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| miércoles junio 11, 2025

Por qué elijo mostrar que soy judío en un mundo que me empuja a esconderlo

Steve Tsentserensky para aishlatino.com


En un mundo que les dice a los judíos que desaparezcan de la vista, después del 7 de octubre elegí ser visto.

Me miran mucho.

Otoño del 2024. Estoy en Marsella, Francia, en la hermosa zona del Vieux Port. Los barcos se mecen en la marina, el sol brilla. Nada en mí debería provocar las miradas que recibo. Visto un pantalón, zapatillas Adidas y una camiseta negra.

Estoy de vacaciones con mi familia y mi papá me da un codazo:
«¿Te diste cuenta de cuánta gente te mira?»

Las miradas eran palpables.

Sobre mi camiseta negra, brillando por la luz del sol, hay una estrella de David plateada.

Ese es el objeto de su atención.

De su desprecio.

Así es la vida ahora. Preguntarse si uno debe esconder el collar o llevarlo con orgullo.

Esconderse o dejarse ver.

Aceptar tu judaísmo o rechazarlo.

Un judío de pastrami

El 6 de octubre del 2023 no usaba un Maguen David en el cuello.

Más bien lo contrario: me había alejado del judaísmo. Vivía y trabajaba de forma remota desde Croacia, un país con una población judía de alrededor de 2.000 personas.

Mi identidad estaba más cerca de “ciudadano del mundo” que de judío.

Ser judío nunca tuvo un papel relevante en mi vida de una forma que yo comprendiera o apreciara.

No porque mis padres no lo hubieran intentado.

Fui a un jardín de infantes judío.

Los domingos iba a la escuela hebrea y tengo un recuerdo vago de estar llorando en una sinagoga en Cleveland cuando asesinaron a Itzjak Rabin.

Fui a campamentos judíos en los veranos.

Tuve un Bar Mitzvá.

Pero todo parecía una actuación.

No sentía una conexión y, francamente, no la quería.

Visité Israel cuando tenía veintitantos años. Me emocionó, pero seguí espiritualmente a la deriva, alejado de la comunidad judía.

No la buscaba.

No la extrañaba.

No sentía ninguna necesidad de tenerla.

Siempre fui fiel a la comida, eso sí.

¿Qué seríamos sin nuestras bolitas de matzá, pastrami y guefilte fish?

Una nación de 3.500 años, reducida a un menú de rotisería.

Y esa relación no me molestaba en lo más mínimo.

A lo largo d ellos años, me mantenía al tanto de lo que pasaba con la familia en Israel, y eso era todo.

No pisé una sinagoga más que como turista desde los 13 años.

En otras palabras, toda mi vida fui —en el mejor de los casos— culturalmente judío.

Entonces el mundo cambió.

Después del 7 de octubre

En los días posteriores al 7 de octubre hubo un cambio fundamental. Podías saborearlo en el aire, sentirlo en los huesos.

Y fue un punto decisivo para muchos judíos altamente seculares fuera de Israel. Personas como yo.

La opción más fácil era desaparecer y fundirse al entorno.

No involucrarse. Evitar ser el judío, mucho menos un judío.

¿Por qué molestarse con estas cosas si nunca antes lo había hecho de manera significativa?

Simplemente ignorar la demonización del único estado judío del mundo y el aumento global del antisemitismo, y seguir adelante.

Quedarse callado. Permanecer invisible. Fácil.

¿Pero realmente era más fácil abandonar una historia compartida de más de tres milenios?

El simple hecho de existir como judío hasta este momento de la historia requiere una cadena de milagros en las decisiones que tomó tu familia.

Si eres judío hoy, eso significa que sobreviviste a violencias masivas, intentos de conversión forzada, desplazamientos constantes, persecuciones frecuentes, pogromos y genocidios… y aun así eligir seguir siendo judío, sabiendo que lo que pasó suele repetirse.

Imaginen las probabilidades.

En mi mente, no había ninguna decisión que tomar.

El mundo me recordó que soy judío, y acepté con gusto la invitación a reconectarme.

Y lo cierto es que el judaísmo sí había sido un factor en mi vida.

A veces de forma silenciosa, inconsciente, como en nuestro característico humor, la importancia de la familia y del tiempo compartido, y en mi instinto de buscar historia judía donde fuera que viajara.

O simplemente al discutir. Nos encanta discutir. Nos encanta pensar. Aprender.

Y otras veces no fue tan sutil. Los ideales sobre los que se basa la civilización occidental (justicia, ética, compasión, la búsqueda de la verdad) son ecos del pensamiento judío. Los fundamentos morales que forman mi visión del mundo son profundamente judíos.

Evitar el judaísmo es tan imposible como evitar el aire.

Así que, después de estar en Zagreb durante años, contacté al rabino local y le pregunté si podía ir a conversar con él.

A pesar de tener una comunidad pequeñísima de menos de 2.000 personas, Croacia alberga la sinagoga sefardí en uso más antigua del mundo.

Charlamos durante una hora y me invitó a un servicio de Shabat.

Cabe destacar que es una congregación ortodoxa moderna. Yo, como judío cómicamente secular, me sentía esencialmente no judío en comparación, pero a ellos no les importó en lo más mínimo y me dieron la bienvenida.

Me senté en los bancos de esta pequeña y sobria sinagoga de Zagreb, prácticamente sin idea de lo que pasaba, pero envuelto en los cantos rítmicos de una religión con más de 3.500 años de historia.

El Rabino me dio un libro de rezos abierto en la página correspondiente, y leí en inglés.

O quizá no, porque no tenía idea de dónde estábamos. Me levantaba y sentaba cuando lo hacían todos, pero estaba cómodamente envuelto en la calidez del momento.

Y eso era suficiente.

Después compartimos pan y me sentí conectado con una parte de mí que estaba enterrada, pero evidentemente no olvidada.

Y fue lindo.

Qué pasa cuando nos ven

El judaísmo se ha convertido desde entonces en una fuente de enorme orgullo. Nuestra genealogía como uno de los pocos pueblos que ha sobrevivido tanto tiempo, que ha visto caer imperios, es algo que debe celebrarse, no ocultarse.

Hay otro beneficio en ser abiertamente judío y llevarlo como una insignia de honor: empodera a otros.

Lleva luz y alegría a los demás. Un poco de jésed, de bondad. Otro valor judío.

Compré un buzo de los Cleveland Browns (una de las decisiones que tomó mi familia fue mudarse a Cleveland… así que soy eternamente un fanático de los Browns), con el texto en hebreo, y me lo pongo intencionalmente cada vez que viajo.

Técnicamente no tiene ningún sentido para los hablantes de hebreo fuera de los Estados Unidos, pero cada vez dio inicio a una conversación. Cada. Vez. En cada aeropuerto, sin importar dónde esté.

La gente se acerca con una sonrisa, me dice que es judía, comparte sus historias y su aprecio por ver un recordatorio. Un gesto tan pequeño generando un efecto tan desproporcionado.

Una mujer en la estación Grand Central me confesó que tenía miedo de llevar algo que llamara la atención sobre su judaísmo, pero que ver a alguien caminando con una frase en hebreo estampada en el pecho, en una de las zonas más transitadas de Nueva York, la hizo darse cuenta de que ella también podía hacerlo.

Que debía hacerlo.

Si el objetivo del antisemitismo es hacer que los judíos se acobarden y abandonen su identidad, la ironía es que hace más por unirnos que por dividirnos. Nos fortalece más de lo que nos debilita.

Como escribió Rav Raphael Shore en Who’s Afraid of the Big, Bad Jew: “El pueblo judío no puede escapar del antisemitismo intentando ser como todos los demás: el odio a los judíos los señala siempre… el antisemitismo sirve como recordatorio de su identidad judía y garantiza que los judíos sobrevivan”.

Nunca sabes a quién estás inspirando con el acto radical de ser abiertamente judío.

El simple acto de ser tú mismo.

Porque somos todo lo que tenemos. Siempre ha sido así y siempre lo será.

Solía pensar que mi judaísmo era algo incidental, algo heredado, como un segundo nombre que no elegí y que no usaba.

Pero no lo es.

Es una conexión viva con quienes vivieron antes que yo y eligieron seguir siendo quienes eran, incluso cuando era difícil.

Y mi segundo nombre es Benjamín. Un poquito judío, digamos.

Ser judío ahora —abiertamente, con orgullo— es honrar esa cadena. Honrar las tradiciones.

Así que ahora siempre llevo el Maguen David por fuera, no porque sea fácil, sino porque es mío. Porque es nuestro.

¿A quién le importa si lo miran?

 
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