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| jueves junio 19, 2025

El duro testimonio de una psicóloga del hospital Soroka tras los ataques misilísticos – Mónica Kobal

Monica Kobal para Radio Jai


 

En medio de los misiles que golpean a Israel, el ataque contra el Hospital Soroka en Be’er Sheva reveló la magnitud del drama de la guerra, sino también la dimensión emocional de quienes viven bajo amenaza constante. La psicóloga Mónica Kobal, argentina radicada en Israel desde 1989, trabaja en ese hospital y ofreció su testimonio sobre cómo se vive la guerra desde adentro.

Hoy comenzamos a las 07hs a atender a los pacientes y se agregó el personal afectado de hospital que necesitaba contención, nos relata.

“El hospital tiene 28 manzanas, con edificios distribuidos por áreas: ginecología, oncología, pediatría… Cuando impactaron los misiles, ya había pacientes trasladados a zonas subterráneas. Pero hay sectores, como oncología infantil, que no tienen refugios adecuados”, relató. El personal debió sacar a los niños internados en camillas hacia espacios más seguros.

Kobal, que emigró desde Argentina hace más de tres décadas como católica formó allí su familia, subraya que lo mejor que me pasó en la vida fue acá en Israel”. Y añade con emoción: “Amo este país. Amo a nuestros soldados. Son como nuestros hijos. Los criamos para vivir, no para odiar”. Su testimonio, que combina experiencia profesional y vivencia personal, ofrece una mirada íntima sobre el conflicto.

Desde su labor como psicóloga en oncología, Mónica conoce de cerca las heridas invisibles. “La guerra no solo deja muertos y destrucción física; hay una destrucción interna. Es el trauma, el PTSD. El cuerpo habla en el tiempo lo que el alma calla”, explicó. Según detalla, tras situaciones límite como las vividas durante un ataque, pueden surgir insomnio, ansiedad, llanto, desconexión emocional o aislamiento: “Son respuestas esperables en el corto plazo, pero cuando persisten, se transforma en postrauma y requiere atención profesional”.

El hospital Soroka, uno de los más importantes del sur del país, atiende a una población mixta: “Más del 50% de nuestros pacientes son árabes. También hay médicos, enfermeros y personal administrativo árabe. Aun así, atacaron este lugar que representa la convivencia en medio del conflicto”, lamentó.

Sobre su llegada a Israel, recuerda la primera vez que vio Jerusalén: “Me pregunté: ¿por esto se pelean? Pero después entiendes lo que fue este país antes de ser Estado: un desierto. Cuando ves lo que se construyó, no puedes no amarlo”. Pese al dolor que implica vivir bajo amenaza, no se arrepiente de su decisión: “Si no, ya me habría vuelto”.

Finalmente, Kobal advierte que el país aún no ha procesado completamente el trauma del 7 de octubre y se mostró crítica frente a quienes relativizan ese ataque: “No se puede justificar cuando se queman personas vivas, se violan chicas o se mete un bebé extraído del vientre de su madre en un horno”.

La psicóloga concluye con una reflexión sobre la fortaleza del pueblo israelí: “La gente quiere vernos llorar. Y nosotros no lloramos. Y eso al mundo le molesta. Pero seguimos. Porque lo mejor está por venir”

 
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