se redujo dramáticamente.  Estos episodios de amenaza existencial tuvieron un doble impacto, muy importante, en como somos hoy día; redujeron nuestra diversidad genética y aceleraron la evolución, con la fijación de cambios genéticos importantes. También el mismo fenómeno de “cuello de botella poblacional”, ocurrió para los judíos, tras la destrucción del Primer Templo en el Exilio Babilónico y tras la destrucción del Segundo Templo, en el periodo de la Academia de Yabné. La reducción catastrófica de la población, vino acompañada, por dos veces, de la negativa de un pueblo derrotado a desaparecer, aflorando, al contrario, un fortalecimiento de la identidad judía tan profundo y tan eficaz, que les ha permitido sobrevivir y prosperar, en medio de enemigos con cerebros de la Edad de Piedra, durante 1900 años.

Lo ocurrido en Babilonia y en Yabné, no sorprende a paleontólogos y genetistas de las poblaciones, pero no tiene equivalente para antropólogos, historiadores, sociólogos, psicólogos y economistas. Es, la construcción del SEPARATISMO SOCIAL judío, con la prohibición de los matrimonios mixtos, las leyes dietéticas e higiénicas propias y la obligatoriedad del descanso sabático. Todo ello recogido en un texto escrito sacralizado, y con la exigencia adicional, de una alfabetización elevada para entenderlo y recitarlo en público. La construcción ideológica del SEPARATISMO SOCIAL JUDIO es el precedente histórico del concepto occidental del derecho a ser diferente, tan alejado de la naturaleza ancestral del cerebro social humano. Para los sociólogos es entendible la temprana aparición de antisemitas como, Amán, Manetón o Apión, para quienes la pretensión de los judíos de convivir siendo diferentes a la mayoría social, suponía un desafío identitario insoportable.

Los autores de la Biblia Hebrea de la corte del rey Josías, los lideres del exilio Esdras y Nehemías, y los fariseos Yohanan ben Zakai, Simeon Ben Shetach y Joshua ben Gamla que dieron forma a la identidad judía, actuaban sin duda, con objetivos limitados a corto plazo. Pero la idea de que la vida judía eran las palabras judías, y de que esas palabras podrían soportar, y de hecho soportarían, las vicisitudes del poder, la pérdida de la tierra y la opresión del pueblo tuvo como subproducto no previsto una CREATIVIDAD exuberante en la diáspora y son la CAUSA ULTIMA, entre otros muchos logros universales, de la Teoría de la Relatividad, del Psicoanálisis, o de la cumbre de la literatura francesa, “En Busca del Tiempo Perdido”.

A veces, las decisiones tomadas a corto plazo, tiene consecuencias drásticas a largo plazo. Los lideres del exilio babilónico y los fariseos de Yabné no podían adivinar el éxito existencial de la DIASPORA judía ni el sufrimiento individual causado. El antisemitismo trasmutado en CREATIVIDAD es lo que permitió que Einstein, Freud y Proust, fueran las CAUSAS PROXIMAS, de la Teoría de la Relatividad, del Psicoanálisis, o de la cumbre de la literatura francesa, que es “En Busca del Tiempo Perdido”. Son tres intentos unilaterales de aproximación (asimilación) a las sociedades de acogida para hacerse perdonar el SEPARATISMO SOCIAL de los suyos, y hacer su vida personal menos disonante, en las antisemitas sociedades que les tocó vivir.

Los antisemitas no consideran que Teoría de la Relatividad, que el Psicoanálisis, o “la cumbre de la Literatura francesa”, sean el precio que los judíos han pagado, al resto de la humanidad, por su SEPARATISMO SOCIAL. Para los nazis en el pasado, y para los antisemitas actuales, es muy embarazoso justificar el éxito de los judíos universales. Todavía hoy en día, es muy común que se refieran a Einstein como un físico alemán, a Freud como un psicoanalista austriaco y Proust es el mayor escritor francés de todos los tiempos.

Como animales sociales, nuestra vida humana individual, la experimentamos subjetivamente como una obra de teatro en que el YO es el protagonista, y los demás son los personajes secundarios de la trama. Los estereotipos son la herramienta simplificadora que utilizamos para entender y relacionarnos con el resto de los congéneres, los personajes secundarios, con los que nos cruzamos en nuestras vidas. Los escritores son usuarios profesionales de este fenómeno y recurren a los estereotipos más famosos para llegar a su público del momento. Eso explica que William Shakespeare llenara sus obras de mujeres tontas y un poco putas, y que contribuyera al antisemitismo con el personaje de Shylock. Las representaciones de las obras de Shakespeare, ahora se llaman cultura y el público del siglo XXI aplaude (en el teatro) los mismos los estereotipos que eran ampliamente aceptados en la realidad cotidiana de las sociedades del siglo XV. Por eso seguimos viendo representaciones culturales de adolescentes tontas y un poco putas (Romeo y Julieta) y de judíos avariciosos (Shylock).

Cuando Teodoro Herzl, Jabotinsky, Ben-Gurion y Menajem Begin tomaron el camino de regreso a casa, los padres fundadores aspiraban (ingenuamente) a que Israel fuera una más en el concierto de las naciones. Afortunadamente (para Israel), todos ellos seguían obsesionados con el Holocausto provocado en la indefensión del pueblo judío en la Diáspora. También afortunadamente, los primeros ministros franceses Guy Mollet y Bourgés-Maunoury , compartían esta visión y así se explica que facilitaran la obtención de la tecnología de las armas nucleares a Israel.

Israel obtuvo de los franceses en 1957, lo que previamente un grupo de judíos de la Diáspora (Robert Oppenheimer John von Neumann, Albert Einstein, Edward Teller, Victor Weisskopf, Hans Bethe, Lise Meitner, Niels Bohr, Enrico Fermi, Otto Stern, Eugene Wigner, Leó Szilárd ) habían regalado a EEUU en 1943; la tecnología de las armas nucleares.

A la altura del siglo XXI los seres humanos seguimos siendo individuos tribales necesitados de la emoción social del odio para mantenernos unidos, en casi cualquier grupo, institución o asociación a la que pertenezcamos. El odio ha sido una de las herramientas más eficaces para coronarnos como reyes del planeta Tierra, y tal vez la más eficaz herramienta de control social destilada por nuestro pasado evolutivo. El antisemitismo es una forma particular de odio, que fue especialmente útil en sostener algunas identidades europeas en los siglos pasados, que todavía es útil y eficaz para mantener unidas a sociedades musulmanas en más de 50 países, que dota de contenido a las ideologías de izquierda de casi todo el mundo, y que, en general está al alcance de cualquiera de nosotros, que necesitemos un refuerzo identitario en nuestra existencia sin sentido ni propósito alguno. Para Sociólogos sin Fronteras, los humanos somos avaros cognitivos que utilizamos preferentemente conceptos cognitivos ACCESIBLES, de bajo coste. Gracias a la financiación del petróleo musulmán, que fluye sin cesar, el ANTISEMISTISMO se ha convertido en un concepto especialmente accesible a lo largo y ancho del planeta Tierra, haya o no judíos en su proximidad. Por eso hay que tomar un enfoque divergente, no lineal, no hasbara, contra la infección del antisemitismo; una historia, un mito o un estereotipo, solo se anulan con otra historia, otro mito u otro estereotipo.

Hay actualmente en el mundo 16 millones de judíos, una cifra similar a la que había en 1943, cuando Robert Oppenheimer John von Neumann, Albert Einstein, Edward Teller, Victor Weisskopf, Hans Bethe, Lise Meitner, Niels Bohr, Enrico Fermi, Otto Stern, Eugene Wigner, y Leó Szilárd, regalaron a EEUU el estatus de única potencia nuclear del mundo. No hay ninguna razón sociológica para pensar, que entre los cerebros geniales de los judíos actuales, no haya la misma o mayor creatividad, que en 1943, para fabricar para el Estado de Israel un arma de disuasión capaz de situar al pueblo judío al mismo nivel de disuasión destructiva que detentan EEUU y Rusia. Hasta 1948 la vida judía han sido las palabras judías, pero tras lo ocurrido el 7 de octubre de 2023, es evidente que Israel solo debe de depender de si misma, y reconducir la cosmopolita  CREATIVIDAD judía hacia si mismo.  El Estado de Israel, con la capacidad institucional que no existía en 1943, tiene la obligación de captar para esta misión, de entre los 16 millones de judíos, los cerebros necesarios, como el de Assaf Rappaport, para que el destino de los judíos, como el antisemitismo, solo dependa de los judíos.

Fernando Alvarez-Barón

Israel, If You Really Want Peace, Prepare For War.

Fernando Alvarez-Barón

For the soulless algorithms of Google, Gemini, ChatGPT or Microsoft Copilot, antisemitism could be the measure of the unparalleled existential success of the Jewish people, just as COVID-19 was a sign of the unparalleled success of homo sapiens as a source of protein for other animals on planet Earth.

However, for Biologists Without Borders, there are ULTIMATE CAUSES that explain the social phenomenon of antisemitism, which are common to all humankind. These are found in our emotional Stone Age brain, which, having spent 95% of its existence as a homo sapiens species in the savannah as hunter-gatherers, still thinks that we are part of a herd of nomads besieged by enemy clans. We are the heirs of ancestors who were bestowed with the social emotion of HATRED towards others, and who outlived other clans less propense to hatred. Even at this point in the twenty-first century, we still have an intensely tribal brain. This explains recurring historical episodes such as the Armenian genocide, the Holocaust, the pogroms and massacres of Chinese people in Indonesia, of Hindus in Bangladesh, or of Tutsis in Rwanda, and the lynchings of black people in the United States.

For Sociologists Without Borders, the PROXIMATE CAUSES of antisemitism are found exclusively in the Jews, and in their existential success from Ur of the Chaldees to the present day. The small Jewish population suffered two terrible defeats in the sixth century BC and in the first century AD at the hands of the great powers of the time, Babylon and Rome. Both after the year 586 BC and after the year 70 AD, the Jews were in serious danger of disappearing, but incredibly they survived, imbuing themselves with an identity with a capacity for self-renewal, around a written and deified text. The Hebrew Bible meant for the Jewish people the invention of an exclusive cognitive tool, comparable to what the development of the printing press in the fifteenth century meant for Europe, or the appearance of the Internet in the twentieth century for humankind as a whole. There is no antisemitism against ancient peoples comparable to the Jews, because they ceased to exist at the hands of their enemies (Assyrians, Babylonians, Hittites, Mitanni, Hurrians, Canaanites, Moabites, Edomites, Amalekites, Arameans, or Philistines), or they changed their identity and their gods for those of their conquerors (Egyptians, Medes, Persians, Phoenicians, Greeks, and Romans), and today they are unrecognizable. We do not recognize Giorgia Meloni as heir to the Roman Empire, its looting, and its wars.

Paleontologists and population geneticists have proven the existence among ancestral humans of «population bottlenecks», moments in the history of homo sapiens in which we were about to disappear, and during which the number of individuals was dramatically reduced.  These episodes of existential threat had a very important two-pronged impact on what we are like today; they reduced our genetic diversity and accelerated evolution, with the implementation of major genetic changes. The same «population bottleneck» phenomenon also occurred for the Jews, after the destruction of the First Temple in the Babylonian Exile and after the destruction of the Second Temple, in the period of the Yavneh Academy. The catastrophic reduction of the population was twice accompanied by the refusal of a defeated people to disappear. On the contrary, a stronger Jewish identity emerged that was so deep and so effective that it has allowed them to survive and prosper, amid enemies with Stone Age brains, for 1,900 years.

What happened in Babylon and Yavneh does not surprise paleontologists and population geneticists, but it has no equivalent for anthropologists, historians, sociologists, psychologists, and economists. It is the construction of Jewish SOCIAL SEPARATISM, with the prohibition of mixed marriages, its own dietary and hygienic laws, and the obligation of resting on the Sabbath. All this is contained in a sacralized written text, and with the additional requirement of a high level of literacy to understand it and recite it in public. The ideological construction of JEWISH SOCIAL SEPARATISM is the historical precedent of the Western concept of the right to be different, so far removed from the ancestral nature of the human social brain. For sociologists, the early appearance of antisemites such as Amman, Manetho or Apion is understandable, for whom the Jews’ desire to coexist while being different from the social majority was an unbearable identity challenge.

The authors of the Hebrew Bible of King Josiah’s Court, the leaders of the exile of Ezra and Nehemiah, and the Pharisees Yohanan ben Zakkai, Simeon Ben Shetach and Joshua ben Gamla who shaped Jewish identity, undoubtedly acted with limited short-term goals. But the idea that Jewish life was Jewish words, and that those words could withstand, and in fact would withstand, the vicissitudes of power, the loss of land, and the oppression of the people, had as an unforeseen by-product an exuberant CREATIVITY in the diaspora and are the ULTIMATE CAUSE, among many other universal achievements, of the Theory of Relativity, Psychoanalysis, or the pinnacle of French literature, «In Search of Lost Time».

Sometimes, decisions made in the short term have drastic consequences in the long term. The leaders of the Babylonian Exile and the Pharisees of Yavneh could not have guessed the existential success of the Jewish DIASPORA or the individual suffering caused. Antisemitism transmuted into CREATIVITY is what allowed Einstein, Freud, and Proust to be the PROXIMATE CAUSES of the Theory of Relativity, Psychoanalysis, or the pinnacle of French literature, «In Search of Lost Time». They are three unilateral attempts at rapprochement (assimilation) with host societies to be forgiven for the SOCIAL SEPARATISM of their own people, and to make their personal lives less dissonant in the antisemitic societies in which they happened to live.

Antisemites do not consider the Theory of Relativity, Psychoanalysis, or «the pinnacle of French Literature» to be the price that the Jews have paid to the rest of humanity for their SOCIAL SEPARATISM. For the Nazis in the past, and for the antisemites of today, it is very embarrassing to justify the success of the Universal Jews. Even today, it is commonplace to refer to Einstein as a German physicist, to Freud as an Austrian psychoanalyst, and to Proust as the greatest French writer of all time.

As social animals, we experience our individual human life subjectively as a play in which the SELF is the protagonist, and the others are the secondary characters in the plot. Stereotypes are the simplifying tool that we use to understand and relate to the rest of our peers, the secondary characters, with whom we cross paths in our lives. Writers are professional users of this phenomenon and resort to the most famous stereotypes to reach their current audience. That explains why William Shakespeare filled his plays with simple and somewhat wanton women, and why he contributed to antisemitism with the character of Shylock. The performances of Shakespeare’s works are now called culture, and twenty-first-century audiences applaud (in the theater) the same stereotypes that were widely accepted in the daily reality of fifteenth-century societies. That is why we continue to see cultural representations of simple and somewhat wanton teenage girls (Romeo and Juliet) and miserly Jews (Shylock).

When Theodor Herzl, Jabotinsky, Ben-Gurion and Menachem Begin took the path back home, the founding fathers aspired (naively) for Israel to be another country in the concert of nations. Fortunately (for Israel), they were all still obsessed with the Holocaust caused by the defenselessness of the Jewish Diaspora. Also fortunately, French Prime Ministers Guy Mollet and Bourgès-Maunoury shared this vision, which explains why they facilitated Israel’s acquisition of nuclear weapon technology.

Israel obtained from the French in 1957 what a group of the Jewish Diaspora (Robert Oppenheimer, John von Neumann, Albert Einstein, Edward Teller, Victor Weisskopf, Hans Bethe, Lise Meitner, Niels Bohr, Enrico Fermi, Otto Stern, Eugene Wigner, Leo Szilard) had previously given to the US in 1943: nuclear weapon technology.

Now in the twenty-first century, human beings continue to be tribal individuals in need of the social emotion of hatred to keep us together, in almost any group, institution or association to which we belong. Hatred has been one of the most effective tools to crown us as kings of planet Earth, and perhaps the most effective tool of social control distilled by our evolutionary past. Antisemitism is a particular form of hatred, which was particularly useful in sustaining some European identities in past centuries, which is still useful and effective in keeping Muslim societies together in more than fifty countries, which gives content to leftist ideologies almost everywhere in the world, and which is generally available to any of us who need an identity boost in our meaningless or purposeless existence. For Sociologists Without Borders, humans are cognitively greedy and prefer to use ACCESSIBLE, low-cost cognitive concepts. Thanks to the financing of Muslim oil, which flows ceaselessly, ANTISEMITISM has become a particularly accessible concept across planet Earth, whether or not there are Jews in its vicinity. This is why we must adopt a divergent, non-linear approach, not hasbara, against the infection of antisemitism; a story, a myth or a stereotype can only be nullified with another story, another myth or another stereotype.

There are currently sixteen million Jews in the world, a figure similar to in 1943, when Robert Oppenheimer, John von Neumann, Albert Einstein, Edward Teller, Victor Weisskopf, Hans Bethe, Lise Meitner, Niels Bohr, Enrico Fermi, Otto Stern, Eugene Wigner, and Leo Szilard gave the US the status of the only nuclear power in the world. There is no sociological reason to think that the brilliant minds of today’s Jews do not have the same or greater creativity than in 1943 to manufacture a deterrent weapon for the State of Israel, capable of placing the Jewish people on the same level of destructive deterrence held by the US and Russia. Until 1948, Jewish life was Jewish words, but after what happened on 7 October 2023, it is clear that Israel should only rely on itself and redirect cosmopolitan Jewish CREATIVITY towards itself.  The State of Israel, with the institutional capacity that did not exist in 1943, has for this mission the obligation to attract, from among the sixteen million Jews, the necessary brains, such as Assaf Rappaport, so that the fate of the Jews, like antisemitism, depends only on the Jews.

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