Consecuencias del discurso incendiario

Gustavo Petro. Foto Oficial

El sábado pasado, Colombia se vio consternada por el ataque a Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial por el partido Centro Democrático para las elecciones del próximo año, durante un mitin público en el barrio Modelia, en el oeste de Bogotá. Uribe Turbay fue herido de bala en la cabeza, su estado es crítico y el pronóstico es reservado. Cabe destacar que, para los colombianos, este joven político representa una gran esperanza: la construcción de un mejor país, con mayor justicia y, sobre todo, justicia social, democracia funcional, concordia, seguridad, relevo generacional y desarrollo, dejando atrás la exacerbación de odios, la violencia generalizada y la enorme corrupción, características del gobierno de Gustavo Petro. Podemos presumir que esos cambios que pretendía Uribe Turbay fueron la razón por la cual se atentó contra su vida y él estaba consciente de ello, pues solicitó formalmente a la Unidad Nacional de Protección (UNP) que reforzara su seguridad; sin embargo, esta solicitud fue denegada, lo cual origina dudas y preguntas al respecto.

El expresidente Andrés Pastrana condenó el hecho, pero fue más allá, resaltó a Petro como responsable; dijo: “Esto es una responsabilidad del presidente Petro, quien vive incitando a la violencia, generando polarización, vean el último posteo que pusimos, como se refiere al expresidente Turbay y en los términos que lo hizo y vean lo que pasó hoy…”.

El expresidente César Gaviria aseguró que “cuando se ataca la legitimidad del Congreso y se alienta la polarización desde el poder, se profundiza el ambiente de confrontación que propicia actos de violencia como el que hoy lamentamos”.

El ataque fue perpetrado por un adolescente capturado en el sitio, pero aún no se sabe quiénes fueron los autores intelectuales. Carlos Fernando Galán, alcalde de Bogotá, afirmó: “pido a las autoridades actuar lo antes posible para determinar quiénes son los responsables detrás de este sicario, quiénes son los autores intelectuales de este intento de asesinato, por eso pedimos también la protección del sicario para que se conozca toda la información”.

Muchos critican a Petro, quien, por lo general, utiliza un discurso de odio contra sus opositores políticos, los descalifica con adjetivos tales como “fascistas”, “nazis”, “golpistas”, “ratas de alcantarilla”. El presidente del Senado, Efraín Cepeda declaró: “El presidente Petro ha conducido al país a un abismo que jamás imaginamos que volveríamos a enfrentar. Su manera de dividir y señalar ha sido interpretada por los grupos criminales como una señal que incentiva la violencia”.

Tras el ataque contra Miguel Uribe, Petro escribió en la red social X: “Quieren matar al hijo de una árabe en Bogotá, que ya habían asesinado… Colombia no debe matar a sus hijos, porque ellos también son hijos nuestros. Mafias de la tierra, costras de la humanidad. Que vivan tranquilas las familias árabes que llegaron a Colombia…”

¿A qué se refiere Petro? ¿Está intentando decir que a Uribe Turbay lo trataron de matar por árabe? ¿A quiénes piensa culpar? Muchos podrían pensar, dadas sus casi diarias agresiones antisemitas, sus distorsiones de los hechos históricos con respecto al Estado de Israel y al pueblo judío, sumando las frecuentes denuncias sin sentido que llegan a revivir los bulos y prejuicios medievales, que el presidente colombiano estaba tomando ese camino tan errado. De hecho, no está clara la sugerencia de un muy turbio e imprudente Petro, por lo que conviene aclarar que, si bien el abuelo de Miguel Uribe, el expresidente Julio César Turbay Ayala, era hijo de inmigrantes libaneses venidos a América Latina debido, precisamente, a la discriminación otomana, porque su religión era la católica. El senador Uribe Turbay es colombiano de varias generaciones, como tantos otros millones en Colombia y en su vida política ha venido demostrando amistad con el Estado judío y mucha claridad con respecto a la guerra que enfrenta Israel contra el radicalismo islámico.