El laberinto del odio. Martha Wolff

Creo que ha llegado el hartazgo, el asco, el bloqueo psicológico, la falta de calificativos, los ojos agotados de ver guerra y muerte, de escuchar un idioma de palabras que surgieron en el lenguaje mundial después del 7 de Octubre 2023. Se ha demostrado que el mundo se ha convertido en un campo de sentimientos hostiles de todos contra uno. Poco importa si el cielo de Israel es un campo de batalla, si sus ciudadanos fueron y  están expuestos a cohetes y drones asesinos, si la población vive pendiente de los ataques sin tregua y si su gente sufre enfermedades psíquicas, si el fuego provocado destruyó los bosques que fueron piedra y arena, si los hospitales reciben cientos de heridos, si hay huérfanos padres e hijos por esta desgracia de un ataque más cruel que la crueldad y la maldad por un ataque caníbal e inquisitorial  y no una guerra declarada.

Día a día lo que se escucha del contagioso odio terrorista musulmán extremo es de ciencia ficción, pero es realidad. La horrible palabra tolerancia hacía posible la interrelación religiosa y cultural  que hoy se ha convertido en una hoguera contra los judíos de ofensas y restricciones, insultos, prohibiciones, condenas, desprecios, rechazos, acusaciones, expulsiones, burlas, atentados callejeros a manos armada, violaciones, rasgaduras de afiches, la abstención de atender enfermos judíos, de su restricción estudiantil en la universidades, de prohibir su entrada a negocios e infinitas maneras de señalar, detestar, reprobar, aborrecer a los nuestros. Han pasado 80 años de la terminación de la guerra  pero no ha terminado ni la xenofobia ni la discriminación ni las dictaduras.

Hora a hora a través de los medios de comunicación aparecen noticias demenciales de actitudes que creíamos habían terminado, pero estuvieron congeladas por el romanticismo falso de un mundo mejor para convivir, sinónimo de vacuas proclamas  de la lucha contra los odios milenarios. La fingida paloma de la paz resultó ser una granada que estalló para Israel cuando a las horas de haberse perpetrado el asesinato colectivo al festival y a las colonias del sur fronterizo con Gaza depositó su rama de laurel solo para los que la atacaron. La ira contra Israel acumulada en las catacumbas de la abundancia de armas disfrazó de inocencia a la población gazatí para que el mundo se compadeciera de su población con una treta bien preparada por culpa de Israel. La contracara de esa abundancia de material bélico millonario y adiestramiento fue la otra imagen que al mundo no le importó. Que una tierra que podría haber sido la copia de sus vecinos no importó  ni tampoco el haberla convertido en un escondite bajo y sobre la tierra de almacenamiento y entrenamiento. El hambre que padece la población demuestra la falta de proyecto para cuidarlos y usaron los lugares públicos de lanzadera de misiles. Con esa política han despertado en la sociedad mundial el reclamo de justicia para un pueblo al que ellos mismos condenaron.

Momento a momento cuando leo el apoyo que consiguen de personalidades, cuando escucho los discursos de intelectuales, cuando leo las proclamas de demócratas creo que la ceguera es un mal colectivo. Cuando me quedo atónita ante los relatos de los rehenes  liberados pienso cómo no hay reacción ante semejante primitiva crueldad al testimoniar lo vivido.

Estando de moda la serie El Eternauta,  y parodiando el tema,  ojalá llegue pronto para detener la nube tóxica del antisemitismo. Mi reacción es a veces de agotamiento e incomprensión y a veces quisiera gritar a los cuatro vientos que el mundo reaccione contra la la herencia del nazismo propuesto a partir del 7/10/2023