Imagen Jonathan Majburd
Es difícil decidir por dónde empezar al tratar de resumir lo que ha vivido Israel desde el 7 de octubre del 2023, lo duro de la situación actual y al mismo tiempo los numerosos motivos de orgullo que las vivencias de estos 600 días nos han dejado.
Lo primero, ineludible, es rendir homenaje a las 1200 víctimas mortales asesinadas por los terroristas de Hamas, la Yihad Islámica y hasta por civiles palestinos, que irrumpieron salvajemente a territorio soberano de Israel violando la frontera decididos a matar y destruir.
A los civiles que fueron sorprendidos en sus camas aquel sábado temprano a la mañana, que trataron de refugiarse en el lugar supuestamente seguro de sus casas, confirmando poco después para su horror, que los terroristas tenían todo pensado sobre cómo arrasar todo a su paso.
A los padres que murieron protegiendo a sus hijos y fueron hallados incinerados abrazados con ellos cuando los servicios de emergencia lograron entrar a sus casas y los hallaron, con horror, ya sin vida.
A los soldados y oficiales, tanto hombres como mujeres, que lucharon hasta su último aliento contra terroristas que invadieron los puestos de control desde los que trataban de cuidar la frontera.
A todos los que querían vivir pero estuvieron dispuestos a morir para proteger a la ciudadanía. A los que dejaron a sus familias, estudios y trabajo para reclutarse a la reserva, entendiendo que era una responsabilidad nacional. A los que aquel 7 de octubre vistieron el uniforme y armaron sus bolsos para correr hacia el sur, antes de ser llamados, y sin saber cuándo ni cómo volverían.
Homenajeamos a todos aquellos ciudadanos israelíes, judíos y quienes no lo son, laicos y religiosos, sabras nativos de su tierra e inmigrantes de distintos lares, que hallaron mil formas de voluntarizarse, de hacer algo por los demás, por la población del sur y del norte evacuada (recordemos que el 8 de octubre empezó el ataque de Hezbolá desde Líbano),cocinando para los soldados en camino al frente, organizando todo tipo de donaciones y hasta ayuda en las tareas diarias a mujeres con varios hijos cuyos esposos habían ido a la guerra.
Y el nudo que me tapa la gargante mientras escrito, es por sobre todo por los 58 secuestrados que aún están en manos de Hamas , del total de 251 que fueron llevados por la fuerza por los terroristas a la Franja de Gaza.Porque viven un infierno.
Silvia Cunio del kibutz Nir Oz, que tiene a dos hijos en Gaza, David y Ariel, es una leona luchadora. El mellizo de David, Eitan, se salvó a último momento de morir asfixiado con su familia en el refugio. La esposa de David y sus dos pequeñas hijas, en aquel momento de 3 años, fueron liberadas en el primer alto el fuego. Sharon cuenta que Emma y Yuli preguntan si su padre ya no las ama porque tanto tiempo hace que esperaban que vuelva y él no ha vuelto.
Y la madre de Gadi y Ziv Berman de Kfar Aza, que no sabe nada de ellos. Y Rebeca Buhbut que ya no sabe qué decirle a su hijo Reém que acaba de cumplir 5 años, y no cesa de preguntar por su papá, Elkaná, que ya ha aparecido en videos de terrorismo sicológico de Hamas y se lo veía en terrible estado físico y emocional.
Y tantos, tanto más, cada uno con su historia de horror.
Pasaron 600 días en los que por un lado, se han logrado enormes victorias militares importantes sobre enemigos en distintos frentes por las que se debe felicitar a las Fuerzas de Defensa de Israel, al Servicio de Seguridad y también al Mossad por la implementación, así como al Primer Ministro Netanyahu por las órdenes impartidas.
Pero por otro lado, ese mismo Netanyahu ha fallado seriamente ante la ciudadanía al no hacerse responsable aún de lo sucedido. Como quien encabeza el sistema, es el primer responsable, el que determinó una línea en base a la cual todo se llevó a cabo, y ahora deriva las culpas a todos, sin mirar hacia adentro. Ha tenido el tupé de sembrar mensajes hostiles respecto al ejército y al Shin Bet, por consideraciones que nada tienen que ver con la seguridad nacional, no ha visitado aún ni una vez los kibutzim atacados, y no ha aceptado formar una comisión de investigación nacional, aunque una amplia mayoría de los israelíes lo exigen. Varios motivos vergonzosos que deberían ser suficientes para que deje su cargo.
Estos han sido también 600 días en los que el pueblo judío-no sólo Israel- pudo comprender quiénes son sus amigos y quiénes pretenden que no se defienda. Y no incluimos en esto último a cualquier crítico, claro que no. Pero el recrudecimiento general de antisemitismo en el mundo no habría podido cobrar la dimensión espantosa que ha cobrado, de no ser porque la propaganda de odio de Hamas ha sido abrazada en menor o mayor medida por organismos internacionales y medios de comunicación que repiten sin filtro las demonizaciones originadas en Gaza.
Es clave recordar que los ataques y condenas a Israel comenzaron ya uno o dos días después de la masacre, cuando Israel no había alcanzado aun casi a responder. No estaban motivados por preocupación por los palestinos sino por un deseo de que Israel no pueda defenderse. Motivo de vergüenza internacional ya que la propia ONU acompañó esas voces.
El 7 de octubre enseñó que a los enemigos hay que creerles, no interpretarlos. También hoy.
Y por último, quisiera agregar unas palabras de mensaje a los vecinos palestinos de Israel.
Nada me alegra el sufrimiento de los inocentes que es un hecho en la guerra, aunque Israel trata de reducirlo al mínimo tomando medidas diversas que le complican, pero que considera claves. A los terroristas todos les deseo lo peor. No concibo ahora que se vuelva a pensar por mucho tiempo en un futuro de buena vecindad. Fueron demasiados los civiles que salieron a festejar el horror, los que escondieron secuestrados en sus casas, los que entraron a destruir en el sur de Israel. La verdad, a pesar de ello, no deseo que mueran civiles. Ni siquiera deseo la muerte a los que festejaron, Espero que el horror de la guerra les haya enseñado algo, que Israel no puede permitirse no estar pronto siempre para defenderse. No puede permitirse tener a terroristas de vecinos.
Pero ahora, al cumplirse 600 días del horror, la misión más sagrada es recuperar a los secuestrados. No depende sólo de Israel. Pero Israel debe tener eso, siempre, como su norte principal. Sin que vuelvan, difícil será abrir la nueva página. Israel sigue viviendo a pesar de todo. Es su naturaleza. Pero para poder hacerlo plenamente, los 58 secuestrados tienen que volver.
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