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| martes mayo 20, 2025

Muchos siguen sin entender el problema de fondo

Ana Jerozolimski para Semanariohebreojai.com


Tres importantes países occidentales- Canadá, Francia y Gran Bretaña- publicaron este lunes un comunicado conjunto exigiendo que Israel ponga fin a la guerra y advirtiendo que de lo contrario, considerarán sanciones en su contra. El Primer Ministro Netanyahu respondió categóricamente: “Al pedir a Israel que ponga fin a una guerra por nuestra supervivencia antes de que los terroristas de Hamas en nuestra frontera sean destruidos, y al exigir un Estado palestino, los líderes en Londres, Ottawa y París están ofreciendo un enorme premio al ataque genocida contra Israel el 7 de octubre, invitando a que sean cometidas más atrocidades de ese tipo”.

Netanyahu aclaró que “la guerra puede terminar mañana si son liberados los rehenes que aún están en Gaza, si Hamas depone las armas, sus líderes asesinos salen al exilio y Gaza es desmilitarizada. No se puede esperar de ninguna nación que acepte nada menos que esto e Israel, por cierto, no lo hará”.

Si bien dudamos que se pueda ahora, 19 meses después del inicio de la guerra desatada por la masacre, hacer cosas que no se hicieron en todo este tiempo para destruir a Hamas, e indudablemente nos oponemos a todo paso que ponga en riesgo a los secuestrados, en términos generales el concepto básico de la respuesta de Netanyahu es acertado.

El problema de fondo es que muchos en el mundo libre no entienden que este tipo de declaraciones, como la formulada por los tres países mencionados, son una inyección de energía y obstinación para los terroristas. Cuanto más se presiona a Israel, más festeja Hamas. Si la décima parte de la presión occidental desde el 7 de octubre del 2023 hubiese estado dirigida a Hamas, que asesinó, violó, secuestró a la población civil israelí , la guerra quizás habría terminado hace mucho, ahorrándose así sufrimiento tanto a Israel como a los palestinos.

Está claro que los israelíes son los primeros que polemizan sobre la continuación de la guerra en la Franja de Gaza, en primer término porque muchos consideran que la presión militar sobre Hamas-por más justificada que sea- no hará que la organización terrorista flexibilice sus posiciones y libere a todos los secuestrados sino que por el contrario, el operativo mismo puede ponerlos en peligros.

Y es cierto que Hamas mira, lee, escucha todo, y usa todo lo que ocurre dentro de Israel para su provecho, especialmente en términos de terrorismo sicológico. Eso es evidente cada vez que publican videos de secuestrados que tienen en su poder, en lo que les hacen decir, en el mensaje que les imponen.

Pero no es real pretender que las familias de los secuestrados no manifiesten y luchen por la recuperación de sus seres queridos.  El horror del secuestro es una catástrofe nacional.

Pero de afuera, gobernantes democráticos con responsabilidad general sobre sus hombros, todos ellos en países que ya han sido blanco de atentados islamistas, deberían haber entendido hace mucho que esta guerra no es solamente de Israel contra Hamas, sino contra el terrorismo yihadista que quiere destruir a Occidente. No es interpretación persecutoria desde Israel. Queda en claro en las voces que se oyen en las manifestaciones contra Israel por doquier desde el 7 de octubre, en las declaraciones de Hamas, en la esencia misma de lo que hizo el día de la masacre.

Occidente debe ayudar a Israel a derrotar a Hamas, no entorpecer su camino.

 
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