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| martes junio 17, 2025

Irán y el mito de la prensa libre

Marco Anatoly León Comunicador y Estudiante de Licenciatura en Derecho en ULACIT.


Ante el reciente ataque recibido por parte de la Compañía Estatal de Radiodifusión de la República Islámica de Irán (IRIB) por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en el contexto del conflicto armado actual, es importante dar a conocer algunos hechos, para responder a las críticas que se hacen a las acciones militares del gobierno israelí y desmentir las informaciones manipuladas e incluso las descaradas mentiras, que dichos sucesos han generado y que se propalan por las redes sociales.

En primer lugar y lo más importante que se debe aclarar, es que IRIB no es un canal de prensa libre, ni tampoco es un medio civil, ni mucho menos convencional, este servicio está sujeto totalmente al régimen de Teherán, siendo utilizado como un sistema de propaganda y desinformación el cual ha sido  acusado a nivel internacional por difundir confesiones forzadas como consta en la DECISIÓN 2013/124/PESC DEL CONSEJO de la Unión Europea. IRIB también ha sido sancionado por los Estados Unidos por sus campañas de represión a opositores políticos y por el uso de la desinformación para fines ajenos a la información.

De conformidad con el Derecho Internacional Humanitario, las protecciones a las personas que ejercemos el periodismo, así como las instalaciones de medios informativos, pierden validez cuando estos son utilizados con fines militares o para divulgar propaganda hostil, esto de acuerdo con el Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra (1977) artículos 51 (3), 52 (2) y 79 (2), este último es crucial porque la protección permanece siempre y cuando se abstenga de realizar acciones que estén en contra de su naturaleza.

En ese sentido, IRIB ha sido utilizado como plataforma para coordinar operaciones de guerra psicológica, difundir mensajes operativos de organizaciones terroristas o como refugio para efectivos armados y por lo tanto se convierte automáticamente en un blanco de ataques militares. Se debe recordar que la organización terrorista Hamas, Hezbollah y el CGRI (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica) tienen un largo historial de usar instalaciones civiles, incluyendo instituciones de salud pública, como elementos de protección y refugio para sus acciones militares, lo que vuelve dichos lugares en objetivos de ataques, por su participación directa en el conflicto.

De igual manera, los mencionados constantemente, como más de 200 «periodistas» muertos en el conflicto en Gaza, en muchos casos, no se tratarían de periodistas neutrales sino más bien, algunos fueron parte de las hostilidades en contra de Israel, perdiendo así su fuero como periodistas y convirtiéndose en un blanco legítimo, en medio de una zona de combate.

Distintos informes documentan los vínculos de este tipo de personajes con organizaciones islamistas en la Franja de Gaza o vinculados con otras organizaciones beligerantes, incluso algunos cumplen un doble rol, por un lado, siendo miembros de las organizaciones islamistas y por la otra, aprovechando su posición periodística para realizar operaciones de espionaje, propaganda, o incluso facilitar ataques. Algunos de estos agentes, además eran miembros reconocidos de Al Aqsa TV, o funcionaban como freelancers para la cadena qatarí Al Jazeera sin ser necesariamente periodistas, sino simplemente ciudadanos con una cámara y un micrófono para transmitir narrativas manipuladas, más que para informar.

Quienes señalen en este caso al Estado de Israel de estar cometiendo “crímenes de guerra en vivo” quieren desviar la atención, una vez más, del contexto verdadero, reproduciendo la narrativa iraní, que busca precisamente limpiar su imagen ocultando el hecho, de que este régimen es el principal patrocinador de grupos terroristas como Hamas, Hezbolá y las guerrillas hutíes en Yemen.

El gobierno de Teherán ha desarrollado a lo largo de los años sofisticadas estrategias de guerra desinformativa y psicológica, donde medios como IRIB son piezas clave de este aparato, incluso con información en diferentes idiomas con mucha penetración, incluyendo el español, a través del apoyo a cadenas libanesas como Al Mayadeen y Al Manar, la otrora cadena pro Assad en Siria SANA (hoy bajo control del régimen islamista) o el canal HispanTV con corresponsales en países latinoamericanos, incluyendo Costa Rica.

Israel ha ejecutado un ataque con la intención de neutralizar centros de comando y control del régimen de Teherán, precedido por urgentes advertencias de evacuación a los ocupantes de estas instalaciones, lo cual no puede en ninguna circunstancia ser encasillado como un bombardeo indiscriminado. En tanto, el gobierno iraní mantiene su retórica belicista y usa los medios oficiales de televisión, radio y redes sociales para transmitir un mensaje altamente agresivo.

En un contexto como el actual en el cual la comunicación es un elemento fundamental de la infraestructura militar del enemigo, lograr deshabilitar transmisiones podría ser inclusive señalado como una necesidad táctica y legítima, especialmente si se demuestra que se coordinaban actividades hostiles desde esa señal.

Ciertamente el Estado de Israel ha sido transparente al mencionar los objetivos militares que ha golpeado dentro de Irán, implicados con su programa nuclear, su posición no es la de atacar a medios por informar, en este caso ha sido directo en señalar que se trata de contrarrestar a un enemigo como el actual gobierno de Irán,  que además promueve y financia el terrorismo internacional y que estaba a pocas semanas de producir armamento atómico, poniendo en riesgo a todo el medio oriente y eventualmente al mundo.

El gobierno de Israel está de alguna manera, apoyando la caída de la dictadura en Irán, para de esta forma liberar a los más de 90 millones de ciudadanos iraníes del régimen cruelmente represivo de los Ayatolas, que por más de 40 años conducen a esta nación, dentro de un laberinto de radicalismo religioso mezclado con objetivos expansionistas, donde entre sus metas desde 1979 se cuenta la destrucción de Israel y la expulsión de Estados Unidos de toda la región.

 
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