No todo el mundo compra el relato maniqueo de la izquierda sobre el conflicto israelí-palestino, ni todo el mundo está dispuesto a seguir la consigna que nos venden desde una televisión pública. Por eso Israel ha obtenido tantos votos.
Camuflar como posición ética lo que es simple propaganda ideológica no solo no valida una causa, sino que la embrutece. Hacerlo, encima, desde una televisión pública financiada con el esfuerzo de todos los ciudadanos añade perversidad a la decisión. Y, en suma, convertirse en correa de transmisión del relato político impuesto desde la Moncloa, sin filtros ni complejos, deja la credibilidad por el suelo. Propaganda, consigna y uso fraudulento del servicio público televisivo, todo esto es lo que ha pasado con el ‘show‘ que ha montado TVE a raíz de la participación de Israel en el festival de Eurovisión.
Solo faltaba la prepotencia propia de quien se cree depositario de la moral y la verdad absoluta, para mantener el sainete más allá de la sensatez imprescindible. Por eso, cuando los votos ciudadanos no le dieron la razón, el celador del dogma entró en cólera: ¿será conspiración judeomasónica? ¿Será el Mossad que entra en el cerebro del rebaño? ¿Será que los gestores de las votaciones son un desastre profesional? Lo resumía Antoni Gelonch en uno de sus tuits irónicos: «Vaya, vaya, @rtve, ¿haréis una auditoría porque el voto popular fue favorable a Israel? ¿La haréis rutinariamente? ¿Estableceréis listas negras? ¿No ha salido bien el intento de adoctrinamiento? ¿Creéis que la gente no sabe votar o se equivoca? ¡Relajaos un poco, porque da la sensación que tampoco sabéis perder!”. En cualquier caso, es un hecho que el director de TVE arrastra a la televisión pública en favor de su posición ideológica. Desde la perspectiva periodística, es inaceptable.
Y lo es más cuando se pone la lupa en los puntos centrales. De entrada, cabe preguntarse por qué TVE tiene posición sobre este conflicto, y no sobre otro. ¿Tenía posición moral cuando informaba sobre los partidos del Mundial en Catar, país que destruye los derechos fundamentales, financia el terrorismo y utilizó mano de obra esclava para construir estadios? ¿La tiene cuando informa sobre la tragedia de las mujeres de Afganistán, o de la lucha opositora de Irán, o de los presos políticos de Maduro? ¿Ha hecho algún rótulo al respecto, en algún momento? ¿Ha mostrado preocupación por lo que ocurre ahora mismo en el Congo? ¿Por las víctimas en Yemen? No. Solo sobre Israel, porque Israel pertenece a la propaganda ideológica de la izquierda que Podemos y Sumar dominan y Pedro Sánchez ha comprado. Israel provoca las manías obsesivas de una ideología que desprecia profundamente las democracias liberales, pero babea con las peores dictaduras. En el caso de la extrema izquierda, el odio a Israel es un clásico. En el caso de Sánchez, se ha convertido en la coartada perfecta para tapar las muchas miserias que acompañan a su mandato. Inexistente en los debates del mundo, Sánchez toma el tema palestino para mover un poco la cola en el panorama internacional. La kefia vende, y si puede aprovecharse de un evento musical de millones de personas, el oportunismo queda patente. Decidida la jugada, TVE se convierte en el ‘Pravda‘ que le reproduce el relato.
¿Por qué ha tenido tantos votos Israel? Por todo esto. De entrada, porque es TVE quien pone a Israel en el centro de la diana, y, al dejar entrever su plumero propagandístico, polariza el voto. No todo el mundo compra el relato maniqueo de la izquierda sobre el conflicto, ni todo el mundo está dispuesto a seguir la consigna ideológica que nos venden desde una televisión pública. Todo ello, deplorable e inútil, porque este triste conflicto no se resolverá con la propaganda de quienes usan a las víctimas para defender su ideología.
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