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| martes junio 17, 2025

La industria de la causa Palestina: del sufrimiento legítimo a la manipulación sistemática

Junior Aguirre Gorgona para Porisrael.org


Imagen. Junior Aguirre Gorgona. Cortesia

La causa palestina ha dejado de ser, en muchos sentidos, una lucha genuina por derechos y reconocimiento, para convertirse en una industria transnacional sostenida por una red de intereses políticos, económicos, mediáticos y académicos. Lo que se presenta como “solidaridad” con Palestina muchas veces encubre agendas antisemitas, estrategias de financiamiento ilícito y campañas de manipulación emocional a escala global.

Que el lector no se confunda, pero tampoco se sorprenda. Si bien es cierto en los territorios palestinos se viven innumerables dramas, la enorme mayoría no son provocados por Israel, al contrario, dejando de lado la Guerra desatada por Hamas desde el 7 de octubre del 2023, el pueblo palestino afincado entre Cisjordania y Gaza, ha vivido su época de mayor florecimiento en diversos aspectos como el educativo y demográfico gracias a la administración de Israel. Basta con revisar la situación de los Palestinos con categoría de refugiados según la UNRWA en el Líbano o Jordania y compararla con los otros refugiados que están en los territorios en Disputa y en la Franja de Gaza, o con otras naciones árabes.[1]

Pese a lo anterior, las grandes cadenas televisivas y los medios de comunicación de todos los rincones del mundo, hacen eco de conceptos que ya se han convertido en el leitmotiv del conflicto entre Israel y Hamas, conceptos que se han manoseado tanto y utilizados con tal ligereza que los mismos van perdiendo su significado: genocidio, apartheid, hambruna, limpieza étnica, y decenas de otros más que aplican en otros países que viven este drama, pero que la industria de la comunicación apenas informa.

Esta desidia informativa tiene, desde el punto mi punto de vista una razón clave: perpetuar el conflicto y eternizarlo, provocar el martirio de Palestina Ad Nauseaum con el único objetivo que se divisa claro en el horizonte: enriquecer a unos a costa de los otros. Y es que más claro no puede estar, como demostraremos en este escrito, que los deseos de los directores de organizaciones no gubernamentales, investigadores, profesores, políticos y activistas es seguir lucrando a costa del sufrimiento legítimo de un pueblo que no tiene rumbo ni representación política que tenga el más mínimo interés de luchar por una causa común. Ya que el fin de los refugiados y el reconocimiento de Palestina como el estado nación de los palestinos significaría el fin de esta gran red de intereses cruzados, como veremos a continuación:

 

  1. La UNRWA: de agencia humanitaria a arma política

 

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) recibió en 2023 más de 1.200 millones de dólares en financiación internacional, con Estados Unidos, Alemania, la UE y Japón entre los principales donantes (UNRWA Annual Operational Report, 2023). A diferencia del ACNUR, que busca la reintegración o reasentamiento de refugiados, la UNRWA mantiene el estatus de “refugiado” de manera hereditaria, lo que ha inflado artificialmente el número de refugiados palestinos a más de 5.9 millones.

Diversos informes han documentado cómo escuelas de la UNRWA en Gaza han sido utilizadas por Hamas para esconder armas y construir túneles terroristas. Por ejemplo, en mayo de 2021, se hallaron cohetes escondidos en instalaciones educativas (IDF, 2021). Además, materiales curriculares utilizados en escuelas de la UNRWA han sido acusados por la ONG IMPACT-se de incitar al odio y glorificar el martirio. La perpetuación del estatus de refugiado sirve como herramienta de chantaje: la narrativa del retorno masivo es inviable en una solución de dos Estados, pero la UNRWA mantiene viva esa esperanza imposible para evitar cualquier resolución duradera.

Pero es que además esta agencia funciona como sucursal del terrorismo: en una reciente investigación realizada por la ONU debido a la participación de empelados de la UNRWA en los ataques terroristas  perpetuados por Hamas el pasado 07 de octubre del 2023, mismos que desataron la guerra que hoy está en curso, se logró identificar al menos a 9 funcionarios de esta ONG implicados de forma directa en los atentados.

 

 

  1. Las universidades de EE.UU. y la financiación catarí

 

“Sigue el dinero”, frase que forma parte del guion de  la película de los años 70 “Todos los hombres del Presidente” del director Alan Pakula, se utilizó para poder descubrir todo el entramado de redes ocultas que habían detrás de los dineros calientes, y que su hallazgo permitió cerrar una investigación que involucraba al mismo presidente de los Estados Unidos. Con esta metáfora como hilo conductor del tema de las universidades en los estados unidos principalmente, podremos entender el porqué de las últimas manifestaciones de “solidaridad con el pueblo palestino” respaldadas a través del silencio tácito de los rectores, fueron tan exitosas. Si en el pasado todos los caminos conducían a Roma, hoy, todo el dinero conduce a un emirato del medio oriente: Catar.

Catar ha canalizado entre 1.800 y 2.400 millones de dólares en donaciones a universidades estadounidenses entre 2011 y 2021, según datos del U.S. Department of Education. Georgetown University alone recibió más de 450 millones, muchas veces sin condiciones transparentes.

Este financiamiento ha permitido la expansión de centros de estudios islámicos como el Center for Muslim-Christian Understanding de Georgetown, acusado de promover discursos que minimizan el antisemitismo islámico y adoptan una postura antiisraelí persistente. En muchas universidades, estas donaciones han coincidido con el aumento de grupos estudiantiles radicales como Students for Justice in Palestine, responsables de acosos y actos de antisemitismo en múltiples campus (ADL Campus Report, 2022).

Y es que además, la Ivy League y otras universidades de élite han recibido a manos llenas el dinero catarí:

  • Harvard ha recibido más de 100 millones USD procedentes directamente de gobiernos como Catar entre 2020 y 2024, según datos del U.S. Department of Education  Además, es uno de los principales receptores en la Ivy League.
  • Cornellfue ampliamente financiado para su campus médico en Doha: la Qatar Foundation invirtió aproximadamente 750 millones USD sólo para su sede médica
  • Se estima que otras universidades comoMITColumbiaUCLA y Georgetown han recibido decenas o cientos de millones, aunque la mayoría de estos fondos fueron canalizados a través de Qatar Foundation o subsidiarias del estado .

 

Estas inversiones tienen efectos ideológicos: se cultiva un discurso que normaliza a grupos terroristas como Hamas, demoniza al Estado judío y promueve una identidad de víctima perpetua en los palestinos, sin matices ni contexto histórico.

 

  1. ONG con agenda: lucrar del conflicto

 

Las ONG en general, tienen intenciones loables, y en muchas oasiones, cumplen su fin y propósito para el que fueron creadas. No es así el caso de las ONGs que licran con la causa palestina.

Organizaciones como Al-HaqBADIL y Defense for Children International – Palestine reciben millones en subvenciones de la UE y de países como Noruega, Suecia y Suiza. En 2021, Al-Haq recibió más de 2 millones de euros en fondos europeos. Según el informe de NGO Monitor, varios empleados de estas ONG han tenido vínculos con el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), clasificado como grupo terrorista por EE.UU. y la UE.

Muchas de estas organizaciones se oponen abiertamente a la existencia del Estado de Israel, promueven campañas de BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y rechazan cualquier forma de solución negociada. Funcionan como grupos de presión cuando las negociaciones en los años 90 y principios del 2000 estuvieron cerca de concretarse. No es que se responsabilice enteramente a estas organizaciones, pero tienen un peso importante en el manejo de la opinión pública, y es mejor sabido por ellos que por ningún otro que el fin del conflicto es el fin de su actividad económica.  Su modelo económico se basa en mantener viva la narrativa del conflicto, donde cada víctima es una oportunidad para recaudar más fondos y aumentar visibilidad internacional.

 

  1. El lujo de los líderes de Hamas en Doha

 

Mientras la Franja de Gaza enfrenta serios problemas relacionados con la dinamica poblacional, el terrorismo y la administración de una agrupación terrorista —con una tasa de desempleo que supera el 53% y más del 70% de la población dependiendo de ayuda internacional (Banco Mundial, 2023)—, los líderes de Hamas viven en un lujo insultante, completamente desconectado de la situación de su pueblo.

Uno de los casos más emblemáticos fue Ismail Haniyeh, líder del Buró Político de Hamas hasta 2023, quien durante años vivió en hoteles de lujo en Doha, Catar, junto a su familia. Haniyeh ha sido fotografiado en jets privados, participando en encuentros con líderes de Turquía, Líbano, Rusia e Irán, en giras que no buscaban soluciones diplomáticas, sino consolidar alianzas ideológicas y financieras. Su modo de vida contrasta abiertamente con la propaganda de “resistencia” que difunde su movimiento, y con las condiciones paupérrimas de vida en Gaza.

Según informes de Forbes Israel y artículos del Jerusalem Post (2022), se estima que Haniyeh acumuló una fortuna que supera los 4.000 millones de dólares, producto de donaciones desviadas, corrupción interna y vínculos con redes de financiamiento iraní y turco. Por su parte, Khaled Meshaal, otro histórico dirigente del grupo, tendría un patrimonio estimado en 2.600 millones de dólares, también radicado en Catar, donde goza de privilegios reservados a la élite política del Golfo.

Es más que claro que el liderazgo de Hamas no vive para el pueblo palestino: vive del conflicto. Lejos y desconectados de la situación real sobre el campo, sus líderes cenan en restaurantes de lujo y gestionan cuentas millonarias. No representan a la resistencia, sino a una oligarquía de guerra que utiliza la tragedia como recurso estratégico.

 

  1. Activismo oportunista: Greta Thunberg y el postureo militante

 

La causa palestina ha sido cooptada, en los últimos años, por una oleada de activismo de superficie que se ha vuelto viral en redes sociales. Un caso paradigmático ocurrió en octubre de 2023, días después del atentado terrorista de Hamas en el sur de Israel, donde más de 1.200 civiles fueron asesinados brutalmente, incluyendo bebés, ancianos y familias enteras. Mientras el mundo condenaba el ataque, Greta Thunberg, ícono del ambientalismo juvenil, publicó en su cuenta de Instagram una foto utilizando el  keffiyeh palestino junto a un grupo de manifestantes sosteniendo un cartel con un  mensaje: “Stand with Gaza”. No hubo mención a las víctimas israelíes, ni a la violencia de Hamas.

Este gesto, que fue replicado por millones de sus seguidores, representa un fenómeno peligroso: la transformación de la política internacional en contenido mainstream. Influencers, músicos, modelos y actores se suman al #FreePalestine como si fuera una tendencia más, sin contexto histórico, sin lectura crítica, sin conocer la estructura totalitaria de Hamas ni su persecución a mujeres, disidentes y homosexuales.

Para muchos, la causa palestina es una oportunidad de aumentar su capital simbólico: mostrarse “conscientes”, “revolucionarios”, “solidarios”. Pero en realidad, lo que ocurre es un vaciamiento del conflicto y su conversión en espectáculo. Se busca viralidad, no justicia. Likes, no soluciones.

 

  1. Hezbollah y el narcotráfico en la triple frontera

 

Poco se habla de cómo el terrorismo islamista en Medio Oriente se financia desde América Latina. Una de las regiones clave en esta red es la llamada triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, donde opera una compleja estructura criminal vinculada a Hezbollah, con conexiones directas con Irán y Hamas.

Desde los años 90, esta región se ha convertido en un santuario para el lavado de dinero, el tráfico de drogas, contrabando de cigarrillos y otras actividades ilícitas. En 2018, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, a través de su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), sancionó a Assad Ahmad Barakat, un empresario libanés nacionalizado paraguayo, como uno de los principales financistas de Hezbollah en la región. Su red se estima que movía más de 500 millones de dólares al año, gran parte de los cuales se enviaban a Líbano para financiar acciones militares y campañas de adoctrinamiento.

Los servicios de inteligencia de Argentina también han vinculado estas actividades con los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994, que dejaron más de 100 muertos y cientos de heridos. Hoy en día, los fondos del narcotráfico, muchas veces provenientes de carteles brasileños y mexicanos, terminan financiando el brazo armado de Hezbollah, y a través de Irán, llegan también a Hamas en Gaza.

Este circuito conecta a América Latina con el conflicto en Medio Oriente. El mito de la “resistencia armada” se sostiene con dinero de la cocaína, con comerciantes árabes asentados en Ciudad del Este, con estructuras que operan bajo el amparo de gobiernos permisivos y zonas de control débil.

 

 

Y lamentablemente hay muchos ejemplos más de como la causa palestina se ha convertido en una industria que mueve millones de dólares y genera riqueza y ganancias a unos pocos a costa de un pueblo que parece no tener rumbo. Que no nos cause sorpresa si pronto aparece una criptomoneda que represente ganancias para el pueblo y la causa palestina. Porque donde hay visibilidad, hay negocio, sino veamos como incluso en la industria fílmica  el conflicto israelí-palestino ha sido retratado en más de cientos, sino miles de películas y documentales internacionales y miles de publicaciones académicas, la mayoría de ellas con un enfoque abiertamente antiisraelí o al menos unilateral.  Autores, cineastas y activistas han encontrado en esta narrativa una fuente inagotable de prestigio, subvenciones y premios. El sufrimiento se convierte en estética, y la empatía en espectáculo. Poco importa si los datos son imprecisos, si se omiten ataques de Hamas o si se descontextualiza la historia.

La causa palestina ha sido secuestrada por una estructura que transforma el dolor en dividendos, el sufrimiento en visibilidad, y la solidaridad en ideología ciega. Mientras su pueblo padece los vaivenes del dolor, la guerra provocada por Hamas y la muerte a manos de sus gobernantes, los líderes viven del conflicto, las ONG prosperan con él y las universidades moldean generaciones con un relato invertido.

Si se desea una paz real, el primer paso es desmontar esta industria. Porque donde hay un negocio, no hay voluntad de resolver; hay necesidad de que el problema continúe.

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[1]Según datos del CIA World Factbook (2022), la esperanza de vida en los territorios palestinos es de aproximadamente 74.5 años, superior a países como Egipto (73.2), Irak (71.5) o Sudán (66.1). Esto se debe, en parte, a los avances en infraestructura médica desarrollados con ayuda de cooperación internacional, incluida la coordinación sanitaria con Israel. Por otro lado, de acuerdo con la UNESCO, la tasa de alfabetización en Cisjordania y Gaza supera el 97% en adultos jóvenes, una de las más altas del mundo árabe. Finalmente, la tasa de mortalidad infantil en Gaza y Cisjordania es de 15 muertes por cada 1000 nacimientos, mejor que países como Pakistán (55), Yemen (47) o incluso Egipto (16) (UNICEF, 2022).

 

 
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